Es de noche. La luna, desde el centro del cielo, vuelca su claridad sobre el patio de la casa. Deshilacha su luz en entre las ramas de los árboles. Las luciérnagas encienden y apagan constantemente sus lamparitas. Los niños hacen ronda y entonan las canciones de siempre:
Se me ha perdido una niña,
cataplín, cataplán, cataplín...
Termina el canto y se deshace la ronda.
-Me voy de paseo con la luna -dice Joaquín.
Suenan las risas de costumbre.
-¡Burlas, no!
-Si no nos burlamos. Nos reímos de tu ocurrencia, y nada más.
-¿Ocurrencias? Si yo camino, también la hace la luna; si corro, la luna corre conmigo; si me detengo, se detiene. Y si bailo, baila.
Levanta la cabeza. Encarándose con la luna, pregunta:
-¿Verdad que sí?
La respuesta la dan en coro los compañeros de juego:
-¡Siiií!...
Y de nuevo las risas. Y de nuevo la ronda.
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