martes, 14 de junio de 2022

La que se casó con el encanto

Belén era una muchacha muy agraciada de rostro y de cuerpo que vivía cerca de la laguna de Tacarigua. Un día enfermó con fiebres y en sus delirios hablaba de un hombre de blanco que al pie de la cama le decía:
–Prepárate. Tú te vas conmigo. Nos vamos a casar.
–¿Y adónde me llevarás?
–Vamos a vivir en la laguna.
Semanas después la muchacha se alentó y fue al primer baile, en las fiestas patronales. Al día siguiente, al salir de la iglesia, sintió frío.
–Ahí está el hombre -le dijo a una amiga-, ahí, entre los árboles.
Pero la amiga nada vio.
Unos días después, una tarde en que hacía mucho calor, Belén y sus amigas fueron a bañarse al pozo del rio Capaya, que cae en la laguna de Tacarigua. Se desnudaron y se deslizaron en las aguas verdes y transparentes. Nadaron con el sol caliente brillándoles en el pelo. De repente, Belén desapareció. Fue como un susurro y una sombra debajo del agua. Nada más.
Las muchachas salieron temblando del pozo. Se vistieron a la carrera y con las ropas húmedas llegaron al pueblo:
–Belén desapareció en el pozo. Seguro que ha sido el encanto que se la ha llevado.
Nunca más se supo de Belén. La madre recorrió el río y la laguna lanzando sal a las aguas, pidiéndole al encanto que le devolviera a su hija. Pero todo fue en vano.
Meses después corrió una noticia extraordinaria: la madre había recibido carta de Belén. Era un papel verdoso y húmedo, como hecho de algas, pero en el que se leía con claridad. Belén se sentía feliz casada con el encanto. Vivía en el fondo de la laguna en una casa hecha de espumas, cabalgaba sobre guabinas doradas, se sentaba en asientos de culebras enrolladas y mandaba sobre las corrientes y las olas.
Pasó mucho tiempo sin noticias de Belén. Años después, un hermano suyo, pescador de mar, una tarde vio saltar un rojo pargo a la arena de la playa. Corrió y lo mató. Pues bien, cuando abrió el pescado, halló en su vientre un papelito doblado. Y en el papelito decía:
“Belén les manda saludos”.

Relato venezolano recogido por Juan Pablo Sojo.
En: Cuentos de lugares encantados.
Coedición latinoamericana.
Aique Grupo Editor, 1993.

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