jueves, 24 de julio de 2025

El viento y el sol

(Adaptación de una fábula de Esopo)

Don Viento era un señor gordo y colérico que gustaba demostrar su poder ante cualquiera que le prestara un poquito de atención. Le divertía volarle el sombrero a las señoras que iban elegantemente vestidas por la calle. Adoraba marear al pobre gallito de la veleta que no podía parar de girar y girar en la torre de la iglesia. Cuando se enojaba, era capaz de volar los techos de las casas, las aspas de los molinos y destruir todo lo que encontraba a su paso.
El Sol, que lo miraba indignado, decidió darle una lección. Así, le propuso medir sus fuerzas en una competencia.
"Cada uno de nosotros podrá hacer uso de todos los recursos que tenga a su alcance para despojar del abrigo al primer viajero que pase por acá."
El Sol y el Viento se dieron la mano y esperaron a que pasase alguien. De pronto, apareció un hombrecito flaco y desgarbado, y el Viento pensó: "Esto será muy sencillo". Y como era su turno, comenzó a soplar con violencia, Los árboles se sacudieron y el saco del viajero parecía un barrilete a punto de levantar vuelo. El pobre hombre, sorprendido por el violento cambio de temperatura provocado por el ventarrón, apretó contra si sus ropas. El Viento probó nuevamente con más bríos, pero lo único que consiguió fue que el hombre desesperado se colocara un abrigo más pesado sobre el saco que ya tenía puesto.
Entonces, el Viento se dio por vencido y cedió su turno al Sol. El Sol comenzó a calentar el aire con suaves rayos dorados y pronto el hombre se sacó el segundo saco. Luego, el Sol envió rayos más cálidos que hicieron que el viajero, sudoroso y acalorado, se quitara sus ropas para ir a refrescarse en un río cercano de aguas frescas.
El Viento, desconsolado, miró al Sol quien le dijo: "No lo olvides, la persuasión siempre es más eficaz que la violencia".
Revista Anteojito N°1744, p.34
24 de julio 1998

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