viernes, 19 de septiembre de 2025

Historia electrizante

¡Hola! Soy la electricidad y aunque me usás mucho, lo más probable es que me conozcas poco. Por eso voy a contarte mi historia. Subite a la corriente y sigamos juntos.

Tengo muchos, pero muchos años (como diría una abuela: "más que la escarapela"). Mis descubridores no fueron los chinos sino los griegos, alrededor del año 600 a.C. Claro que ellos no necesitaban instalar un televisor para ver el partido. Pero un griego muy observador, llamado Tales de Mileto (639-545 a.C.), descubrió que al frotar un trozo de ámbar con un paño, el ámbar atraía pequeños objetos (por si no sabés, te cuento que el ámbar es la savia endurecida de los árboles).

Muchísimos años después, en 1570, William Gilbert -inglés para más datos- hizo comprobaciones similares. A esos fenómenos los llamó "electricidad" porque elektron significa ámbar en griego. Los descubrimientos de Tales y Gilbert se referían a mi cuando estoy quieta, quietecita, es decir "estática". Pero cuando te visito en tu casa, circulo por cables y hago funcionar aparatos, en suma, me muevo, soy la "corriente eléctrica".




El primero que pudo generarme fue Michael Faraday (otro físico y químico inglés 1791-1867), en el año 1831. Faraday movió un imán hacia adentro y hacia afuera de una espiral y descubrió que yo -la corriente eléctrica- circulaba por el alambre. A mediados del siglo pasado se inventó la dinamo. ¿De qué se trataba? Era el primer generador de corriente. Actualmente, las centrales eléctricas se encargan de producir, es decir, generar la electricidad que todos ustedes, los humanos, necesitan.



Hay materiales por los que circulo fácilmente. Son los conductores. Los que no permiten mi paso se llaman aisladores. Por ejemplo, los cables son conductores, pero para evitar fugas se colocan aisladores de plástico. El interruptor -como indica la palabra- interrumpe un circuito (que es el camino que sigo en mi desplazamiento) o bien lo enciende. Ahora te doy un consejo: Nunca juegues con enchufes, cables o artefactos eléctricos. Si bien soy tu amiga puedo dañarte sin querer.

Revista Anteojito N°1593, pp. 4-5
19 de septiembre 1995

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