De la sierra distante,
Vive un pastor de cabras, ignorado
De todos, e ignorante.
Resplandece en los ojos del cabrero
La gloria de la cumbre,
Y del naciente sol es el primero
Que recibe la lumbre.
Con una áspera piel de su rebaño
Cubre sus desnudeces,
Y se alimenta, tal un ermitaño,
De raíces y nueces.
Libre como las águilas salvajes,
Odia la tierra baja,
Y duerme bajo plácido follajes
Sobre un lecho de paja.
Como nunca a los riscos de la sierra
Se aventura el viandante,
Imagina el pastor que de la tierra
Es el solo habitante.
No sabe del idioma de los hombres
Sino medias palabras,
Y llama a las estrellas con los nombres
Que le ha puesto a sus cabras.
Y así, a la luz vaga del lucero
En las cumbres aquellas,
Más que un pastor de cabras, el cabrero
Es un pastor de estrellas…
Federico Mistral
(Trad. de T. Llorente)
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