Hoy puede parecerte muy natural el cruzar los cielos en máquinas. Pero hace dos siglos, muchísimo antes de la invención del avión, era una hazaña prodigiosa. Los protagonistas de esta historia son los precursores de los aviadores.
Enterado de la histórica ascensión de 1783, Blanchard se puso a trabajar en su pájaro y lo transformó en un globo aerostático, basado en el principio de los Montgolfier. Esta vez, su experimento fue exitoso: el 2 de marzo de 1784 Blanchard se elevaba por los aires en su propia máquina, trasladándose de París a Sèvres (ambas en Francia). Así, Blanchard se convirtió, con los Montgolfier, en uno de los primeros aeronautas de la historia. Pero su verdadera hazaña, con la cual opacó incluso a los Montgolfier, fue la que realizó en su globo un año más tarde. Porque el 7 de enero de 1785, acompañado por el norteamericano doctor Davis Jefferies, voló del puerto de Calais (Francia) al de Dover (Inglaterra), separados por las aguas del canal de la Mancha.
Los hermanos franceses Montgolfier habían inventado el globo aerostático en junio de 1783 y fueron los primeros hombres que ascendieron a bordo de un aparato y permanecieron algún tiempo en el aire. Sus experiencias en este terreno entusiasmaron a muchos físicos y hombres de ciencia que quisieron imitarlos. Uno de ellos fue un compatriota de los Montgolfier, Jean-Pierre Blanchard. Este había nacido en Petit Andelys en 1753. Y des- de chico se interesó en la aeronáutica. Su primer experimento fue anterior al de los Montgolfier. En efecto, en 1782, Blanchard construyó una máquina, en forma de pájaro, destinada a elevarse por los aires. Pero el experimento no cuenta, porque jamás despegó de tierra.
En 1807, Blanchard llevaba ya 66 ascensiones exitosas. Posiblemente fuera un número récord para la época. Por desgracia, un año más tarde, en febrero de 1808, Blanchard realizó la última. En efecto, durante este vuelo sufrió una indisposición a causa de la cual cayó su barquilla cerca del Havre, desde una altura de 20 metros. El golpe fue de consideración y Blanchard murió un mes después del accidente. Curiosamente, su mujer, Marie Armant (1778- 1819) al enviudar se ganó la vida realizando ascensiones, en Roma, Nápoles (Italia) y París. Realizó en total 67 (murió realizando una) y fue la primera mujer aeronauta que la historia de la humanidad registra. Los Blanchard, menos recordados que los hermanos Montgolfier, no son menos merecedores de aplauso.
Así, Blanchard se convirtió en el primer hombre en cruzar el mar por aire. Permaneció un tiempo en Inglaterra y en el mismo año de 1785 volvió a realizar una ascensión, esta vez en Londres, durante la cual ensayó por primera vez el paracaídas. Si bien parece que éste fue inventado por uno de los Montgolfier, Blanchard aseguró que la idea del paracaídas había sido desarrollada por él. Siguió realizando ascensiones por Europa, como la de 1788. En julio de ese año salió de Varsovia (Polonia) en compañía del conde polaco Jan Potocki (1761-1815), literato de prestigio, que llevaba a su vez a su criado turco Ibrahim y a su perrito blanco. Esta extraña tripulación hizo un largo viaje y su éxito inspiró un poema, la "Oda al globo" de Trembecki.
Algo más…
Blanchard escribió un ensayo en el que cuenta parte de sus experiencias aéreas que publicó con el título de "Relación de mi ascensión número cincuenta y uno, hecha en Nantes (Francia)". Por error se lo llama, a veces, François o Francisco, pero su nombre verdadero era Jean-Pierre.
Revista Anteojito N°1668, pp.31-32
17 de febrero 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1668/page/n31/mode/2up
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