viernes, 11 de julio de 2025

Música hecha de aire

De pequeño tamaño y ejecución hasta cierto punto sencilla, la armónica es un instrumento definitivamente popular. Su alegre y pastoril sonido es muy característico.
La armónica pertenece al grupo de los llamados "instrumentos de lengüeta". Estos son aquellos en los que el aire que genera el sonido es dirigido contra una membrana o lámina metálica vibrante. Entre ellos se cuentan el oboe y el saxo.
Comparada con otros instrumentos musicales, la armónica es bastante "joven". Fue creada en 1821 por el alemán Christian Friedrich Ludwig Buschmann (1805-1864). Claro que su instrumento se basaba en otro de origen oriental y milenario: el sheng.
Se desconoce cuándo fue creado el sheng, pero ya existía en China en tiempos del filósofo Confucio (551-479 a. C.). Era un órgano con boquilla y lengüetas, hecho, en parte, de bambú.
El instrumento creado por Buschmann fue llamado por su inventor aura. Lo había diseñado para servir de afinador. Sin embargo, descubrió que con él podía ejecutar melodías con facilidad y que era, además, de sonoridad muy graduable.
Fue un joven relojero alemán, Christian Messner, quien a mediados del siglo XIX dio origen a la armónica como instrumento musical. Habiendo adquirido una de las auras de Buschmann, la estudió y perfeccionó. La llamó mundaeoline y comenzó a venderla en posadas y ferias públicas.
Como la industria relojera estaba entonces en decadencia, varios de este oficio imitaron a Messner y comenzaron a producir "armónicas". El instrumento se volvió muy popular en Alemania y pronto fue también conocido en Austria y el resto de Europa. Para 1879 ya se exportaba a América en grandes cantidades.
Hoy, la armónica se utiliza en muchas escuelas para educación musical. También han dedicado obras a este instrumento compositores de música "seria", entre ellos el inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958) y el francés Darius Milhaud (1892-1974).
Entre los intérpretes de armónica más notables se destaca el argentino contemporáneo Hugo Díaz.

Revista Anteojito N°1848, p. 41
11 julio 2000

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