miércoles, 23 de septiembre de 2020

Nueva Escuela 17: Lengua Aclaración terminológica

Aclaración terminológica 
En el aparato referido a la coherencia textual, en este mismo trabajo, se habló de “modelos convenidos socialmente para los diferentes tipos de textos” y se los nombró como superestructuras textuales (Van Dijk los llama así en La ciencia de los textos) La participación, tanto de la teoría lingüística como de la didáctica de la lengua, por definir la especificidad de cada tipo de texto lleva, a veces, a diferencias de terminología. Según la bibliografía con la que se trabaje, se encontrarán nombrados los modelos textuales como “superestructuras”, “géneros discursivos”, “variedades discursivas”, “formatos discursivos”, “siluetas discursivas”. 

Clasificación tradicional de los textos 
“Una tipología elemental existe en el campo de la literatura. Es la clasificación en “géneros”, sea en los tres tradicionales, lirica, épica, drama o en los más recientes y complejos.” (Bernárdez, 1982) 
Pero el concepto de género no es posible restringirlo al terreno de la literatura. A la lingüística del texto le importa cualquier clase de texto, literario o no. 

Funciones del lenguaje 
Jakobson considera que en todo acto de comunicación intervienen seis componentes, cada uno de los cuales da lugar a una función lingüística diferente:

Definimos brevemente las funciones: 
· La función emotiva o expresiva está centrada en el emisor y en su actitud respecto de lo que habla. Tiene en cuenta que en toda emisión verbal hay marcas del sujeto que la produjo. 
· La función apelativa o conativa marca la orientación del lenguaje hacia el destinatario. Indica que, cuando alguien, habla lo hace para otro, en quien intenta influir de diferentes maneras (informar, convencer). 
· La función informativa marca una orientación hacia el contexto, hacia lo que se quiere informar (hechos, datos). 
· La función fática aparece cuando se intenta establecer o prolongar la comunicación; el emisor se asegura así que el canal de comunicación este abierto. 
· La función poética aparece como preocupación por el mensaje mismo, por su construcción más que por su contenido. 
· La función metalingüística tiene que ver con las referencias al propio código, se da, por ejemplo cuando emisor y receptor necesitan ponerse de acuerdo sobre la significación de una palabra que están usando. 

Es muy raro que en un texto aparezca una sola función, las funciones aparecen entremezcladas.

Murió Cambá

La fila marcha descubierta. Son los doscientos bravos que restaña a Cambá. Y con ellos camina por la selva. 
La piel extrañamente oscura del cacique se destaca entre los suyos, a su frente. Lleva los restos de sus indios de pelea por una ruta que no tendrá retorno. Él no admite el dominio del “dojchí” sobre sus tierras. Él, el más fuerte de los tobas. Él, que ha perdido sus tribus y sus territorios de monte y cielo, frente al Remington y al sable. 
Cambá siente que la rabia se la agolpa y desespera. Siente el estertor agónico del poderío de su raza y saja distancias en un gerundio de coraje. Es que tiene ante sus ojos, como si la hubiera contemplado, la lanza de Yaloschi, fusilado poco antes, prisionero de Fotheringham. Esa lanza que ahora está clavada en la plaza inaugural de Roca, con la bandera de la tropa izada en ella. Como galardón de triunfo. Como vértice de empuje. Para escarnio de los suyos y befa de sus glorias que hoy no son. 
Él ya no sería, por los tiempos de los tiempos, el aliado de Leoncito y de los otros en su lucha contra los blancos… De esos otros tan dispersos o tan muertos en las selvas y en los ríos. O en su acatamiento sumisivo hacia el “cristiano”. Y una excrecencia oscura se le sube por la vida mostrándole que está de más; que ya la fuerza altiva que le dio poder y nombre se encorseta y cede ante una metamorfosis que no entiende. Entonces marcha por la selva con la mirada roja y con su piel oscura por un camino que no tendrá retorno. 
Él no puede ser sumiso. Ni rodarse a un yugo de vileza hipócrita. Un yugo que le sorberá la sangre y le volverá un virtual esclavo. Con los suyos. Con los que no saben del tributo del acatamiento y sí de la existencia nómade bajo los toldos de ramazón y paja por las distancias del Gran Chaco. 
Es por eso, también, que no hay sigilo en esta marcha. Su espíritu irredente, su cónclave feroz, anima a todos. Lleva empuñada esa lanza que blande y es un ímpetu impaciente el que le exalta. Es atávico su empuje. Es una protesta plural la que lo esgrime; un plagio de potencia antigua contra el conjuro do todas esas fuerzas invisibles desplomadas sobre las naciones indias. Siente su majestad roída y se apresta y urge para lanzar sus restos a una lid última que ensalzarán los tiempos. En eso cree. En el presente. En el remedo que le hará vivir las glorias viejas llevadas en la sangre. Y en los músculos. Como un tatuaje imperceptible. Capilarizado… 
Rápidamente lo descubre Carayá, entonces. Ese cacique sometido que ahora sirve de baqueano. (Él y otros seis de los que son su gente). Los descubre y da el alerta. Pero la tropa sabe ya de aquella guerra y forma un cuadro, aprestándose a una lucha que esperan y presienten. Son treinta hombres. Treinta únicos hombres bajo las órdenes del Capitán Rosendo Fraga y dos tenientes, acampados juntos al frescor de una laguna y en un abra cercada por la espesura de impenetrable bosque. Es un callejón recóndito, sin salida frente a una suerte adversa. Pero nadie piensa en ella y alzan también su acopio de bravura y de experiencia como un emerjo de soberbia. Entonces el bosque se estremece. Un aturdir de gritos de pelea revienta entre los árboles y arden sus hojas los estampidos secos del fusil de chispa, ese que el indio tiene en su comercio con el paraguayo metido entre los toldos. O el renegado blanco, ese que vive sin alma y sin escrúpulos. 
Es la selva misma la que vomita ese torrente de ferocidad masiva. Porque esta vez el indio no se parapeta en la maraña sino que acomete a cara descubierta, también a flecha y lanza. Buscando un cuerpo a cuerpo definitorio y rápido. Surge de la espesura y arremete como a la vieja usanza. Desnudos unos, como acostumbran entrar en la pelea (y otros bajo sus ponchos), prietan su impulso y han olvidado que el temor existe. Pero la tropa barda sus posiciones con el fuego de sus carabinas Remington y es una macabra sucesión de muerte la que arroja por delante. El abra se pone roja y es un quejido de la tierra misma el que cruza el aire.
Cambá destaca su figura entre los suyos. Umbilicado con la furia misma, clama y lo exhorta en el avance. Apura el inexperto tiro de sus fusileros y arenga entre improperios cada carga. Desespera en ellas y consigue la peligrosa cercanía donde el número le dará una pauta de victoria. Pero su figura es alta y se destaca. El color distinto de es piel oscura y el denuedo que lo exalta forman un distintivo perfectamente descifrado. Y la tropa lo reconoce. Dirige la quemarropa de sus fuegos y una bala incrusta su boquete rojo. Es una puerta cárdena por donde se escapan los vigores de aquel cuerpo, pero no su espíritu. Él ya lo sabía. Y llama la bravura de los suyos para que sigan con la lucha. Quiere el desborde de aquel puñado de valientes, pero ahora la indiada, viéndole caído, ha perdido su coraje. Desorientada, irresoluta, solo atina a retirar a sus muertos y a intentar la defensa del cuerpo del cacique. Allí, caído frente a la tropa. A pocos pasos de ella. Debilitado por la sangre que se escapa. Borbotando sus espumajos de impotencia. Alzándose soberbio contra la mano alargada de la muerte. 
Mas las descargas se sucede y el aliento del herido se va quedando solo. Es un trofeo macabro el de ese cuerpo y enciende la codicia. Entonces Luna, el cabo Luna, rompe la formación y avanza. Cae sobre el cacique cuchillo en mano y una y otra vez lo incrusta en la carne que ya no puede defenderse. Bestialmente. Ansiosamente. Con esa final crueldad que la naturaleza pone en los instintos cuando afloran y hay excusa. Así, cuando su exaltación en guerra vindica la ausencia de sus límites. Y Luna, el cabo Luna, toma ya le cuerpo sin vida y de un solo tajo le cercena la cabeza. Pero eso no le basta. Siente que debe completar el triunfo y ahora toma la lanza del cacique y en ella clava su trofeo, blandiéndola en el aire y goteándose la sangre que aún destila. Es un danzar salvaje el que ejecuta cuando pasea su lauro horroroso por el campo. Entre el clamor alegre de la tropa y el silencio de la indiada que allá, entre los árboles, se dispersa para siempre. 
Toda la esencia misma de la raza se estremece. Está vencida ya, se esconde y queja en el olvido de los bosques. También la tempestad que se avecina grita en la luz de una descarga eléctrica la muerte de Cambá, el más altivo y más feroz de los caciques tobas. 
Y los tiempos sabrán que esto sucede el siete de diciembre de mil ochocientos ochenta y cuatro. Aquí, en la Línea del Bermejo y en las tierras del Chaco. 

