martes, 2 de enero de 2024

Soy el gorrión

Estoy en todas partes: en el campo y en la ciudad; en los jardines, las plazas y las calles; en lo alto de los árboles y a ras del suelo. En invierno y en verano. Soy el más conocido de todos los pájaros. Soy el gorrión.


A TRAVÉS DEL OCÉANO
Mi figura es tan familiar que no necesito presentación, ¡Hace rato que somos amigos! Aunque no lo creas, yo soy un pájaro "importado". Los gorriones somos originarios de Europa. Allá por el año 1870, mis antepasados fueron traídos a la Argentina y se sintieron tan a gusto que se quedaron aquí. Los gorriones tenemos fama de pícaros porque aprovechamos el alimento de otros animalitos y, a veces, también nos adueñamos de nidos ajenos. En fin... Somos muy sociables y alegramos a los humanos con nuestra presencia y nuestro piar.
UN MENÚ VARIADO
Nos gusta andar en bandadas con gorriones amigos, pero volamos poco. Aunque somos muy resistentes al vuelo preferimos "pisar tierra". ¿Sabés por qué? Porque en ella encontramos un montón de cosas ricas: semillas, granos, frutas caídas, gusanos, alguna que otra plantita bien tierna, y también los sobrantes de alguna mesa bien puesta: migas, trocitos de carne... Nuestro pico fuerte y de forma cónica es típico de las aves granivoras, las que se alimentan de granos. Pero nosotros comemos de todo, por eso somos omnívoros.

NUESTRO RETRATO
Muchas aves emigran cuando llega el frío. Nosotros no. Poseemos un sistema de termorregulación mediante el cual nuestro cuerpo se adapta a las diferencias de temperatura. Hablando de otros temas, ¿te fijaste en nuestro plumaje? Todos somos de color pardo grisáceo, pero los machos tenemos una especie de corbata en un tono más oscuro. En cuanto a nuestras medidas son más o menos las mismas: alrededor de 12 a 14 cm de largo y un peso aproximado de 100 a 130 gramos.
VIDA DE HOGAR
Alguna vez habrás visto gorriones con una lana o un hilo en el pico. No creas que hacemos labores de aguja. Esos elementos los utilizamos junto con pajitas y plumas para construir nuestros nidos. Elegimos lugares altos en árboles, muros, viejos palomares, que sirvan de protección a los futuros pichones. Ahora mi compañera está incubando cuatro huevos de color verde claro, llenos de motitas. Estamos deseando que nazcan nuestros hijos para cuidarlos y enseñarles todo lo que sabemos. Bueno, me voy volando bajito. ¡Adiós!

Revista Anteojito N°1608, pp.24-25
2 enero 1996
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1608/page/n23/mode/1up

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