Llueve.
Llueve por todas partes:
sobre el trigal sediento;
sobre las largas calles...
y la tierra se abre.
Sólo aquí, en la herrería,
no llueve para nadie.
Tapándonos el cielo
están los techos grandes,
y abajo está el estruendo
y el caluroso aire.
Pero la lluvia es buena.
Tiene algo de madre.
Escondida entre pájaros
me esperará en los sauces.
De los trabajadores
es la lluvia en los árboles.
¡No ahuyentar a la lluvia
que espera en el follaje!
José Pedroni
Revista Anteojito N°1695, p.11
22 de agosto 1997
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