Ricardo Ríos Ortiz.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Nueva Escuela 17: Lengua Tipologías de textos

Tipologías de textos
Los nombres de los textos y la posibilidad de clasificarlos.
Si se lo pidiera a algún lector medianamente competente que diera nombre a los siguientes textos, no tendría dificultades para hacerlo, seguramente.

No le sería tan fácil, tal vez, hacer una clasificación de esos textos si no decidiera antes criterios precisos para ella. ¿Qué diría, por ejemplo, de la crónica periodística? ¿La consideraría un texto narrativo o un texto informativo? Si tuviera en cuenta la organización narrativa del texto le podría, sin duda, la primera etiquete. Pero, si considerara la intención del hablante y la función de lenguaje predominante (informativa) tendería a decir que es un texto informativo.
Lo mismo pasaría, tal vez, con muchos de los siguientes textos, si fuera necesario clasificarlos:
invitación
cuento
novela
carta
editorial
comentario
aviso
lista
horóscopo
reseña
receta de cocina
instructivo
crítica de cine
reportaje
reglamento
chiste
ley
definición
ensayo
trabalenguas
prospecto
parte meteorológico
noticia
guion
graffitti
retrato
informe
registro
exposición
telegrama
letra de canción
poema
biografía
perfil
diario intimo
refrán
diario de viaje
historieta
adivinanza
índice
perfil

Vamos a intentar hablar aquí de tipologías de textos, pero es indispensable decir antes que cualquier tipología que se mencione va a simplificar una realidad compleja en la que existe un número muy grande de géneros discursivos (la lista no guarda ningún orden ni de cuenta de todos, seguramente) caracterizados por rasgos convencionalizados que les son propios y que son socialmente aceptados.
Se puede decir que el grado de conocimiento que un hablante tenga de esos géneros va a definir su competencia discursiva (o sea sus posibilidades de reconocerlos a través de la lectura o de producirlos apropiadamente)

Algunas tipologías de textos
Van Dijk, en 1978, escribió: “En este momento no existe una tipología del discurso sistemática y explicita. Tal tipología tendrá que basarse, claro está, en una teoría más general del discurso, una teoría que está todavía siendo construida…” (Estructuras y funciones del discurso, Siglo XXI Editores)
El reconocimiento de la dificultad para construir una tipología de textos aceptada universalmente sigue siendo generalizado hoy, pero también lo es la preocupación para lograrla.
Pensada desde la didáctica de la lengua, una buena sistematización de los tipos de textos sería un aporte importantísimo para las actividades de lectura y escritura que cualquier usuario de la lengua realiza y que la escuela tiene que perfeccionar. Es desde esta perspectiva que nos interesa considerar las tipologías textuales, y algunas de las que se incluyen a continuación -ya estén formuladas desde la lingüística o desde la didáctica de la lengua- contienen elementos que pueden ser aprovechados por cualquier docente que se dedique a enseñar a leer o escribir textos.
Una tipología puede construirse a partir de u criterio único, pero es posible también tener en cuenta más de un criterio para clasificar textos. Por ejemplo, el tipo de información o el contenido del texto; las estructuras internas o la organización de los textos; las situaciones comunicativas en que se producen los textos; la función de lenguaje predominante.

Tipologías formuladas desde la lingüística
La distinción entre tipologías formuladas desde la lingüística de la lengua que se va hacer aquí, no tiene más objetivo que diferenciar a sus autores: lingüistas unos y gente preocupada por la enseñanza de la lectura y la escritura de textos los otros.

Bajtín: géneros discursivos primarios y secundarios
Bajtín en su artículo “El problema de los géneros discursivos” (1955), considera que el uso de la lengua se realiza en situaciones comunicativas y se lleva a cabo “en forma de enunciados (orales y escritos) concretos y singulares que permanecen a los participantes de una u otra esfera de la praxis humana”.
Cada una de esas esferas elabora sus tipos de enunciados relativamente estables, a los que Bajtín denomina géneros discursivos.
La diversidad de esos géneros es enorme, porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables.
Bajtín dice que se debe incluir en los géneros discursivos “tanto las breves réplicas de un diálogo cotidiano (…) como un relato cotidiano, tanto una carta (en todas sus diferentes formas) como una orden militar…”.
A partir de estas ideas, avanza una clasificación que hoy podría considerarse insuficiente pero que fue punto de partida de muchas e importantes reflexiones posteriores.
Distingue entre géneros discursivos primarios (simples) y secundarios (complejos)
Los géneros discursivos secundarios -novelas, dramas, investigaciones científicas de toda clase, grandes géneros periodísticos- surgen en condiciones de comunicación cultural compleja, principalmente escrita (artística, científica, socio-política).
Absorben y reelaboran los géneros primarios, construidos en la comunicación discursiva inmediata (las réplicas de un diálogo cotidiano o una carta).
Bajtín da un ejemplo: un género primario simple (un diálogo o una carta) absorbido por una novela, mantendrá su forma pero perderá su contacto inmediato con la realidad. Pasará a participar de la realidad a través de la novela, como acontecimiento artístico, no como suceso de la vida cotidiana.
Más allá de la clasificación elaborada, son sumamente interesantes algunas de las ideas de Bajtín acerca de los géneros discursivos:
  • “Los géneros discursivos organizan nuestro discurso acaso de la misma manera como lo organizan las formas gramaticales.”
  • “Si no existieran los géneros discursivos y si no los domináramos, si tuviéramos que ir creándolos cada vez dentro del proceso discursivo, la comunicación sería casi imposible.”

Una clasificación de textos según las funciones del lenguaje
Los textos, en tanto unidades comunicativas, se construyen en torno de algunas de las funciones determinadas por Jakobson (no de todas) y es posible pensar en una clasificación que tenga en cuenta la función predominante en cada texto.
  1. Los textos con función expresiva, tienen al emisor (sus reflexiones, sus emociones, sus anécdotas personales) como eje. El diario íntimo, la carta amistosa, el diálogo, la autobiografía estarían en este grupo.
  2. Los textos con función referencial o informativa remiten a un contexto el emisor presenta hechos o datos y su preocupación es que no haya obstáculos para que el receptor se informe acerca de ellos. Esto pasa en la crónica periodística, en el informe, en la definición.
  3. Los textos con predominio de la función poética del lenguaje con los textos literarios (cuento, novela, poema, guión, chiste y textos que combinan lenguajes: historieta, fotonovela), que suponen un uso original del lenguaje, que no remite a un referente real. En el texto literario se crea realidad con el lenguaje.
  4. En los textos con predominio de la función conativa o apelativa, el escritor intenta convencer a otros, los receptores, (y a veces hasta moverlos a la acción) con argumentos. Enuncia su hipótesis y mediante distintos recursos intenta demostrarla.
El aviso publicitario, el comentario periodístico, el ensayo, pertenecen a esta clase.


