La provincia de Jujuy conserva, como verdaderas reliquias, antiguas tradiciones aborígenes. Pero también hallan eco, en este singular rincón de nuestra tierra, creencias y ceremonias cristianas traídas por los conquistadores españoles. Una de estas celebraciones es la Fiesta de la Candelaria.
Se inicia la fiesta

Los fuegos artificiales como una colorida lluvia de estrellas se desgranan en el cielo. Circulan la aloja y el vino. Y los artesanos ofrecen sus mercancías: cerámicas, miniaturas, cestos... Arrebujados bajo sus ponchos de vicuña o de llama, los promesantes aguardan la salida del sol. Ha llegado el 2 de febrero. Ya todo está preparado: la iglesia, la ciudad, la gente.
Alrededor de las 5 de la tarde, las campanas se echan a volar. Se inicia la procesión, que parte de la iglesia, con banderas y portaestandartes y la imagen de la Virgen. Plegarias y bandas de músicos con zampoñas y bombos se fusionan en la tarde humahuaqueña. Una lluvia de pétalos cae delicadamente sobre la Virgen. La procesión avanza bajo artísticos arcos de flores.
Las sombras comienzan a desdibujar los contornos de las cosas. Los promesantes lentamente regresan a la iglesia. La imagen de la Virgen -vuelta de espaldas es conducida nuevamente a su altar. Los fieles desfilan ante ella con emocionada expresión en sus rostros. Una vez más, han vivido la Fiesta de la Candelaria. El año próximo regresarán.
Revista Anteojito N°1508, p.25
2 de febrero 1994
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