Vive un cacto solitario
en una agreste región
y por el agua, a los cielos,
eleva humilde oración.
Las nubes oyen su ruego
y el agua cae lentamente.
¡Con qué fruición bebe el cacto,
gota a gota, ese presente!
Tiempo después, el regalo
retribuye con ternura:
son sus espléndidas flores
que miran a las alturas.
Publio A. Cordero
Revista Anteojito N°1567, pp.2
21 marzo 1995
No hay comentarios.:
Publicar un comentario