El Jacaranda, con sus flores azules, es un árbol tan hermoso como su leyenda. ¿Vamos a conocerla?
Carmen amaba el color rojo de la tierra misionera. Cada vez que salía a pasear, sentía que la Naturaleza estallaba ante sus ojos. Hasta que conoció a Cahuí y sintió que el amor golpeaba su corazón. A Cahuí le sucedió lo mismo. Por eso, pidió a un padre misionero que le enseñara a expresar sus sentimientos en español.
Cahuí y Carmen comenzaron a salir en secreto. El padre de la muchacha ansiaba regresar a España y jamás permitiría que su hija se casara con un aborigen. Cuando se enteró de la amistad de los jóvenes, se enojó muchísimo y decidió partir de inmediato. Los dos enamorados se desesperaron. El día de la partida, el caballero español encontró a su hija junto a Cahuí.
Enfurecido intentó separarlos. Pero Cahuí tenía unos brazos fuertes y musculosos. Sus brazos se convirtieron en ramas y su cuerpo en árbol. Poco a poco, la muchacha se transformó en una hermosa flor celeste. Dicen los memoriosos que, cuando sopla el viento se puede escuchar como las flores del jacarandá repiten palabras de amor en el dulce idioma guaraní.
Revista Anteojito N°1752, p. 3418 de septiembre 1998
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