viernes, 22 de abril de 2022

El día del Trabajo

El trabajo es un beneficio de Dios.
Nos une a la naturaleza, que en su reproducción no interrumpida, trabaja perpetuamente en nuestro provecho.
Si el trabajo pesa como el deber, la ociosidad pesa como el fastidio.
El trabajo fatiga el cuerpo, pero la ociosidad fatiga el alma.
El trabajo regenera, cambia, purifica, eleva; la ociosidad degrada, hastía, envilece, corrompe.
La fatiga del trabajo encuentra alivio en el reposo; la fatiga de la ociosidad no tiene descanso, porque el hastío y el aburrimiento son enfermedades incurables.
El hombre laborioso goza en moderados placeres; el vago, recorre frenético los útiles y los perjudiciales, encontrando en el fondo de todos el mismo desabrimiento, la misma soledad...
En una palabra: no hay más felicidad que la virtud; no hay más mérito social que el trabajo. Sólo la virtud dignifica al hombre; sólo la virtud salva los pueblos.
La virtud ilumina el universo moral como el sol el universo físico; y el trabajo lo rodea de una apacible atmósfera, a cuyo través lanza ella rayos, que dan calor y vida a los corazones.

José Manuel Estrada
Tomado de Fuentes de vida de B.N.B. de Iacobucci y G.C. Iacobucci, pág 153

viernes, 1 de abril de 2022

El boyero


-Buenos días, boyero. ¿Trabajando siempre?
-Salud, amigo carpintero… Trabajando, ya lo ves… Un hilo aquí, otro hilo allá… Cruzando estos otros… Cuesta hacer el nido, ¿verdad? Pero, ¿no importa! Hay que hacer abrigada la casa propia. Después vendrán los hijos, y no quisiera que llegara el invierno y me encontrara sin haberle dado fin. Perdóname, amigo carpintero; si continúo hablando no haré nada.
Y el boyerito renegrido iba y venía con cerdas en el pico, y sin decir palabra, continuaba su labor.


-Es raro -decían los pájaros-. No canta mientras trabaja.
-No ha tenido tiempo para aprender. Necesita del pico como de una aguja para entretejer su nido.
-¡Y qué bien lo hace!
-Es tan artista como un hornero.
-¡Lástima que no sepa cantar!
-Le enseñaremos. Cuando haya terminado su labor vendremos a explicarle el secreto del gorjeo y del trino.
-¿Y aprenderá?
-Claro, que aprenderá.
Y así fue. Cuando terminó su labor y se quedó a descansar próximo al nido, los pájaros se le acercaron.
-¿Te agradaría aprender a cantar?
-Ya lo creo. ¿Me enseñarán?
-Te enseñaremos. 
Primero fue el zorzal su maestro. Imitó a la perfección sus silbidos; y aprendió a gorjear como la calandría, y a trinar como el jilguero. Aprendió de todos los pájaros, y con todos suele tener largos contrapuntos de armonías.