Un pez dorado que en las ondas juega,
Una nube del alba que desplega
Su miraje de rosa y me cautiva.
Sé que eres flor que la niñez cultiva
Y el hombre con sus lágrimas la riega,
¡Sombra del porvenir que nunca llega.
Bella a los ojos y a ¡a mano esquiva!
Yo sé que eres la estrella de la tarde
Oye ve el anciano entre celajes de oro
Cual postrera ilusión de su alma, bella;
Y aunque tu luz para mis ojos no arde.
Engáñame, ¡oh mentira!, yo te adoro.
Ave o pez, sombra o flor, nube o estrella.
Carlos Augusto Salaverry
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