TIPOLOGÍAS FORMULADAS DESDE LA DIDÁCTICA
Prosas de base y tipos de texto
María Teresa Serafini en Cómo redactar un tema, a partir de los distintos tipos de prosa que -según la retórica- coexisten en un texto persuasivo, plantea la posibilidad de llegar a una clasificación de los géneros textuales según se dé la aparición en ellos de esos tipos de prosa.
Los cuatro tipos de prosa que la retórica define son:
La descripción que “hace la presentación de objetos, personas, lugares, sentimientos” utilizando, en la medida de lo posible, los detalles concretos. La descripción pone en evidencia la percepción “que tiene el autor (…) a través de sus cinco sentidos”.
“La narración es una prosa que presenta una historia, expone un suceso o una serie de sucesos…”
“La exposición es una prosa que presenta y explica ideas, sujetos y argumentos, aclara los fines y muestra la organización.”
La argumentación es una prosa que presenta hechos, problemas, razonamiento, de acuerdo con una oposición, que normalmente es la del autor.
Serafini dice que esos tipos de prosa se pueden encontrar, en diferentes medidas, en cada texto y elabora un cuadro para determinar la distribución predominante de esas prosas de base en algunos géneros textuales.
Serafini le ve posibilidades didácticas interesantes a la consideración de las diferentes distribuciones de esas prosas en los géneros discursivos.

Clasificación de textos según función predominante y trama
En este mismo sentido, es decir en función de pensar las clasificaciones de textos como un aporte al desarrollo de competencias discursivas (lectoras y escritoras) de los alumnos, trabajaron Ana María Kaufman y María Elena Rodriguez y elaboraron una tipología de texto a partir de los criterios de función predominantes y trama (el concepto de trama remite a las distintas estructuraciones o configuraciones de los textos).
Los diferentes entrecruzamientos entre funciones y tramas darían lugar a los tipos de textos.
De las funciones ya hemos hablado: con respecto a las tramas las autoras consideran que existen cuatro tipos: la narrativa, la argumentativa, la descriptiva y la conversacional.
Trama narrativa: se caracteriza por presentar hechos organizados temporalmente o sobre una relación causa-efecto. Importan también el marco en que suceden los hechos y los personajes que lo realizan.
Trama argumentativa: en ella, a partir de un tema, proposición o hipótesis se organiza una demostración (en la que se explican o confrontan ideas que acumulan pruebas, se ejemplifican) y se llega a determinadas conclusiones (explicitas o no)
Tramas descriptivas: presentan “especificaciones y caracterizaciones de objetos, personas o procesos a través de sus rasgos distintivos”. Acumulan datos e impresiones sobre el objeto descrito, lo que permite aprehenderlo como un todo.
Trama conversacional: muestra “en estilo directo, la interacción lingüística que se establece entre los diferentes participantes de una situación comunicativa, quienes deben ajustarse a un turno de palabra.”
En función de los criterios mencionados, se arma la siguiente tipología de textos:


Tipologías textuales y escuela
La observación de diseños curriculares, programas y planificaciones permite ver que, tanto en la escuela primeria como en la escuela media se trabaja con ciertas tipologías de textos.
Sobre la aplicación didáctica de las tipologías es posible hacer algunas consideraciones.
• La aparición en los documentos mencionados de contenidos como “texto narrativo”, “texto poético”, “texto dramático”, indica que se trabaja el texto literario desde la clásica división en géneros.
Muchas veces, esos tipos de textos son los únicos que se mencionan. ¿Habrá que considerar que son los únicos que se trabajan? Es posible, ya que tradicionalmente se pensó (y se elaboraron los programas escolares en función de esta idea) en el texto literario como forma textual superior, como modelo a imitar. La lingüística del texto, en los últimos años, ha abierto de manera asombrosa la posibilidad de trabajo con los géneros discursivos, no solo con los literarios.
• Otra tipología de textos que incorporó la escuela fue la basada en las funciones del lenguaje. También se puede leer en los programas: “Tipos de textos. Texto informativo, expresivo, apelativo y literario”.
En su aplicación, esta clasificación produjo ciertas confusiones conceptuales que tal vez puedan explicarse.
En primer lugar, el alumno aprende las funciones del lenguaje en enunciados aislados, separados de todo contexto: 
¡Cómo me duele!
(función expresiva)
Los alimentos son de origen animal, vegetal o mineral.
(función informativa)
Cuando se le pide que busque en el diario un texto expresivo por ejemplo, las cosas se complican para él porque no encuentra ningún texto en que se dé exclusivamente la función expresiva.
Por otra parte, la búsqueda en el diario también le genera dudas porque también le genera dudas porque el alumno tiene allí, ante él, los “textos reales”, los formatos discursivos que -aunque tal vez no sea capaz de nombrar- reconoce aun desde su primera aproximación visual.
El reconocimiento de un texto expresivo entre otros, supone el manejo de un concepto abstracto (el de “texto expresivo”). En la realidad del diario (formada por un número importante de formatos o géneros discursivos) ese concepto abstracto se manifiesta en forma de “discursos” (cartas de lectores, comentarios) que son los que el alumno es capaz de reconocer.
Otra confusión que, en relación con los tipos de textos, se dio frecuentemente fue la del texto expresivo con el literario. Aun ciertos libros de texto manejaron la categoría inexistente de “texto expresivo-literario”. Es probable que, una vez más, haya que aludir a las limitaciones propias de las clasificaciones -que incluyen muchas veces definiciones extremadamente simplificadoras de la realidad- para explicar la ambigüedad.
En función de todas estas cuestiones es que nos parece importante decir que, si bien el tema de las tipologías textuales no solo le interesa a la lingüística sino también a cualquier didáctica de la lengua y la escritura, y no está mal que sea así, es fundamental tener en cuenta también que esas clasificaciones esconden sus riesgos. Y que -tomamos palabras de Ana María Kaufman y de María Elena Rodriguez- “hay que evitar la fascinación que provocan muchas veces los cuadros y superar las simplificaciones y distinciones que pueden surgir de ellos.”

¿Qué formatos discursivos debería trabajar la escuela?
En este punto de la reflexión, nos parece interesante abrir esta pregunta, que apunta a la cuestión fundamental de qué en medida la escuela favorece el desarrollo de las competencias discursivas (es decir, de los conocimientos referidos a tipos de textos o variedades discursivas) de los alumnos.
Pregunta que a su vez se abre otras: ¿Cuáles son los materiales de lectura con los que habitualmente trabaja la escuela? ¿Existe la posibilidad de hacer entrar en ella la extensa lista de formatos discursivos de la página…? ¿Qué tipos de textos tiene que conocer un alumno al terminar su escolaridad primaria? ¿Sobre cuáles tendría que avanzar el nivel siguiente?
Tener competencia discursiva implica distinguir una crónica periodística de una nota de opinión, una biografía de un retrato, un cuento de una crónica periodística; producir adecuadamente un telegrama, una solicitud, un aviso clasificado. Es decir, reconocer la especificidad de los tipos de textos que circulan socialmente, para poder leerlos y producirlos.
Para formar lectores y escritores discursivamente competentes, la escuela tendrá que hacerse cargo de estas cuestiones.

BIBLIOGRAFÍA
Ø AZNAR, Eduardo; CROSS, Anna; QUINTANA, Lluís: Coherencia textual y lectura, Editorial Horsori, Barcelona, 1991.
Ø BAJTIN, Mijail: El problema de los géneros discursivos, en Estética de al creación verbal, Siglo XXI, Méjico, 1982.
Ø BERNARDEZ, Enrique: Introducción a la lingüística del texto, Espasa-Calpe. Madrid, 1982.
Ø SERAFINI, María Teresa: Cómo redactar un tema, Paidós, Méjico, 1992.
Ø VAN DIJK, Teun: Estrategias y funciones del discurso, Siglo XXI, Méjico, 1991.
Ø La ciencia del texto, Paidós, Barcelona, 1989.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Pantum

A la escondida rosa del jardín 
El viento imprime un ósculo de amor;
Yo, entre corolas de ámbar y carmín,
Corro a buscar mi predilecta flor.

