jueves, 6 de febrero de 2014

Carta de una mama a su hija

Hija: 
Te escribo esta carta sin saber que día la vas a recibir. Puede ser mañana, Como dentro de un año! Ojala falte mucho, pero se que en algún momento esta enfermedad me va a sacar de tu vida… 
Frente a esta realidad que me golpea tanto como me asusta, me pregunto: ¿Qué más puedo hacer que no haya hacho para que cada tramo de tu camino se te haga mas fácil? 
Me ha surgido entonces una idea... 
Prepararé tu equipaje! Pero este no será el equipaje que destinarás al compartimiento de carga del avión o del tren. Este equipaje ira contigo siempre… 
Antes que cualquier cosa voy a poner amor, muchísimo amor. Amor sin medida, aunque no quisiera agobiarte. Mi amor de madre, a este amor hija, es posible que le hayan faltado muchas cosas, pero espero que a pesar de mis errores, te haya transmitido la certeza de que siempre estaré muy cerca de ti… 
He guardado también unos pequeños sobrecitos, cada uno lleva un poco de audacia… Los necesitaras cuando tu corazón te incline a algo que tu razón no apruebe… 
Y no puedo evitar pensar en la tristeza, en las lagrimas… se que las habrá durante este camino… 
Quisiera trasformarme en una súper mamá para ir delante de ti despejando tu camino de todo obstáculo, quisiera darte la mano para que nunca tropieces, Nunca te canses… 
Para que en esos momentos de tristeza me tengas cerca, he puesto en tu equipaje muchos abrazos… abrazos fuertes, Apretados, Abrazos de mamá osa (como los que me pedías cuando eras chiquita) Abrazos silenciosos, callados, que no exigen explicaciones, que no te molestaran con preguntas, para que nunca te sientas sola… 
Y ahora que tu equipaje ya esta listo, Te lo entrego con un nudo en la garganta. 
Pero feliz por vos… por que se que tenes la capacidad para lograr ser feliz! 
Quisiera protegerte… 
De las palabras falsas de quien se dirá tu amiga; de la calificación injusta en el examen para el que estudiaras tanto; de que tengas que hacer dieta alguna vez, de que entregues tu fe en algo o alguien que te desilusiones; 
de los malestares de tus días femeninos; 
de que ames a el hombre equivocado; 
de que te lastimen y sufras; 
del frío y el calor intensos; 
de las tormentas y los huracanes… 
Sin embargo, solo me queda abrirte la puerta y decirte: Viví tu propia vida! 
Cuando durante una discusión veo tu rostro contraerse por la furia con que me gritas: 
“No se puede hablar con vos, No entendes nada” 
Cierro mis ojos y evoco imágenes de tu album de fotografías… 
¿Dónde quedaron aquellos ojos brillantes, las manos tendidas, tu cabello tan bien peinado por mi? 
Abro los ojos, Y si… ahí están… atrás de tu joven rebeldía! 
Suspiro… y con paciencia sigo escuchándote… 
Te pediría que me lleves contigo… de vuelta al colegio y al recreo; a las fiestas de cumpleaños ruidosas y a las tortas de chocolate. Llévame contigo a las miradas de los chicos y a los suspiros; a la ansiedad de la primera cita y a la tristeza de la primer desilusión. A la emoción del telón que se levantará la noche de tu estreno o a los aplausos de tus profesores en tu tesis doctoral… 
Llévame en tu corazón a donde quiera que vayas… 
Deseo… que te sorprenda la madrugada conversando con amigos, arreglando el mundo, discutiendo apasionadamente por eso que crees… 
Que nunca crezcas del todo, que guardes en tu corazón la ingenuidad de creer que, en ocasiones, el mundo si puede ser mágico… 
Que encuentres el amor firme, profundo y cotidiano de un hombre integro. Pero también deseo que, aunque fuera una vez, experimentes la locura, la pasión total y desenfrenada que nos lleva al cielo y al infierno. Que la vivas plenamente y después la dejes ir… 
Gracias… 
Gracias por todas las cartitas de cumpleaños, días de la madre, o por aquellas sin motivo que encontré escondidas bajo mi almohada… 
Gracias por contarme lo que ocurrió esa noche en la fiesta. No se si recordaré bien el nombre de tu acompañante o lo que ocurrió. 
Pero jamás olvidaré tus ojos encendidos y tus manos dibujando en el aire para que yo pudiera compartirlo contigo! Gracias… 
Te perdono… 
Por haber querido irte de casa cuando tenías 6 años, y por amenazarme por cambiarme con otra mamá… 
Perdóname… 
Por las ocasiones en que he querido que seas la mejor de tu curso, cantante de opera, tenista profesional o primera bailarina… por los errores que cometí… 
Me escuchaste mentir acerca de mi edad; encontraste aquel envoltorio de chocolate cuando juraba una diete estricta; declaramos perdido para siempre el examen de matemáticas que yo debí firmar… 
Y mientras tanto yo continuaba pronunciando discursos acerca de la verdad, la honestidad y el orden. Gracias por tu sabio perdón… 
Recuerda que te voy a amar siempre, 
Mamá.

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