Cuando oimos la palabra "tecnologia" la asociamos con los tiempos modernos, y nunca con la Antigüedad. Pero un asombroso hallazgo de principios de siglo demostró que hace milenios el hombre fue tan "tecnológico" como hoy.
Isla de Antikythera, en el Mar Egeo, 1900. Un modesto barco de pescadores de esponjas llega a las playas de la isla, en medio de la noche, arrastrado por una tempestad. Los pescadores deciden no moverse de esta playa hasta el día siguiente, ya que se encuentran a salvo fuera del mar. Llegada la mañana y reemprendida apenas la navegación, divisan, a través de las claras aguas y a unos setenta metros de profundidad, los restos de lo que parece un antiguo barco. La curiosidad hizo a aquellos hombres explorar dicha embarcación y la sorpresa fue grande cuando encontraron en ella estatuas de mármol, ánforas y todo tipo de evidencias de que se hallaban frente a un descubrimiento arqueológico de gran importancia.
Sin embargo, el objeto más interesante, una vez convocadas para el estudio del hallazgo las autoridades competentes, resultó ser una especie de maquinaria oxidada. Las primeras conclusiones de los arqueólogos fueron que se trataba de alguna máquina arrojada pocos años antes al mar por una embarcación moderna y que había caído sobre estos restos más antiguos. Pero cuando la herrumbre fue removida, no quedaron dudas de que se trataba de un misterioso artefacto construido nada menos que 2.000 años antes, según revelaron las investigaciones, época en que el barco donde se halló había naufragado. Pero, ¿qué era esa máquina, llena de engranajes y ruedas? ¿Cómo se concebiría este artefacto en el siglo I a. C.?
Los arqueólogos, guiados en buena parte por las providenciales inscripciones que contenía la máquina, opinaron que su construcción podía situarse entre los años 82 y 65 a. C. Básicamente, se componía de un eje o rueda que ponía en marcha un complejo mecanismo de 40 engranajes, todo trabajado en bronce y perfectamente moldeado. En una de las paredes que contenía el mecanismo se hallaba reproducido parte de un antiguo calendario griego en el que pueden distinguirse el Sol y las cuatro estaciones. Para entonces, los investigadores no tenían dudas de que la misteriosa máquina en cuestión no era sino un reloj. Claro que no un reloj común, sino un sofisticado reloj astronómico. ¡Y con varios miles de años de antigüedad, por añadidura!
La exótica máquina de Antikythera, como se la conoció entonces, fue enviada al Museo Arqueológico de Atenas (Grecia), donde hoy se conserva. Pero su interés no decayó, sino que fue acrecentado con el tiempo por muchos científicos que se dedicaron a estudiaría. Hoy ninguno de ellos se deja de maravillar de que casi 2.000 años antes del horno de microondas y otros prodigios de la ciencia moderna el hombre ya poseyera una tecnología suficientemente sofisticada como para idear y aun construir un reloj astronómico. El hallazgo no sólo obligó a los historiadores y filósofos a rever sus ideas acerca del hombre antiguo, sino que demostró las pocas novedades que existen en muchas de las cosas que nos rodean.
POSDATA
La máquina de Antikythera fue estudiada incluso con la moderna técnica de los rayos X. Los estudios revelaron la perfección con que el conjunto de engranajes fue trabajado por sus elaboradores.
Revista Anteojito N°1568, pp.39-40
28 marzo 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1568/page/n37/mode/1up
No hay comentarios.:
Publicar un comentario