lunes, 11 de noviembre de 2013

El aromito

¡Tan feo y tan bueno!
-¡El pobre aromo! -decían todos-. Viejo, rugoso, áspero, con tantas espinas... ¡Y cómo quiere a los pájaros! Les tiende sus ramas, les da asilo...
-¿No los hiere?
-No, no los hiere.
Se llenaba de nidos y de pájaros. Así, era un árbol de cristal.
¡Tan feo y tan bueno!... Un día, el canario más rubio del monte comenzó a arrancarse las plumas más pequeñas del pecho y fue desparramándolas sobre las ramas del aromo viejo, áspero, rugoso y con tantas espinas.
-¡Está vestido de sol!
-¡De sol está vestido!


Y otras avecillas buscaron los nidos de las avispas y de las abejas. Hablaron con ellas. Y las avispas y las abejas escucharon lo que las avecillas les dijeron. Después, todas, en un rumor de fiesta comenzaron una nueva tarea. Para perfumar las motitas doradas del aromo fueron llevando pequeñísimas gotas enmieladas.
Desde entonces, el aromo es un árbol de oro, de miel y de cristal.

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