El viento imprime un ósculo de amor,
Robando al cáliz su fragancia y miel;
Corro a buscar mi predilecta flor
Entre jacinto, anémona y clavel.

Robando al cáliz su fragancia y miel,
Arroja el viento soplos de huracán;
Entre jacinto, anémona y clavel.
En son de muerte, mis suspiros van.

Arroja el viento soplos de huracán,
La dalia deshojando y el jazmín;
En son de muerte, mis suspiros van
A la escondida rosa del jardín.
Manuel Gonzalez Pras

Inquietud…

Inquieta de no hallarte, inquieta, inquieta,
los vientos aprendieron mis canteras;
a las albas halláronme discreta
esperando a la vera de los mares.

Las tardes enjoyadas de violeta
y las noches azul y seculares,
me encontraron vagando sola e inquieta
por la orilla espumosa de los mares.

Mi pecho era una brasa que apagaba,
mi boca era una flor que marchitaba
y el cielo tachonado de zafir…
¡Si no hubieras llegado en esta hora
me hubieras hallado muerta en nueva aurora
cansada de esperarte y de sufrir!

María Delia Donato Esandi
Revista Vida Correntina, Primer Magazine Correntino.
Año III, N°76, Marzo 30 de 1936, pág. 20.

viernes, 18 de septiembre de 2020

Duende a la hora de la siesta

El monte guarda una esencia misteriosa, algo espeso se pliega sobre los árboles, los cubre sin tocarlos, está allí como un manto de enigmas.
El silencio no es total. Sobre la tierra cubierta de hojarasca se agita la misma vida que tiembla en la espesura de brazos vegetales. Son leves crujidos, nada más que el anuncio.
En cualquier momento puede aparecer el intruso, para conmover el clima donde se asientan las aves y se extiende el ocre verdegris de las ramas asustadas. No se sabe de dónde viene. Puede ser de este mundo. O del encantamiento perdido. Esa oculta ilusión que vibra detrás de las formas.
Cunumí refresca sus pies en al laguna.
Temprano ha salido del rancho, cuando el sol escalaba sin fuerzas la suave loma hacia el oriente. A Cunumí le gusta la mañana en el verano, a esa hora en que sangra el horizonte. Cuando el ganado busca la hierba de sustento cubierta de rocío. Cuando los teros acuchillan el aire y sobre el agua se deslizan canoítas de plumas.
Esta mañana tiene tiempo de sobra. Es domingo. Habrá ocasión para recoger huevos en el campo, para atrapar crías de pollonas, para tirarse de espaldas a la tierra y oler de golpe todo el aliento que lo circunda.
Ahora está allí junto a la orilla del espejo, donde su sombra es agua. Tiene un tordo en sus manos. Lo suelta y, al rato, oye el silbo distante.
Está solo en ese lugar. Se siente dueño de la vida entera. Es libre. Su alma también canta.
La madre trabaja en la casa; el padre ara la zona de cultivo.
Cunumí los evoca. Son como de cuero; piel de surco y hacha y fondo de remolino con final diáfano. Como dos lagunas definitivas, en las que se puede ver hasta el caracol vacío y el musgo sobre el plato de arena.
A Cunumí lo dejan que retoce. Saben dónde puede estar, a media distancia entre el monte y el rancho. Por la loma, como otro cordero; junto al agua, harto de sol.
Hoy es domingo. Enero alumbra en borrachera.
Cunumí percibe un llamado… Obedece. Es una orden distinta, no suena como de costumbre. La verdad, no siquiera suena.
Viene del monte. Del misterio.
Al principio, la imagen se demora…
Los árboles, insomnes, parecen mirar las otras cosas; sus ramas se mecen como tristes abanicos. Hay algo que zumba. El sendero es recto, aunque no está marcado. Y arriba, bien arriba, nada existe.
Cunumí es nada más que otra forma, un trozo agregado al delirio del suceso. Camina lentamente, sin fuerzas, con los ojos fijos en un sector oscuro donde respira la noche.
De pronto se produce un estallido de luz, de gozo y risa, fronda y trinos, de cielo abierto. Pero la risa es siniestra. Y en este punto tenebroso que concentrara todo el afán de Cunumí, surge un enano casi fosforescente, de rostro simiesco y barba en punta. Lleva un sombrero de ala desmesurada.
El vínculo es firme; el niño y duende atrapados en el mismo círculo de sensaciones.
A Cunumí solo le resta una ventanita por la que puede atrapar los contornos de la realidad, sin embargo sigue, como entre nubes, hacia el vórtice del encantamiento. No tiene idea de distancia. Y lo que abarca el monte desde que se yergue en el paisaje, se le escapa inevitablemente. Pero aun así, tras ese velo de confusión consigue entrever lo que le rodea, a medida que avanza.
Los árboles se estremecen por culpa de un viento extraño, extraño impulso que a él lo convierte en jirón de sombra.
Cunumí duerme en el olvido. Se apaga sin sufrimiento. Es una pequeña figura de ojos tristes, hechizados. Por esos ojos, vacíos de lumbre, se apilan los recuerdos. Alcanza a percibirse lejos, en dimensión de angustia; pero no es él quien se aferra a la nostalgia. No puede… Es el duende que recula andando hacia adelante con sus raros pies, es el duende que lo tienta.
A Cunumí le llegan, repetidos, sus primeros deslumbramientos: la madre en contraluz de un sol en el ocaso; el amado silencio de ese otro cargador de yugos, abriendo sin esperas la costra retobada; el arroyito de aguas pacificas; el concierto de picos mañaneros… Y, en cúmulo arrebatante, el tren de marlos; la voz de Deolindo, su ladero de andanzas, llamándolo en la hora de bronce; esa fiesta que atrajo a tantos vecinos, cuando lo hirieron al “Tape” Aguirre; las campanitas de risas y las flores silvestres y el beso de la luna llena…
Cunumí parece definitivamente atrapado en mágica urdimbre. Pero el duende acerca su boca hecha de trampas a un oído ansioso; susurro falaz, con premio y exigencias. Y a Cunumí se le libera el ánimo en el regreso a un sosiego de pichicas.
Deolindo es rival o amigo según el juego. Ahora incita: -“Vamo´ a juntar huevo´ de teru”…. -“No, mejor vamo´ al montecito” -dice Cunumí. De acuerdo, al monte. A ese lugar de sonidos apretados, de súbitas penumbras, de calma traicionera. Algo especial para dos aventureros que, a escondidas, salen en busca de cambios. Llevan como escudo la ingenuidad. Armas: dos hondas cansadas.
Conversan. Detrás de cada frase de Cunumí se esconde una orden que viene de la espesura… La voz suena como siempre, del claro mundo niño. Pero los pasos no se detienen en ninguna parte porque algo-alguien mueve los labios y los pies de Cunumí, que avanza sin cautela arrastrando a Deolindo en el éxtasis y el riesgo.
Enfrente, despierta la hojarasca; las ramas tiemblan y forman un vano de miedo. Allí está la forma y el trágico esplendor del que guía…
Deolindo amaga un débil gesto; recoge un terrón y, cargada la honda, estira su brazo para fundir a esa presencia en trozos de oropel o en polvo de ilusiones. El brazo cae.
Duende entero duende con agallas, dominador y terrible. Su poder alcanza lejanías inconcebibles. Se mete en el alma de las cosas. Le basta mostrar los dientes en un remedo de alegría; la verdad, la única, es su pasión de encallecido y el aciago fin que busca.
Cunumí accede a ser su cómplice. Desde la vez anterior, un cosquilleo insistente lo martiriza, como si una luciérnaga se le prendiera en el pecho. Esa lucecita le sirvió para tentar a su acompañante; en la misma trama se entrelazan sus destinos. Ahora suspira aliviado. Ha dejado de ser el inocente; pero ya no lleva es carga abrumadora…
El duende se atrasa hacia su reino mientras les tiende la mano y los atrae en ese andar que parece venir y solo se resuelve en un escorzo donde anida el adiós. Cada paso hacia adelante es un continuo regreso al origen; es una lenta e inexorable despedida donde se pierde el envoltorio y se suelta definitivamente esa inconsistencia que sirve para añorar las dimensiones y los hechos. Cunumí y Deolindo decrecen… Ráfagas malditas deshacen sus ropas. La paz se asienta cuando los dos, luego de raptar sobre un colchón de hojas, alcanzan la condición fetal. Los recibe el enorme placenta del mundo.
En el rostro del duende se esboza una sonrisa, reflejo de extraña beatitud tanta, que parece acusar el orgasmo.
En la puerta del rancho, la madre de Cunumí aparece gris, demudada. Presiente algo aterrador. Grita; en un llamado que arranca de su misma carne. Se aferra al hijo perdido con un largo reclamo que pretende hacerse sólido para poder rescatar lo que ama.
Desde el monte, en ramalazos posesivos, le responde la voluntad del impiedoso.
Y la mujer, los ojos de espanto, alcanza a intuir que en su vientre un nuevo ser comienza a golpear, como si eso tuviera urgencia por salir al sol…

