Los niños, empeñosos,
pintaban mariposas,
cuando anunció ¡recreo!
una voz jubilosa;
hacia el sol y la risa
salieron en tropel,
contándose entusiastas
sus triunfos de pincel.
Un vientecito alegre,
colándose en el aula
sopló, y las mariposas
volaron desbandadas;
y allá van por el aire,
jugando con los niños,
salpicando lunares
en las ramas del pino.
Una, la más bonita,
teñida de oro y grana,
en un largo flequillo
ha enredado sus alas.
Haydée Mayochi
Revista Anteojito N°1541, pp.2
20 septiembre 1994
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1541/page/n2/mode/1up
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