el que marcha a combatir;
es la patria quien los mueve
y es Belgrano su adalid.
Con la bala y con la idea
traen de Mayo el boletín;
y las selvas paraguayas
van abriendo el provenir
mientras juega con sus chismes
el Tambor de Tacuarí.
Rompe el aire una descarga
el cañón entra a crujir,
y un vibrante son de ataque
los empuja hacia la lid.
Bate el parche un pequeñuelo
que da saltos de Arlequín,
que se ríe a carcajadas
si revienta algún fusil,
porque es niño como todos
el Tambor de Tacuarí.
Es horrible aquel encuentro:
cien luchando contra mil;
un pujante remolino
de humo y llamas truena allí;
ya no ríe el pequeñuelo,
suelta un terno varonil,
echa su ala sobre el parche
y en redobles lo hace hervir,
que es muñeca la muñeca
del Tambor de Tacuarí.
¡Libertad! ¡Independencia!
parecía repartir
a los héroes de dos pueblos,
que entendiéndole pro fin,
se abrazaron como hermanos;
y se cuenta que de ahí
por América cundieron
hasta en Maipo, hasta en Junín
los redobles inmortales
del Tambor de Tacuarí.
Rafael Obligado
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