Yo te busqué con mis manos
En los profundos arcanos
Que tiene mi corazón;
Y no hallé en él ni tu sombra
Porque te habías huido,
Y estaba caliente el nido
Oye te sirvió de mansión.
En sus vastas soledades
Sólo encontré una memoria
De nuestra pasada historia.
Que al tocarla se perdió.
Y era el lúgubre epitafio
De mi amor, de mi ternura,
Y era la honda sepultura
Oye tu ingratitud labró.
Y, hubo silencio hubo calma
En su desierto infinito.
Y contemplé de hito en hito
Mis ilusiones de ayer,
Que en la bruma del pasado
Cadavéricas surgían,
Mas luego desparecían
Para nunca más volver.
Manuel Castillo
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