miércoles, 10 de enero de 2024

Brioché La vida de un titiritero


Brioché era el nombre popular con el que se lo conoció en cada aldea francesa, pero su verdadero nombre era Pierre Datelin. Había nacido en Francia en los últimos timos años del siglo XVI, y parece que se dedicó des de joven a su oficio y, por lo tanto, a la vida errante que éste implicaba. A diferencia de las compañías teatrales, Brioché no necesitaba más que de algún ayudante para manejar su espectáculo. Por eso se movía muy libremente por la nación, permaneciendo en cada pueblo lo que su voluntad le dictara. Aunque a su ayudante debemos agregar un mono -mascota y amigo de Brioché- que los acompañaba en sus tours por la campiña.
Hace muchos, muchos años, en tiempos en que la diversión de los niños se limitaba a correr calles callejeras, rondas, brincos y caballitos de madera, nada debía producir mayor alegría y revolución en ciudades y aldeas como la aparición del titiritero. Armado de un viejo baúl como todo bagaje, baúl repleto de magia, no bien llegaba era rodeada por una cantidad de niños que saltaban a su alrededor esperando ansiosos que armara su retablo. Y no eran niños solamente; a decir verdad eran los adultos quienes reían con más ganas duran tres sus funciones. En Francia, pocos titiriteros podían competir con el gran maestro: Brioché.
Brioché y su mono: no sólo eran amigos sino casi socios. Porque el mono, según se cuenta, era un gran imitador y sus payasadas, con que alternaban el acto de títeres, eran muy festejadas. Se dice que hacía una graciosa imitación del poeta Cyrano de Bergerac (1619-1655), quien se enfurecía al verla y a raíz de la cual termino por ultimar al pobre animal.
Pero Brioché y sus títeres de madera fueron ganan hacer prestigio rápidamente. Su gracia en
el manejo era tal que llegó a suponérselo un mago, capaz de darle vida a aquellas figurillas. Así, acusado de brujería, el pobre Brioché fue encerrado en la cárcel sin la menor piedad.

No tardó, sin embargo, en recobrar su libertad, ya que las acusaciones eran ridículas. Y entonces su arte llego a punto tal que el mismísimo rey de Francia, Luis XIV, pedí verlo. Brioché actuó con sus muñecos frente a su majestad, quien protegía al cómico Moliére, y ganó desde entonces su favor y el de toda la corte. Así fue premiado el viejo titiritero por su gran talento y por ser quien introdujo el títere en Francia y de aquí al resto del mundo, ya que esta diversión era italiana. Murió pacíficamente en 1671, pero ya para entonces tenía algunos discípulos que continuaban su obra, entre ellos su hijo Francisco Datelin (1620-1681). ¡Cuántos de nuestros antepasados ​​habrán debido sonrisas a los Brioche!


Revista Anteojito N°1557, pp.31-32
10 enero 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1557/page/n31/mode/1up

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