Maidana, Efraín 
En: Cuentista correntinos, vol. Corrientes
Fondo Editorial S.A.D.E., Corrientes, 1981

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Nueva Escuela 17: Lengua ¿Qué es un texto?

¿QUÉ ES UN TEXTO? 
La pregunta suena a perogrullo. ¿Quién no sabe qué es un texto? Vivimos rodeados de textos ya que no existe la posibilidad de pensar la comunicación sin que ésta se concrete en textos. 
Pero no es tan sencilla la definición de TEXTO como parece a simple vista. Como puntualizan Lozano y otros en Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual (1982) “Una primera aproximación al concepto texto no es proporcionada en un sentido amplísimo por Lotman y la llamada Escuela de Tartu (y la semiótica soviética en general, herederos de M. Bajtin), quienes lo consideran como ¨conjunto sígnico coherente¨. De un modo todavía más abierto suelen referirse al texto como ¨cualquier comunicación registrada en un determinado sistema sígnico.¨ 
Desde este laxo punto de vista hablan de un ballet, de un espectáculo teatral, de una conversación, de un cuadro o de una obra literaria como textos.” 
Pero la tendencia de otras teorías lingüísticas es considerar al TEXTO como producto restringido al campo verbal. Dos posiciones extremas son, por un lado, los teóricos que consideran al texto solo a la producción escrita y fundamentalmente literaria y, por el otro, las corrientes que extienden su consideración al carácter comunicativo (que significa ver el texto como producto de una actividad verbal de carácter social, lo que implica destacar en él la intención del hablante y la situación comunicativa en la que se produjo) y a su carácter estructurado, (que significa la existencia de reglas propias del nivel textual que rigen tanto la producción oral como la escrita) 
La mayoría de las corrientes acuerdan en que el texto es una unidad lingüística comunicativa que concreta una actividad verbal con carácter social en que la intención del hablante produce un cierre semántico-comunicativo, de modo que el texto es autónomo
Como el texto es un producto de comunicación social, el hablante respeta las reglas textuales así como las del sistema de la lengua para la producción de oraciones que componen el texto. 
Si esto no ocurre, la calidad de la comunicación se ve empobrecida. 

Texto/Discurso/Enunciado 
¿Qué diferencias hay entre texto, discurso y enunciado? 
Algunas escuelas lingüísticas utilizan el término discurso -como la francesa y la anglosajona- con un valor bastante aproximado al de texto que acabamos de describir. 
Sus características: “unidad igual o superior a la oración, con un principio y un final, que constituye un mensaje” lo acercan lo suficiente como para considerarlos sinónimos. 
Para Van Dijk, T. (1977), “texto es un concepto abstracto que se manifiesta o realiza en discursos concretos”: si bien es útil esta distinción terminológica ya que caracteriza dos niveles de abstracción sin embargo, no se ha extendido. Lo mismo ha sucedido con el término “enunciado” que caracteriza “todo producto del habla, con sentido unitario”. Son tan próximas las definiciones que los teóricos suelen usar estas expresiones indistintamente. 

El texto como objeto de descripción 
Ya habíamos mencionado que Van Dijk, Teun (1978) en La ciencia del texto considera el texto como un constructo teórico -es decir que el concepto texto es una abstracción que se concreta a través de distintos discursos que el emisor elige según su objetivo comunicativo- que debe ser abordado interdisciplinariamente: desde la lingüística, piscolingüística, la teoría de la comunicación, etc. Entonces, podemos decir que el texto se caracteriza por ser un formato no plano, por presentar DIMENSIONES y NIVELES. Las DIMENSIONES son aquellos aspectos visibles por ser de superficie y están conformadas por el plano notacional, morfológico, sintáctico, semántico y pragmático, los NIVELES están conformados por los planos superestructural, macroestructural, microestructural, estilístico y retórico que permanecen ocultos, ya que son verdaderos esquemas conceptuales, hasta que los lectores los proyectan en una representación mental del texto en un proceso de comprensión. 
La figura de un cubo permite captar la idea de que los textos son producidos y comprendidos a través de DIMENSIONES interconectadas entre sí y NIVELES relacionados con las dimensiones (Marro, M. y Dellamea, A. Producción de textos, 1993)


Caracterizaremos brevemente las DIMENSIONES y los NIVELES ya que se volverá a varios de ellos a lo largo de la exposición. 
1. Dimensión notacional: toma en cuenta las distintas características de la oralidad y la escritura, cada una de ellas con exigencias propias. La escritura tiene normas más estrictas que la oralidad, muchas de ellas debido a la ausencia del interlocutor. Deben cumplirse las normas ortográficas, de puntuación y de diagramación que la elección del tipo de texto exige. Cuando se lesionan las normas notacionales, se dificulta notoriamente la construcción del significado. Estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta por el docente ya que el trabajo escolar es el que debe proveer estas habilidades al alumno para un desempeño adecuado ante cualquier demanda de la vida. 
2. Dimensión morfológica: normalmente, el hablante tiene internalizado los mecanismos de formación de palabras. Aun así, las tareas de revisión de los enunciados son importantes ya permiten poner en común dificultades o errores en el uso de los distintos accidentes: género, número, tiempo y modo verbal, caso (del pron. personal) 
3. Dimensión sintáctica: las reglas sintácticas nos permiten reconocer qué oraciones pueden considerarse bien construidas. 
Hay reglas de orden que no pueden ser vulneradas (por ej.: articulo-sustantivo) y otras son más flexibles; lo que permite que el emisor maneje el orden sintáctico de acuerdo con su intención comunicativa. 
Así se explican las rupturas al llamado orden canónico (sujeto-verbo-objeto directo-objeto indirecto-circunstanciales), puesto que el emisor puede colocar al inicio de la oración otro elemento que no sea el sujeto, topicalizándolo, es decir, ubicando como tema para el que se realizará un comentario. 
Esta ubicación a la izquierda de elementos que habitualmente ocupa lugares hacia la derecha puede ser ocupada, por ejemplo, por el verbo: Vino Julián y se llevó el libro; o por el OD: Alfajores santafecinos trajo de su viaje. 
4. Dimensión semántica: toma en cuenta no solo el significado general o convencional de las palabras (o grupo) sino también las relaciones entre esos significados y la realidad, es decir, las relaciones referenciales. 
5. Dimensión pragmática: permite estudiar las relaciones entre el texto y los usuarios porque, al considerar el texto como actividad, éste realiza un acto que está íntimamente ligado con los conocimientos, creencias, opiniones y comportamientos sociales. 

