- No te enojes por mis tardanzas, he recorrido muchos kilómetros para llegar a la escuela.
- En las frías mañanas de invierno déjame calentar mis manos y pies: siento frío y tengo hambre.
- No te enojes por mis zapatillas o alpargatas sucias, ellas están mojadas por el rocío del sendero.
- Enséñame a recortar mis uñas, me cuesta usar la tijera.
- No te enojes por no saber usar el lápiz, él es muy liviano y yo estoy acostumbrado a manejar objetos pesados.
- Enséñame a cantar el Himno Nacional, a usar mi Escarapela y a izar y arriar mi Bandera. Por más que sé poquito soy argentino.
- No te enojes por faltar a clase una semana, tuve que trabajar pues mi papá estuvo enfermo.
- Háblame de mis plantas y animales, después cuéntame las cosas que tu conoces.
- No te enojes porque no tenga cuaderno, el patrón no pagó y no pude vender mis cabritos.
- Ven a mi casa a visitarnos, mi perro no te hará daño; él sabe que me quieres. Déjame jugar, silbar, reír y correr en la escuela. Me espera mucho trabajo.
José Domingo Juárez, Tucumán (Argentina), 1995
Santos Guerra Miguel Ángel
Arqueología de los sentimientos en la escuela, p. 95-96
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