Este año se cumplen los cien años de la desaparición física de uno de los más grandes científicos de la era contemporánea: Louis Pasteur. Su obra, sin embargo, sigue preservando la vida de miles de seres humanos.
Louis Pasteur nació en la ciudad francesa de Dôle, el 27 de diciembre de 1822. Era el segundo hijo de Jean-Joseph Pasteur, un oficial bonapartista que desde la caída de Napoleón trabajaba como curtidor, y Jeanne Etiennette Roqui. La modesta familia Pasteur, aumentada por otras dos niñas, pasó luego a la ciudad de Arbois, donde el pequeño Louis cursaría sus estudios primarios. En ese entonces, dos inclinaciones de Louis fueron ya evidentes: su afición al estudio (durante sus vacaciones jamás dejaba de leer) y al dibujo. Sus amigos y vecinos no dejaban de admirarse del talento del pequeño con el lápiz. Su padre, viendo su afición al estudio, quería convertirlo en profesor del colegio de Arbois.
Los Pasteur no poseían medios con que pagar los estudios del joven Louis en la gran capital francesa, París, donde esperaban que se convirtiera en un gran profesor. Un amigo de su padre le consiguió media beca en una escuela parisiense y Louis partió hacia Paris en octubre de 1838. Sin embargo, Louis no se graduaría en Paris, sino en Besançon. Allí había demostrado su talento natural para las ciencias, y comenzó preparando alumnos para los exámenes de esta disciplina, con cuyo dinero resultante pagaba los estudios de su hermana menor. Sus progresos le permitieron asistir a las clases que los más célebres científicos de la época daban en la famosa universidad francesa de la Sorbona. Allí realizaría sus primeros experimentos.
Desde entonces trabajó incansablemente en la investigación científica y la docencia. En 1847 se doctoró en ciencias y sólo veinte años después, luego de una amplia experiencia en otras universidades y centros de estudio, lo nombran profesor de química en la mismísima Sorbona. Para entonces, ya era una celebridad. En 1857 había descubierto los microorganismos de la fermentación de la leche y lo relativo a su descomposición. Estudió el cólera de las gallinas y así comenzó a elaborar una curiosa teoría: la de la inmunidad por medio de la vacunación. Esta verdadera anticipación a la medicina preventiva haría época en la historia de la humanidad, salvando una innumerable cantidad de vidas y creando hábitos de prevención de enfermedades.
Hacia 1880 Pasteur comenzó sus estudios acerca de la rabia. El perro, gran compañero del hombre, enfermaba comúnmente de rabia y la transmitía por medio de las mordeduras. Era una enfermedad mortal. Después de muchas experiencias de laboratorio con perros y conejos, Pasteur terminó por crear la vacuna contra la rabia. Fue probada por primera vez en un humano en julio de 1885. El joven alsaciano Joseph Meister, que había sido mordido por un perro rabioso, fue el primer beneficiario de la vacuna antirrábica. Al año siguiente quedó fundado en Paris el Instituto Pasteur, uno de los más grandes centros de estudios científicos. Agotado por su incansable hábito de trabajo, Pasteur falleció en Garches (Francia), el 28 de septiembre de 1895, rodeado de amigos.
ALGO MÁS
- Pasteur tuvo el gran privilegio de gozar del reconocimiento del mundo en vida. Para su cumpleaños número setenta se formaron comisiones en países tan distantes como Noruega y Dinamarca para rendirle homenaje.
- En 1873 Pasteur, que no era médico, fue incorporado a la Academia de Medicina de Francia. El sabio probaría poco después cuan justo era este nombramiento.
Revista Anteojito N°1593, pp.38-39
19 septiembre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1593/page/n37/mode/1up
No hay comentarios.:
Publicar un comentario