¡Somos dos pobres esclavitos!
Juntos los dos, al mismo tiempo nos movemos, un poco a un lado, un poco a otro.
Nada más que un poco, porque estamos atados…
¡Somos dos pobres esclavitos!
A la mañana alzamos el manto y nos ponemos a trabajar; a la noche se nos cae encima el manto, y tan cansados estamos que no podemos alzarlo más.
Todo el día acarreamos luz de afuera adentro.
¿Adónde va tanta luz de todos colores? ¿Para qué trabajamos tanto? No lo sabemos.
¡Somos dos pobres esclavitos!
“Ojos asombrados”, nos llama la gente.
Estamos asombrados porque todo el día echamos luz hacia adentro. ¡Y allá adentro siempre está oscuro!
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