Pasó el viento y preguntó:
-¿A qué parece la claridad del día?
-Sin duda a mi savia en la primavera -dijo el árbol.
-A mi canto en el amanecer -dijo el gallo.
A otros preguntó y cada cual lo comparaba con lo mejor de si mismo.
-A todo esto, ¿qué dice el día? -murmuró el viento-. Preguntémosle.
-¿Mi claridad? -replicó del día.- ¡Bah! Apenas he pensado en ella, yo que sigo siempre a la noche por recoger un poco de su bellísima oscuridad.
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