Caracterizaremos ahora cada uno de los niveles de texto: 
a) Nivel superestructural: permite dar cuenta de los diferentes tipos de texto ya que son planes de asignación de formato global al texto. Así, el receptor reconoce si ha escuchado o leído una narración, una argumentación, etc. 
b) Nivel macroestrucutral: es una representación abstracta del significado global del texto. El receptor logra asignar un tema al texto y advertir así que este responde a una unidad temática que hace que el texto sea un todo significativo. Por ejemplo, podrá advertir que la idea central que organiza el texto es “la defensa del honor”, “el odio destructor” o “la defensa de los derechos humanos”, etc. Esta estructura permite distinguir un texto de un no texto. 
c) Nivel microestructural: denota la estructura “local” de un discurso, es decir, la estructura de las oraciones y las relaciones de conexión y de coherencia entre ellas. Esta coherencia local se establece mediante las relaciones lógicas que se genera entre las proposiciones, relaciones de causa efecto, de condición-consecuencia, de medio-meta, etc.; por las relaciones temporales que pueden estar marcadas por adverbios, conectores, verbos que indican la simultaneidad o no de los acontecimientos. También en este nivel local se encuentran las relaciones funcionales por medio de las cuales el emisor ejemplifica, amplía, limita, rectifica o refuerza la información u opinión brindada. 
d) Nivel estilístico: los distintos campos de la actividad humana determinar una elección particular de medios léxicos, gramaticales, fonéticos, gráficos; imponen un uso particular de las DIMENSIONES de los textos que se producen en cada ámbito social. Por eso, puede hablarse de distintos estilos: didácticos, científico, administrativo, judicial, periodístico, etc. 
e) Nivel retórico: estudia los usos persuasivos del lenguaje que, tienden a legitimar el estilo del texto. Este nivel se preocupa por analizar la eficacia que este discurso tiene con respecto a una audiencia. El escritor o el hablante deciden utilizar las estructuras retóricas cuando buscan incrementar en el receptor la aceptación de lo que dice, para que no duden de él, para que obedezcan lo que se ordena, etc. Son mecanismos de convencimiento de la audiencia y siempre son intencionales. 
Estas DIMENSIONES y NIVELES serán retomados al final del apartado 7 para organizar una guía de corrección de la producción escrita. 

Propiedades fundamentales del texto 
Las propiedades básicas del texto son dos: coherencia y cohesión
La coherencia implica que se perciba el texto como un todo; la cohesión supone que las oraciones están conectadas entre ellas por elementos concretos. 
Abordaremos ahora cada uno de estos aspectos. 
LA COHERENCIA: es una propiedad semántica de los discursos. Esto se logra porque las partes del texto están conectadas de modo que forman un todo significativo. 
Lo común es que un texto esté formado por más de una oración, de modo tal que el hablante ha debido generar relaciones interoracionales para que todas ellas respondan a un tema unitario y así pueda conformarse la macroestructura textual. 

Reconociendo la coherencia de un texto 
Cuando no hay coherencia, se dice que hay un no-texto. Para reconocerlo, se aplican al texto las macrorreglas operacionales: la omisión, que consiste en eliminar información que no resulta relevante para el resto del texto; la generalización, que implica reemplazar una secuencia completa de proposiciones por otras que las contiene (por ej.: “Le agradan el tenis, el paddle, la natación” por “Le agradan los deportes”) y la construcción, que consiste en reemplazar una secuencia de preposiciones por una proposición que refiere el hecho como un todo (por ej.: “Limpié la cocina, el baño el dormitorio, el patio” por “Aseé la casa”), se obtiene la preposición macroestructural que da cuenta del significado global del texto, es decir, es su resumen. La experiencia comunicativa nos permite advertir que cuando esto no puede llevarse a cabo estamos en presencia de un no texto
Veamos un ejemplo: Bajo el titulo “Miro a través del vidrio mojado” escribe Claudia de 6° grado. 

TEXTO 1 
Yo soy una niña muy obediente hago lo que mi madre me dice. Yo siempre cuando llueve, miro a través del vidrio mojado, miro hacia el patio de mi casa como todos los vidrios de las casas se mojan. 
Y de pronto mi mamá me llama y me dice ya es tarde. 
(El texto ha sido respetado) 

Como podemos observar, la niña no ha podido conformar un texto: la primera oración expone una característica de su personalidad en la relación madre-hija. La última oración vuelve a retomar los mismos actores pero no existe relación con lo enunciado anteriormente. La madre simplemente anuncia que “ya es tarde”. Sólo la segunda oración responde temáticamente al título y la pequeña la ha insertado sin coherencia con apertura y el cierre, pero sí con el título. Se la intenta cohesionar con la primera y la última por el ambiente: la casa, la ventana pero es evidente que la niña, al querer presentar el marco de “mirar a través de la ventana” desplazo en forma incoherente el centro de atención hacia una característica de comportamiento que nada tiene que ver, ni siquiera con la oración de cierre. Esta lección a la microestructura repercute en la macro. 
Pasemos a otra producción escolar. 

TEXTO 2 
Calle de otoño 
En la calle de otoño hay muchas hojitas secas, que con el viento van arrastrándose por el suelo frío y aislado de la calle. 
Los niños juegan a la ronda, y patean las hojitas como si fueran pelotitas de goma. 
A la mañana los chicos van a la escuela y se abrigan con guantes, campera y bufanda, los árboles están pelados sin una hojita en sus ramas, y todo está silencioso en la calle de otoño. 

Vemos que este texto es mucho más coherente que el n°1. Como texto descriptivo desarrolla el tema propuesto por el título desde planos más generales “en las calles hay muchas hojitas” hasta más particulares “niños que juegan y patean las hojitas”. Una de las oraciones se integra con el campo semántico “baja temperatura” por lo que no lesiona la macroestructura que organiza el texto como unidad (“A la mañana los chicos…”) 
Así observamos que la coherencia temática y la progresión (desarrollo del tema) son condiciones indispensables para la conformación textual. 

Más elementos para reconocer la coherencia 
Otro factor decisivo para la coherencia textual lo brinda la forma de distribución del contenido textual. Las culturas ya han instaurado modelos de tipos de texto y de formatos que facilitan la recepción y comprensión del mensaje ya que indican cómo deben ser leídos los textos (por ejemplo: una carta, un afiche publicitario, etc.). Esto conforma la superestructura textual. Si bien no se ha llegado aún a conformar una tipología textual, la experiencia comunicativa nos permite saber si el texto es narrativo, informativo, procedural o instructivo, (por ejemplo, una receta de cocina), etc. 
Por eso, si el texto no responde a esa anticipación, tal vez no podamos comprenderlo o debamos rectificar nuestra hipótesis a medida que este progresa. Dejamos de lado aquí los textos que buscan esta ruptura como recurso estético. 
Nos dificultaría la lectura, por ejemplo, que un texto publicitario se presentara así: 

TEXTO 3 
Dos deportes 
En una avenida céntrica se enseña paddle y tenis. En la avenida XX al 5400, debajo del puente de J.B. Justo, ha abierto una escuela para la enseñanza del paddle y del tenis. Allí se puede concurrir para tomar clases individuales o grupales. En caso de que se tenga conocimiento de alguno de estos deportes se podrá entrenar con profesores especializados. 

En lugar de así:

Trabajar estos modelos convenidos socialmente para los distintos tipos de texto proveerá al alumno de una serie de instrumentos que hará más eficiente la comunicación. 
Por ejemplo, el lector del periódico ya está habilitado a que una noticia comience por un resumen a través del título y del primer párrafo que contienen los datos más importantes (qué pasó, quién lo hizo o a quién afecta, cuándo, cómo, dónde) y luego encontrar información más detallada, más específica. La noticia periodística tiene una superestructura canónica como se ve en el siguiente esquema:
Verifiquemos en la siguiente noticia si cumple en su totalidad o en parte el esquema estructural:

Tanto en el titulo “Desvalijan a un matrimonio…” como en el 1° párrafo ya están presentes los elementos fundamentales:
  • qué paso: Estafaron a un matrimonio 
  • quiénes: dos estafadores 
  • a quiénes afectaron: a un matrimonio 
  • en cuánto: en $18000 
  • dónde: en la ciudad de Ramírez 
  • cómo: mediante la interpretación de mensajes del “más allá” 
  • cuándo: la fecha no figura en la noticia pero se infiere por la fecha del periódico, 7 de agosto, que debe haber acontecido por esos días. 
Luego aparece el desarrollo cronológico: primero acude el matrimonio a estos manosantas en busca de curación, luego regresan ya que era notoria la mejoría, (el cobro pasa de $20 q $400) y por último caen en el ardid de los estafadores en $18000. 
Al llegar al último párrafo, el lector espera el cierre de la noticia con el reconocimiento de la estafa por parte del matrimonio y su denuncia pero no resulta así; el redactor indica que supuestamente la estafa pretendía ser mayor pero no sabemos, como lectores, qué destinó al fracaso este intento de los delincuentes ni cómo se decidió el matrimonio a realizar la denuncia. 
Todos estos datos deben ser inferidos por el lector. El esquema general ha sido cumplido pero existe una falla en el desarrollo de la nota. Por descuido del redactor o por razones de diagramación se cortó la noticia sin advertir el vacio que se producía en la información. 

Estos planes son organizados formales de producción y al mismo tiempo operan como planes de lectura de los textos. Cuando esta organización no se logra, se obliga al lector -si esto es posible- a responder un orden para poder comprender el texto. 
Veamos la siguiente nota de reclamo reproducida textualmente en la que solo se han ocultado los datos que permitirían reconocer a los actores. 

TEXTO 4 
General Lavalle, 28/11/1993 
Sr. Gerente de 
H. Yrigoyen 25 
Buenos Aires: 
De mi consideración: 
No quiero dejar pasar más tiempo del ya transcurrido, dado que hace dos meses efectué la compra debido a las indicaciones que la propaganda por televisión para más datos Canal… lo hice al pedido tal cual las indicaciones, pero hasta la fecha toda infructuosamente, por lo tanto insistí en dos oportunidades y me indicaron que venía en viaje, y yo en tono de sorna de manifesté si lo mandaban a pié… y el tiempo transcurrido me están dando la impresión. 
Esta tan bien hecha la propaganda que tanto yo como mi señora no quisimos quedarnos afuera de esta compra de la “Frigidiet” y pensamos que sería una comodidad y saludable para hacer los comestibles en el hogar, por lo tanto elegimos pagar por el contra reembolso por correo. 
(…) 

Observamos que para tomar conocimiento del objeto del reclamo tenemos que llegar al tercer párrafo. Los dos párrafos anteriores hacen hincapié en el tiempo transcurrido, explican las razones del pedido y de anteriores reclamos. El hecho de desconocer que la organización esperable es que en el primer párrafo aparezca claramente el motivo del reclamo -la compra de una “Frigidiet”- complica el plan de lectura y obliga a un esfuerzo al receptor. El emisor se ha dejado ganar por un impulso emotivo: su obediencia a las órdenes impartidas para la compra para que no produjeron el efecto deseado, la falta de respuesta a sus reclamos que provocan su relación sarcástica, su “caída en la trampa” del aviso publicitario, la búsqueda de comodidad y salubridad para su hogar, fueron prioritarias en la organización del texto. 
El receptor podía no estar interesado en estos aspectos, incluso pudieron provocar que no hiciera el esfuerzo para encontrar el tema del reclamo, lo que redundaría en un daño para quien reclama. 
Estas dificultades se observan a diario, hasta solicitar a los alumnos que compongan cualquier solicitud o nota de cualquier tenor para que se observen estas características.

Algo más que oraciones 
Otra de las propiedades fundamentales de un texto es 
LA COHESIÓN: para que un texto sea cohesivo es necesario que el emisor haya vinculado entre sí las oraciones mediante los elementos que marcan las relaciones semánticas. La cohesión permite apreciar en conjunto las oraciones, por eso, se dice que es una relación interoracional que permite que las oraciones se organicen en textos. De este modo, un texto no es la suma de las oraciones que lo componen, aun cuando éstas constituyen sus elementos básicos, sino que es el producto de relaciones transfrásticas (entre oraciones) que se instauran en él. 
Son numerosos los procedimientos que se usan normalmente para asegurar la cohesión. Los más generalizados son la referencia, la elipsis, los conectores, la reiteración léxica y la repetición total o parcial de construcciones. Como son elementos importantes para reconocer o producir la cohesión del texto -y sobre todo para poder trabajarlos con los alumnos-, nos detendremos con algún detalle en cada uno de ellos. 

a) La referencia: es la relación que se establece entre las expresiones contenidas en el texto con el mundo exterior. Esta relación produce una referencia hacia afuera del texto, hacia el contexto de enunciación (referencia exofórica). 
El sistema lingüístico cuenta con recursos especiales para la referencia: los pronombres personales que señalan a los actores del acto comunicativo -yo, vos, usted, (tú), nosotros, ustedes, (vosotros)- o a las personas contenidas en el mensaje -él, ella, ellas, ellos-, las formas clíticas de estos pronombres: me, te, nos, lo, la, le, etc.; los pronombres posesivos y demostrativos ligados a los pronombres personales; los adverbios pronominales ligados también a los actores comunicativos: aquí, allá, arriba, abajo, hoy, mañana, etc. 
Esta referencia exofórica se realiza a través de la deixis que indica cómo los elementos de ese contexto -el emisor, el receptor, el espacio, el tiempo, el ámbito, el objetivo comunicativo- aparecen en el texto, siempre desde la perspectiva del emisor. 
Cuando la comunicación se produce en presencia de los actores comunicativos, es decir, que se comparte el ámbito de la enunciación, este señalamiento cohesivo suele acentuarse por ostensión, por señalamiento gestual o de la mirada, por ejemplo: “Mírame este ojo a ver si tengo una basurita” implica que el emisor o señala o se acerca para mostrar el ojo en que siente la molestia. 
Esta experiencia comunicativa permite reconocer estos señalamientos en un texto escrito en el que hay que recuperar todos estos elementos que están ausentes ya que no se comparte la situación de comunicación. Muchas veces, la falta de conocimiento de mundo hace que la recuperación de este tipo de referencia sea muy pobre, lo que deteriora y aun impide la comprensión del texto. Esto se advierte en la tara escolar cuando el alumno se ve enfrentado con textos en los que el mundo referencial es tan lejano, extraño o desconocido que el estudiante poco o nada puede retener de él, simplemente porque no logra instaurar en plenitud todos estos elementos de referencia. 
Un caso típico de esta dificultad de otorgar sentido a un texto por desconocimiento de la situación comunicativa no compartida la ofrecen los chistes políticos en los cuales podemos comprender el significado de las palabras pero no el sentido del texto. Véase un ejemplo:



Si no contásemos con el pie explicativo, que sigue, el texto carecería de sentido. 

Dos aspectos de las elecciones municipales realizadas en enero de 1932: la profusión de candidatos frente a la escasez, de electores y la bancarrota del socialismo independiente. 
NOTICIAS GRÁFICAS (en la sección fija “Noticias de la semana”), 17 de enero de 1932. Dibujo de Linaje. 





En los textos escritos desempeña un papel decisivo el otro tipo de relación referencial que establece conexiones en el interior del texto (referencia endofórica). Los elementos de referencia más utilizados para estableces esta relación son los pronombres personales y sus formas clíticas, los pronombres relativos, el artículo definido. En términos generales estos elementos son correferenciales, es decir, que se ligan con un elemento que los antecede (referencia anafórica) o que los postcede (referencia catafórica): Miro el patio que está mojado
Eso no te lo perdono: que me hayas ocultado tu preocupación. 
En este ámbito de las referencias internas al texto es donde se advierte la necesidad de trabajar reflexivamente con los alumnos los casos más generalizados de uso erróneo. Se ha hecho muy extendido hoy, aun entre gente de no escasa cultura, el uso de relacionante donde con antecedente que no expresa lugar: Las palabras donde más se notó su furia las dijo casi gritando
Quien/es también suele ser mal utilizado: Los animales a quienes más se persigue son los de alto valor comercial
Es vacilante la correferencia del pronombre le/les: Le disparó a los ladrones

Solo se hace en estas líneas un advertencia muy general ya que se dedicará un módulo especialmente para trabajar a partir de este error. 

b) La elipsis: constituye un blanco que el receptor o el lector deben llenar con un elemento que ya ha sido mencionado en el texto. Ese elemento puede abarcar desde una palabra hasta una oración completa. Este recurso evita las repeticiones innecesarias que harían tedioso un texto. 

-¿Tenés ganas de ir al cine? 
-Tal vez (tenga ganas de ir al cine

Julio trajo las bebidas y yo (traje) las galletitas. 

c) Conectores: expresan las relaciones semánticas entre las oraciones. Es una de las estrategias de cohesión más ricas que posee la lengua y tal vez una de las más descuidadas para su apropiación. 
Los conectores expresan relaciones lógico-temporales, lógico-causales, de condición, de concesión, de finalidad, de restricción, de ubicación, de orden, de progresión, etc. 

Principales conectores 
Figura a continuación un listado no exhaustivo de conectores que establecen las siguientes relaciones. 
Causa-efecto: porque, ya que, puesto que, debido a que, a raíz de que, por eso, por ello, de ahí que, por esta causa, por lo dicho, por esta razón/causa, etc. 
Finalidad: para, con el propósito de, con la finalidad de, con el objetivo de, a fin de, en procura de, a efectos de, etc. 
Ampliación: añadamos a esto, además, y/e, o (con valor de copulativo) de la misma manera, paralelamente, conjuntamente, etc. 
Tiempo: antes, anteriormente, días atrás, la víspera (marcan anterioridad); después, posteriormente, a continuación, luego, más tarde (marcan la posterioridad); ahora, ya, en este mismo momento, actualmente, mientras, cuando, simultáneamente, en tanto (marca simultaneidad) 
Espacio: aquí, allá, ahí, al lado, cerca, lejos, arriba, al costado, en este lugar, donde, debajo, dentro, encima, etc. 
Condición: si, siempre y cuando, en caso de que, siempre que, con la condición de que, toda vez que, etc. 
Concesión: pero, si bien, aun cuando, aunque, pese a que, a pesar de que, sin embargo, empero, etc. 
Manera o modo: así, de la manera como, del modo como, a diferencia de, conforme a, según, tal como, etc. 
Contraste: a diferencia de, en oposición a, no obstante, sin embargo, al contrario, en cambio, contrariamente, etc. 
Ejemplificación: así, de esta manera, de este modo, por ejemplo, en otras palabras, para ejemplificar, es decir, o sea, esto es, lo que quiere decir, con otras palabras, etc. 
Orden: en primer/segundo/…/lugar, previamente, luego, a posteriori, a continuación, más adelante, anteriormente, etc. 
Conclusión: finalmente, para terminar, por último, para concluir, en definitiva, sintetizando, etc. 
Énfasis: destaquemos que, lo que es más importante, resaltemos que, subrayemos, incluso, aun, etc. 

Es común encontrar en un trabajo de aula el siguiente enunciado: “La zona ganadera más rica del país es la de la pampa húmeda. Allí crecen pasturas naturales en abundancia. Los animales encuentran con bastante facilidad de alimento”. 
El alumno no ha podido expresar léxicamente la relación de causalidad que uno la primera oración con la segunda …pampa húmeda porque allí… ni la consecuencia entre la segunda con la tercera …en abundancia de modo tal que los animales… 
Es muy común que en la narración el estudiante olvide señalar las instancias temporales y sólo quede librado al esfuerzo del lector, por su conocimiento del mundo, que las acciones han sido sucesivas. 
El siguiente texto, que se ofrece parcializado pero respetando en su redacción, es un ejemplo de la dificultad para establecer mediante conectores los momentos temporales correspondientes. 

TEXTO 5 
Mi cumpleaños de diez años 
(…) A la mañana temprano sonó el despertador, yo salté como un resorte, mi mamá me dio un beso diciéndome felicidades, fui hacia el baño me higienicé y me vestí. 
Bajé hasta la puerta de calle a esperar el micro, llegó temprano. 
Una compañera me saludó porque no podía asistir a la fiesta. 
El micro terminó el recorrido y llegamos al colegio. Voy al aula y las chicas me cantaron el feliz cumpleaños. La maestra me saludó y comenzó la clase. Tocó la campana del recreo y las chicas me hicieron la malteada. Llegó la hora de irnos. Eran las doce. 

Si bien es su uso cotidiano la niña no desconoce cómo se marca el paso del tiempo: después, al rato, más tarde, luego, pasado un tiempo, a las dos horas, etc., no los incorpora en su relato en el que la sucesión de acciones marca el transcurso temporal. 

d) Reiteraciones léxicas: a veces en un texto se repite la misma palabra (o grupo de palabras) o se realiza una reiteración conceptual mediante sinónimos, cuasi-sinónimos, hiperónimos, hipónimos, antónimos y procedimientos de colocación en un campo conceptual o semántico. 
Sinonimia: Compró una casa enorme; era el hogar soñado. 
Cuasi-sinonimia: El avión comprado por Aerolíneas Argentinas es un Jumbo 747. La aeronave cubrirá los vuelos a Nueva York. 
Antonimia: ¿Por qué vivir en la discordia si la comprensión es tan benéfica? 
Hiperonimia (es una relación de inclusor-iacluido: un constituyente es recuperado por otro que lo contiene por ser más general): Los claveles rojos son mis flores preferidas. 
Hiponimia (es la relación inversa a la anterior: el incluido reitera el concepto de su incluso, es más específico que éste): De los animales domésticos prefiero el gato. 
Colocación: Fuimos al tren fantasma pero no nos asustamos ni el toro feroz ni los cuerpos muertos ni los murciélagos ni las telas de araña ni la mujer degollada no los gritos. Es para chicos más chicos que se pueden impresionar. 

e) Repetición total o parcial de construcciones: En un texto generalmente se recurre a parafrasear, es decir, a sustituciones conceptuales que evitan la monotonía de repetir las mismas expresiones. Esta es una ejercitación que debe ser permanente en el aula de modo tal que el alumno cuente con un abanico de posibilidades para expresar los mismos conceptos. 

El siguiente texto es un ejemplo de dificultad para la expresión de una situación habitual: “Nos pusimos a jugar en los juegos hasta que llegó la animadora; comimos algo y fuimos al gimnasio y jugamos carreras, saltamos y jugamos. Volvimos a comer y cortamos la torta y corrimos otra vez y dejamos de jugar porque a los chicos los venían a buscar.” 

No es necesario recurrir a un léxico poco habitual pero si que el trabajo del aula brinde al alumno la oportunidad de practicar estos recursos. 


BIBLIOGRAFÍA BÁSICA 
Ø BERNARDEZ, E.: Introducción a la lingüística del texto, Espasa-Calpe. Madrid, 1982. 
Ø LOZANO, J., PEÑA MARIN, C., ABRIL, G.: Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, Cátedra, Madrid, 1982. 
Ø MARRO, M., DELLAMEA, A.: Producción de textos. Estrategias del escritor y recursos del idioma, Docencia, Buenos Aires, 1993. 
Ø VAN DIJK, T.: La ciencia del texto, Paidós Comunicación, Bs. As., 1973.