XXX. PAUSA TRECE:
(PARA LA RESURRECCIÓN DE
VARIOS CUCHILLEROS PENDIENTES)
VARIOS CUCHILLEROS PENDIENTES)
Don Nievas, el eficaz
La siguiente historia no
merece duda. Ocurrió en Mendoza, en el año 1950. Se la debo a un gran amigo que
no miente: Salvador Sánchez, ex carnicero, ex camionero, actualmente periodista,
algún día cineasta.
Don Nievas era hacedor
de cuchillos, porque en verdad los hacía: templar acero era su faena cotidiana.
En la fábrica de hielo,
donde también trabajaba don Nievas, empezó a recibir la provocación de un tipo
con aspecto de gorila, enorme y mucho más joven que él. Varios, y el propio
Sánchez (que me consta, es bueno para las trompadas), quisieron defenderlo. Don
Nievas serenamente los contuvo. A cada uno, le dijo: “Le agradezco: esto sé como arreglarlo”. Y sabía.
Un día, el enorme
gorilón estaba tomando agua de una canilla, agachado. Don Nievas lo vio, se acercó
y con un martillo que tenía en la mano le dio un solo golpe en la nuca. El otro
quedó tendido, sin conocimiento y sin habla por una semana.
Cuando recuperó el conocimiento,
don Nievas fue a verlo al hospital. Sin levantarle la voz le dijo:
–Vea, no me busque otra vez porque me va a encontrar. La próxima vez que
me moleste le voy a meter una puñalada, pero va a ser por la espalda.
Santo remedio. No jodió
más el gorilón.
Este sencillo caso,
Borges, está cargado de paradojas. Una paradoja: el hacedor de cuchillos se
begaba a usarlos. Otra paradoja: el hombre de coraje proponía una puñalada por
la espalda.
Duelo muy particular
éste, pues se terminó con una frase muy didáctica.
Don Nievas va a figurar
en la historia cuchillera por haber hecho cuchillos que hablaban solos, por no
haberlos precisado nunca, por haber resuelto un duelo con un acero sin punta, el
del combito, y con una frase que no necesito cumplir.
Sí, merece memoria la
eficacia de don Nievas.
Rodolfo E. Braceli (1979) “Don
Borges, saque su cuchillo porque he venido a matarlo” XXX. Pausa trece:
(para la resurrección de varios cuchilleros pendientes) Don Nievas, el eficaz
pág.
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