La niebla se va disipando a medida que el sol se levanta y la montaña comienza a mostrar su perfil de piedra hasta que aparece en toda su naturaleza. ¡Los Andes!
El viento parece hablar por la garganta de la cordillera. Y es la voz de la cordillera misma la que se oye:
-Soy la muralla de la patria. Me abrí para dar paso a un ejército de valientes que no tenía ideal más generoso que el de libertar a los pueblos. San Martín iba al frente. No le arredró el peligro de la travesía, ni mis abismos, ni mis cumbres, ni mis laderas escarpadas; ni la nieve ni el viente. Lo vi pasar sereno en su cabalgadura. Vi pasar centenares de soldados con sus armas, sus tambores, sus clarines, sus banderas... El viento desparramó a todos los rumbos, entres ruidos de cascos de las cabalgaduras y de sables chocando contra el cuero duro de los recados, la canción de la República.
El cóndor de mis montañas fue su guía. Lo supo Andrade y lo cantó en estrofas vibrantes y armoniosas.
Hoy crecen a mis plantas pacíficos pueblos de pastores que agradecen el agua de mis manantiales y bendicen el verdor de mis valles, mientras me arrullan con música de quenas y letras de vidalitas.
Saludo como a camaradas al ferrocarril que me atraviesa y a los aeroplanos que pasan sobre mí con mensajes de paz. Y aun cuando parezca separar dos pueblos, no hago sino hermanarlos más, bajo la protección de esos cuatro clavos luminosos que forman en el cielo la Cruz del Sur.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario