martes, 30 de julio de 2013

Autómatas (1ª parte)

Autómata, del latín automăta y este del griego automatos (αὐτόματος), espontáneo o con movimiento propio. Según la RAE, máquina que imita la figura y los movimientos de un ser animado. Según el diccionario Larousse, un autómata es una máquina que, por medio de la mecánica, neumática, hidráulica, eléctrica o electrónica, es capaz de imitar los actos de los cuerpos animados. Un equivalente tecnológico en la actualidad serían los robots autónomos.

HISTORIA DE LOS AUTÓMATAS
Árboles y pájaros artificiales aparecen en muchas referencias de embajadores y viajeros medievales a Oriente. También en América hallamos casos extremos de naturaleza artificial: un jardín en Cuzco «de oro y plata», donde, según describe el Inca Garcilaso, «havía muchas yervas y flores de diversas suertes, muchas plantas menores, muchos árboles mayores, muchos animales chicos y grandes (…) mariposas y pájaros y otras aves mayores del aire, cada cosa puesta en el lugar que más al propio contrahiziesse [imitase] a la natural que remedava». Había también un gran maizal y árboles frutales «con su fruta toda de oro y plata», incluso leña y también «grandes figuras de hombres y mujeres y niños, vaziados [es decir, formados] de lo mismo (…) todo para ornato y mayor majestad de la casa de su Dios el Sol»

Reloj de la Catedral de Well, 1386-1892 
En la Europa cristiana, al final de la Edad Media, los autómatas ocupaban algunos lugares cortesanos de recreo y muchos de los relojes públicos de las catedrales o ayuntamientos. El reloj del medievo fue inicialmente una ambigua mezcla de representación y seguimiento del cosmos; sin embargo, pronto le fueron añadidos elementos más domésticos y bizarros: gallos que cantaban las horas, androides que golpeaban las campanas o conjuntos de autómatas que desfilaban, saludaban o representaban pequeñas historias a las horas principales.


Siguiendo los consejos de Vitruvio, la mecánica fue una parte esencial en la formación de los artistas del Renacimiento. Artificios de diverso tipo se encuentran entre las más famosas realizaciones de algunos de ellos, como el Paradiso de San Felice diseñado por Brunelleschi para la Fiesta de la Anunciación en Florencia o, más adelante, los ingenios de Leonardo para la Festa del Paradiso en la Corte milanesa de los Sforza Además, la máquina automática frecuentemente asumirá o proclamará, en los siglos XVI y XVII, una particular idea de armonía del mundo, una concordia de lo diverso, que vemos reflejada no solo en las disquisiciones teóricas de la época sino también dentro de los jardines y en las colecciones y gabinetes de príncipes, aristócratas e intelectuales.
Conceptos como lo fantástico, lo maravilloso, la delicia, son los más adecuados al arte que predomina en las cortes europeas del siglo XVI, y es aquí donde las máquinas inventadas por los sabios de Alejandría para disfrutar y maravillar encuentran su mejor habitat. La deslumbrante unión de música, ruido y movimiento fascinará a toda una época que había perdido la fe en el control racional de la Naturaleza y de la Ciencia y que se sumergía en la fiesta, el teatro, el jardín o la cámara de maravillas como un refugio o una huída frente a un mundo cuya comprensión racional le parecía imposible.
La literatura nos dejará ejemplos fantásticos, pero no menos artificiosas y casi tan sorprendentes son la multitud de fórmulas intermedias entre naturaleza e invención, sofisticadas unas y extravagantes otras, de los jardines reales, no imaginados, del Renacimiento y Barroco. Pensemos en fantasías como las innumerables grutas artificiales que poblaron primero Italia y enseguida toda Europa, en las que los límites entre lo real y lo fingido se diluyen hasta lo insospechable o, también en la frontera entre lo natural y lo artificial, los intrincados tapices dibujados en el suelo por flores y plantas y las figuras esculpidas exclusivamente con elementos vegetales, siempre vivos y sometidos a una poda permanente: ars topiaria la llamaron los romanos y ahora alcanzaría sus realizaciones más artificiosas.
En las páginas del fascinante Sueño de Polifilo, un extravagante y fascinante libro publicado sin firma en Venecia en 1435, plagado de metáforas, fantasías y descripciones de artificiosos jardines, encontramos algunos de sus diseños más enrevesados y extravagantes. Toda la novela es un viaje alegórico al centro de un enorme jardín laberinto, la isla circular de Citerea y al mismo tiempo, con sus morosas descripciones, un repertorio de fascinantes ideas que tendrán gran influencia en los jardines de los siglos siguientes.
Encontramos en el Palacio de la reina Eleuterílida un patio cubierto por una parra «de oro cuyas hojas estaban hechas de espléndida esmeralda escita agradabilísima a los ojos…», sus flores eran imperecederas, «de zafiro y berilo y estaban distribuidas aquí y allá, y los frutos estaban formados de gruesas piedras preciosas o en fingidos racimos de piedrecillas amontonadas, perfectamente dispuestos entre las verdes hojas con gran habilidad, de colorido semejante al natural»… y ve otros tres jardines antes de continuar su marcha: en uno, las plantas «en lugar de ser naturales estaban hechas todas de purísimo vidrio», con sus troncos de oro y «hierbas de muchas clases, realizadas con admirable ejercicio imitando de modo elegante a la naturaleza»; en el segundo «todo estaba maravillosamente realizado en seda: los bojes y cipreses eran de seda, con los troncos y las ramas de oro y gran cantidad de gemas diseminadas», el suelo era «de terciopelo verde, como si se tratara de un prado, y en su centro había una pérgola (…) cubierta por las ramitas de oro de muchos rosales floridos de seda, cuya materia —dice Polifilo— casi juzgaba yo más aceptable por los sentidos que la natural»; en el tercero se invierten los términos y es la naturaleza la que oculta la obra del hombre: «todo era de ladrillo, bellísimamente cubierto de verde yedra, de modo que no estaba a la vista el menor vestigio de las paredes»

LOS PRIMEROS AUTÓMATAS
Antiguamente, se creaban artefactos capaces de realizar tareas diarias y comunes para los hombres, o bien, para facilitarles las labores cotidianas; se daban cuenta de que había tareas repetitivas que se podían igualar con un complejo sistema, y es así como se comienza a crear máquinas capaces de repetir las mismas labores que el hombre realizaba.
Pero no todos estos artefactos tenían una utilidad, algunas máquinas solamente servían para entretener a sus dueños, y no hacían nada más que realizar movimientos repetitivos ó emitir sonidos. Cabe mencionar que los árabes fueron unos maestros en la construcción de autómatas y en la precisión de sus cálculos, y como ejemplo de ello, se puede mencionar que inventaron el reloj mecánico, así como sus grandes aportaciones a la astrología. También los ingenieros griegos aportaron grandes conocimientos a los autómatas, aunque su interés era más bien hacia el saber humano más que hacia las aplicaciones prácticas.
Los primeros autómatas que aparecen en la historia son ingenios mecánicos más o menos complicados que desarrollaban un programa fijo, que no empleaban necesariamente la noción de realimentación.
Históricamente los primeros autómatas se remotan al Antiguo Egipto donde las estatuas de algunos de sus dioses o reyes despedían fuego de sus ojos, como fue el caso de una estatua de Osiris, otras poseían brazos mecánicos operados por los sacerdotes del templo.
Otras, como la de Memon de Etiopía emitían sonidos cuando los rayos del sol los iluminaba consiguiendo, de este modo, causar el temor y el respeto a todo aquel que las contemplara. Fue construida en el año 1500 a. C. por Amenhotep, hermano de Hapu.
Esta finalidad religiosa del autómata continuará hasta la Grecia clásica donde existían estatuas con movimiento gracias a las energías hidráulicas. Esos nuevos conocimientos quedan plasmados en el primer libro que trata la figura de los robots Autómata(año 62) escrita por Herón de Alejandría (10 dC -70 dC) donde explica la creación de mecanismos, muchos basados en los principios de Philon o Arquímedes, realizados fundamentalmente como entretenimiento y que imitaban el movimiento, tales como aves que gorjean, vuelan y beben, estatuas que sirven vino o puertas automáticas todas producidas por el movimiento del agua, la gravedad o sistemas de palancas.
También cabe destacar su “The automaton theatre” sobre su teatro de marionetas mecánicas que representaban la Guerra de Troya. Todos ellos fueron diseñados como juguetes, sin mayor interés por encontrarles aplicación. Sin embargo, describe algunos como un molino de viento para accionar un órgano o un precursor de la turbina de vapor.
También se diseñan ingeniosos mecanismos como la máquina de fuego que abría puertas de los templos o altares mágicos, donde las figuras apagaban el fuego de la llama.
Aunque Heron es el primero en recopilar datos sobre los autómatas otros anteriores a él realizaron sus aportaciones como es el caso de Archytas (428 aC- 347 aC) inventor del tornillo y la polea y famoso por su paloma mecánica capaz de volar gracias a vapor de aire en propulsión. Se trataba de un pichón de madera suspendido de un pivote, el cual rotaba con un surtidor de agua o vapor, simulando el vuelo.
En Roma existía la costumbre de hacer funcionar juguetes automáticos para deleitar a los huéspedes. 
Entre el 220 y 200 a. C., Filon de Bizancio inventó un autómata acuático y la catapulta repetitiva.

Las tres Marías


María Ester, María Luisa y María Emilia. Limpias las tres. Las tres sanas y buenas.
-¡Las tres Marías! -dice Joaquín-. Cuando nosotros dormimos, ellas se van a jugar por el cielo a las escondidas.
María Ester nunca está triste. Ríe de todo. Se alegra con un color, con un silbo, con una palabra. corre, juega, canta. Encarna la alegría porque ella es la risa, el cascabel y el zumbido. Cuando su mamá la acaricia, da en llamarle "Mi pajarito". Y en verdad es como un pájaro. Llena todo el ambiente de optimismo. Contagia su buen humor y a su lado las cosas se hacen con placer.


Su carácter contrasta con el de María Luisa. Ésta es silenciosa, a pesar de su cordialidad. Pero suele tener también arranques de entusiasmo. Le agrada contemplar el cielo, el agua, el árbol. En todo halla poesía. ¡Y hasta hace versos! Conversa con el pino del patio, con el agua del grifo, con las piedrezuelas del jardín.
Y María Emilia, amiga de los libros, vive inquiriendo todo. Pregunta y pregunta. Quiere saber cada día más. De noche duerme abrazando un libro con la misma ternura con que María Ester se entrega al sueño, abrazando a su muñeca de trapo.

martes, 16 de julio de 2013

Alcides


Todos le quieren bien. Es bueno; se le conoce cuando sonríe, cuando habla, cuando mira. Jamás se enoja, y si alguna vez llega a tener mal gesto, a adoptar una actitud un tanto descompuesta, pide disculpas de inmediato.
Para él todo es hermoso. Descubre belleza hasta en un charco de agua turbia.
-Es turbia, pero ¡cómo brilla con el sol! ¿No parece de oro y plata? Y por la noche, ¡cómo se llena de estrellas!
Siempre tiene una palabra buena y generosa a flor de labio, y a flor de mano una caricia. Sus ojos no ven lo malo, porque lo malo no existe para él.


Le disgusta oír hablar a los que ofenden. Encuentra que los que refieren cuentos alteran el contenido de los mismos. No es verdad que el lobo haya devorado a Caperucita. ¡Si él sabe que en el bosque, Caperucita juega con el lobo como con un perrito! Tampoco es verdad que Blanca Nieves fuera perseguida por una bruja. ¡Si él sabe que esa mujer, a quien llaman bruja, da de comer en sus manos a los chingolitos del monte!
Alcides sólo tiene pensamientos limpios y generosos.
-Yo crearé leyendas, y diré la verdad.
Indiscutiblemente las dirá. Porque la verdad siempre ha estado en boca de los niños que aman la vida, los seres y las cosas.

Posa taza...


Curiosidades sobre la antigüedad

1 Los antiguos egipcios adiestraban a los mandriles para que sirvieran las mesas. 
2 Como los griegos no tenían servilletas, para limpiarse los dedos usaban bolitas de miga de pan que luego arrojaban a los perros.
3 En la antigua Roma los plebeyos utilizaban todos los dedos de la mano para comer, de modo que para saber a qué clase social pertenecía a un individuo solo había que observar cómo tomaban el alimento. Si usaban tres dedos, procedían de una buena familia.
4 El faraón Pepi II, para evitar que las moscas se posaran sobre él, siempre tenía a su alrededor varios esclavos desnudos con el cuerpo untado de miel.
5 Según Herodoto, las mujeres egipcias orinaban de pie, mientras que los hombres lo hacían sentados. 
6 Algunas tumbas del antiguo Egipto incluían retretes. Incluso se encontró junto a uno de ellos una caja de adobe que se supone que contenía arena para echarla por encima de las deposiciones de los muertos.
El anticonceptivo más antiguo del mundo, según el papiro de Petri, fueron los excrementos de cocodrilo, que la mujer egipcia se untaba mezclados con miel. Al parecer la mezcla no generaba las condiciones ideales para que sobrevivieran los espermatozoides.
8 Afortunadamente llegaron los griegos, y con ellos grandes avances. Ya no fue necesario que la mujer se sometiera a semejante tormento, porque aquellos sabios varones llegaron a la conclusión de que, para evitar concebir, bastaba con que la mujer se agachara y estornudara tras el acto sexual. Eso debió de simplificar mucho las cosas.
9 El papiro de Berlín, en torno al 1800 a.C., contiene instrucciones para hacer un test de embarazo en el que los antiguos egipcios empleaban cereales humedecidos con orina. Si la cebada crecía, significaba que la mujer esperaba un hijo varón; si crecía el trigo, esperaba una niña. Y si no crecía nada, no estaba embarazada. 
10 En Esparta, las mujeres que morían al dar a luz eran tratadas como guerreros caídos en combate.
11 Las prostitutas de la antigua Grecia llevaban unas sandalias con suelas claveteadas para que al caminar dejaran marcada en el suelo la palabra AKOLOUTHEI (sígueme).
12 En Pompeya se hallaron numerosos graffiti recogidos en el Corpus Inscriptionum Latinarum. Estos, que aparecen en el volumen IV con los números 8442 y 7716 respectivamente, son algunos de los más curiosos:
Inscripción a la derecha de la puerta del bar de Athictus: “Me zumbé a la camarera”. Casa de Pascius Hermes, a la izquierda de la puerta: “Al que cague aquí, cuidado con la maldición. Si la desdeñas, puedes tener a un furioso Júpiter por enemigo”.
13 Para mantener la forma curvada de la nariz de Ramsés II, los embalsamadores la rellenaron con pimienta en grano.
14 Los antiguos egipcios se afeitaban las cejas en señal de luto cuando fallecía su gato. Amaban tanto a estos animales sagrados que matar a uno estaba castigado con la muerte.
15 Los sumerios hacían publicidad de la cerveza. El primer cartel publicitario conocido data del año 4000 a. C. Consiste en una tablilla hallada en la actual Siria y que muestra a una mujer con dos copas. La inscripción dice “Bebe cerveza con corazón de león”. 
16 Según Plinio el Viejo, Esquilo murió cuando un águila que sujetaba una tortuga entre sus garras voló sobre su cabeza calva y, tomándola por una roca contra la que romper el caparazón de su presa, arrojó la tortuga contra el cráneo pelado del pobre Esquilo y lo mató en el acto. Se decía que un oráculo había pronosticado su muerte ese día por el derrumbe de un edificio, debido a lo cual tomó la precaución de pasear al aire libre. Aunque Esquilo nunca hubiera escrito nada, se habría ganado a pulso igualmente su sobrenombre de “padre de la tragedia”.
17 Para los antiguos griegos, arrojarle una manzana a una mujer equivalía a una propuesta de matrimonio. Dicha tradición encuentra sus raíces en la mitología: la diosa de la discordia estaba enojada por no haber sido invitada a la boda de Peleo y Tetis, de modo que, como venganza, deslizó en la fiesta una manzana de oro con la inscripción “para la más hermosa”. Hera, Atenea y Afrodita se disputaban el trofeo, y Paris era el encargado de emitir el veredicto. Eligió a Afrodita, que le prometió a cambio la más hermosa mujer de la tierra. Desde entonces la manzana se consideraba consagrada a la diosa, y arrojar una era un modo simbólico de declararse. Por tanto, recogerla significaba que la propuesta era aceptada.
18 Los pitagóricos no solo se abstenían de comer carne, sino que también evitaban las alubias. Parece ser que esto se debía a sus creencias de que si se enterraba una alubia durante 40 días y se la cubría con estiércol, adoptaría forma humana. Por tanto, comerlas era prácticamente canibalismo, porque eran aptas para alojar un alma entre encarnación y encarnación. Claro que Cicerón opinaba que los pitagóricos no comían alubias simplemente porque producían molestos gases.
En cualquier caso, Pitágoras llevó hasta tal extremo su convicción que, según la leyenda, cuando sus enemigos prendieron fuego a su casa y lo obligaron a huir, se detuvo al llegar ante un campo de judías y declaró que prefería morir antes que tocarlas. Aquel fue su fin.
19 Aparte de abstenerse de las alubias, los pitagóricos tenían algunas extrañas normas, como por ejemplo:
  1. No recoger lo que se ha caído 
  2. No tocar un gallo blanco 
  3. No partir el pan 
  4. No pasar sobre un travesaño 
  5. No remover la lumbre con hierro 
  6. No comer de una hogaza de pan entera 
  7. No coger una guirnalda 
  8. No comer corazón 
  9. No dejar que las golondrinas aniden en el tejado de la propia casa 
  10. Cuando el puchero se quita de la lumbre, no dejar su marca en la ceniza. 
  11. No mirar un espejo al lado de una luz 
  12. Al levantarse de la cama, enrollar las sábanas y hacer desaparecer la huella del cuerpo.
Pero la más sorprendente de todas (estamos en la antigua Grecia) era la que establecía la igualdad entre hombres y mujeres dentro de la orden pitagórica.
20 El cartaginés Aníbal guardaba serpientes venenosas en recipientes de arcilla e instruyó a sus soldados para catapultarlas sobre el enemigo y repeler el ataque de los barcos romanos.

viernes, 12 de julio de 2013

Diez años


¡Tener diez años, y los ojos limpios para mirar las cosas bellas de la vida!
¡Tener diez años, y los oídos limpios para escuchar las notas más puras de la vida!
¡Tener diez años, y las manos limpias para tocar las cosas más santas de la vida!
¡Tener diez años, y los labios limpios para pronunciar las palabras más santas de la vida!
¡Diez años! Y muchos cascabeles de oro, de plata y de cristal en el pecho, allí mismo donde palpita apresuradamente el corazón.
¡Felicidad del mundo y de la vida!

miércoles, 10 de julio de 2013

Afán y Fe

El siguiente post, y el primero de varios, sera dedicado a un librillo llamado Afán y Fe, libro de lectura de 4to grado (aunque también para 5to grado), editado por primera vez en 1930, y su última edición fue en 1978. 
Obra de Gaspar L. Benavento, un maestro rural oriundo Victoria, Entre Ríos, Argentina, dentro del cual plasma, según dichos, paisajes de Chaco, donde fue maestro en la década de 1930.
En si no se que más decir de esta obra, solo que es muy difícil de encontrar y, de ahí, las pocas referencia de obra y autor... 

Para comenzar... La Tapa
Es un ejemplar como este, de EDITORIAL CODEX 1957, que llegaría a mis manos... pero no en un buen estado.
Pero no solo esta tapa se encuentra...

También es de EDITORIAL CODEX, en este caso data de 1964, como vemos a diferencia del anterior, este tiene una tapa de color celeste mientras el otro era de un tono azul marino.
Y por último la edición de 1967, donde la tapa cambia por completo... también de EDITORIAL CODEX...

Cabe destacar que, mientras las dos primeras ediciones aquí presente parece solo haber cambiado el color de fondo de tapa (eso a partir de búsquedas en Internet) la última edición tuvo refrescada no solo de tapa sino que también las imágenes presentes en sus páginas... 


Y por último, la presentación encontrada en la edición de 1957 hecha por el mismo Benavento...


"Las disciplinas escolares exigen brevedad y hondura. No puede escapar a esta exigencia una disciplina tan fundamental como lo es la Lectura. De ahí que la brevedad se la característica de este libro. Gracián ha dicho, y con razón: Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Mi libro no busca informar: para ello están los textos especiales. Busca recrear y contribuir a formar los nobles sentimientos del niño. Su titulo ya es un anuncio.
Los personajes que viven en sus páginas son los de todos los días: los padres, los abuelos, la maestra, los propios niños. El lenguaje que utilizan en los diálogos les pertenece. Quizás haya quien diga lo contrario. Desde luego, rechazo la negativa. He convivido siempre entre los niños: en la escuela y en el hogar. No he hecho sino apropiarme de su modo de expresión. Los chicos tienen un lenguaje poético. Dicen las cosas bien, sorprenden muchas veces.
Es posible, también, que se observe la brevedad de las lecturas. Quien llegare a hacer esta observación piense que en la enseñanza secundaria se toman por modelos de trabajo fragmentos o comparaciones brevísimas de autores clásicos y modernos. “Platero y yo” es un ejemplo permanente.
El tiempo de que se dispone en la escuela para las clases de Lectura es breve. Y es elevado el número de alumnos con que se cuente en cada grada. Si las lecturas son extensas no puede leer sino un limitadísimo número de alumnos; de lo contrario, el maestro se ve en la imperiosa necesidad de fragmentarlas. Y ello es contraproducente.la lectura corta hace mas aprovechable el tiempo, da lugar a la intervención de muchos niños en la clase, y proporciona tiempo al maestro para su explicación y hasta para entenderse en consideraciones morales.

Hay algo más en este libro, que no puede pasar inadvertido para nadie: la emotividad con que ha sido escrito. Es fácil que el niño llegue a apropiarse de ella. Nuestros maestros conocen el valor de esta clase de lectura. Ellos han sostenido siempre que nuestros libros carecen de alma. No tienen sangra. No tienen calor. Les falta vida.

Y este libro, señores, ha sido escrito con sangre, con calor y con vida.

G. L. B."

lunes, 8 de julio de 2013

Gatos en el Antiguo Egipto

Los antiguos egipcios los domesticaban como método eficaz para acabar con las ratas que entraban en sus graneros y proteger así sus cosechas. Por tanto, los gatos garantizaban el alimento durante todo el año. Admiraban su agilidad y su carácter dulce, misterioso y tranquilo, pero también su habilidad para matar alimañas, y especialmente las peligrosas cobras y los escorpiones. Más adelante se emplearon en las actividades de caza, sobre todo de aves, sustituyendo al perro en estas labores. Pronto les resultaron tan valiosos que llegaron a ser sagrados y adorados en todo Egipto. 

En el Libro Sagrado de los Muertos, los faraones asimilaban el gato al dios Ra. En el capítulo XVII, el dios dice: "Yo soy el gato cerca del cual se abrió el árbol Iched en Heliópolis la noche en que fueron destrozados los enemigos del Señor del Universo". 
La primera diosa gata de la que se tiene conocimiento es Madfet, que aparece matando una serpiente con sus garras. Una de las más famosas fue Bastet, también llamada Bast, a veces representada con cuerpo de mujer. Simboliza la fertilidad y la maternidad. Protegía, por tanto, a las mujeres, pero también a los niños, a la familia en general y a los gatos domésticos. Se encargaba de mantener alejadas las enfermedades y los malos espíritus; era la diosa del amanecer, de la música, la danza, el placer y la felicidad. A veces se la representaba con un instrumento musical, porque se creía que la diosa disfrutaba viendo a los mortales tocando y bailando en su honor y expresando la alegría de vivir. 
Bastet defendió al dios sol Ra, del que según algunas versiones era hija y esposa, contra los ataques de la serpiente Apofis, deidad del mal. Tuvo su propio templo en Bubastis, un lugar al que decenas de millares de egipcios acudían a rendirle culto. Los sacerdotes elegían un gato al que adoraban como si fuera la encarnación de la propia diosa. Una vez al año, en torno al 31 de octubre, se celebraba el festival de Bastet. Era una gran multitud la que peregrinaba entonces. Al atardecer una procesión transportaba la imagen de la diosa a la luz de las antorchas en una barca adornada con guirnaldas de flores. Había oraciones acompañadas de música e incienso, y después, cuando se llegaba a tierra, la gente cantaba, bebía vino y se entregaba al desenfreno de una fiesta que duraba hasta el amanecer. 
Su oponente era la diosa Sekhmet, con cabeza de león. Representaba la fuerza destructiva, y por tanto era la diosa de la guerra y de las plagas. Pero Ra consiguió domesticarla, se supone que emborrachándola, de modo que finalmente se convirtió en una poderosa protectora de los humanos. Las dos diosas juntas simbolizaban el equilibrio de las fuerzas de la naturaleza, pero Bastet, aunque habitualmente pacífica, era impredecible, y cuando se enojaba podía llegar a ser tan feroz como Sekhmet. 
El culto a Bastet se prohibió finalmente por decreto imperial hacia el año 390 a. C. El gato siguió siendo un animal de compañía, pero ya no se le adoraba en los templos. 
Los gatos, a los que los egipcios daban el onomatopéyico nombre de Miw o Mau, se convirtieron en mascotas queridas y apreciadas a partir del reinado de Tutmosis III. Aparecen entonces situados junto a sus amos, especialmente bajo el asiento que ocupa la mujer, como pretendiendo enfatizar la femineidad.
Los objetos de uso cotidiano comenzaron a ser adornados con estos animales: brazaletes, pendientes amuletos para collares. Las mujeres se maquillaban mientras se contemplaban en espejos de mangos decorados con gatos, y los tarros del maquillaje llevaban con frecuencia la misma ornamentación. 

Se hacían numerosas estatuillas de bronce, la mayoría de ellas destinadas a santuarios o bien con propósitos funerarios. El primer hallazgo de una figura de gato apareció en la tumba de Ti en Saqqara. Data del 2563 a. C. Y el primer nombre de un gato del que se guarda registro, Bouhaki, fue tallado en la tumba de Hana, en la necrópolis de Tebas 
Su popularidad fue en aumento entre todas las clases sociales. Para los pobres era también tan importante que en tiempos de hambruna preferían morir antes que comer un gato. Muchos padres egipcios daban a sus hijos nombre de felino, especialmente a las niñas, de ahí que muchas se llamaran Mit o Miut. Eran tan queridos que la gente los cuidaba como si de sus propios niños se trataba, y cuando uno moría todos en la casa guardaban luto riguroso durante 70 días y se afeitaban las cejas en señal de duelo. 
Como animales reverenciados, eran momificados después de muertos, igual que un ser humano. Las familias más acaudaladas colocaban sobre la cabeza de la momia una máscara de bronce que representaba al animal fallecido y lo introducían en un sarcófago. Luego lo conducían al cementerio entre un cortejo de parientes y amigos que lloraban desconsoladamente y se rasgaban las vestiduras. A veces incluso contrataban plañideras que echaban tierra sobre sus cabellos y arremangaban sus túnicas dejando el pecho al aire para demostrar su dolor. Los más poderosos se hacían representar en su propia sepultura acompañados de su gato favorito. 

La estima por los tuvo su reflejo en la ley: matar a uno de ellos estaba castigado con pena de muerte, y ni el propio faraón podía indultar al criminal. También había leyes que prohibían su exportación. Los mercaderes fenicios con frecuencia hacían contrabando de gatos y los vendían en países mediterráneos. Los egipcios llegaron a enviar ejércitos a tierras extranjeras para recuperarlos. 
Se cuenta que en una ocasión los egipcios se rindieron a los persas a causa de los gatos. Un general persa, conocedor del gran amor y reverencia con el que el enemigo trataba a sus gatos, ordenó a sus soldados que capturaran la mayor cantidad posible. Cuando tuvieron suficientes se presentaron de nuevo para el combate utilizando a los gatos como escudos. Los egipcios se horrorizaron al ver a los animales sobre el campo de batalla. Antes que arriesgarse a lastimarlos, prefirieron rendir la ciudad de Pelusium. 
Otro ejemplo del trato especial que daban a sus gatos nos lo proporciona Herodoto cuando relata que "al declararse un incendio, es sorprendente lo que sucede. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse de apagar el fuego”. 
Una gata célebre fue la del príncipe Tutmosis, hijo de Amenhotep III. Tamit fue momificada con los más altos honores y en su sarcófago se grabaron los dioses Isis, Neftis y los cuatro hijos de Horus. El sarcófago se encuentra actualmente en el Museo de El Cairo. 

Sin embargo, los gatos que vivían en los templos no gozaban de la misma suerte. Cada templo poseía los suyos, todos bajo el cuidado del Guardián de los Gatos, un puesto muy importante y que se transmitía de padres a hijos. Los animales vivían en jaulas de madera hasta que les llegaba el momento de ser sacrificados. Un examen de 55 gatos momificados demostró que varios de ellos tenían el cuello roto, lo que parece indicar que, pese a estar tan protegidos por la ley, los sacerdotes del templo podrían matarlos y utilizarlos luego como ofrendas a Bast.

Ardillita


Una historia...

Un chico de 24 años viendo a través de la ventana del autobus gritó: “¡Papá, mira los árboles como van corriendo detrás!” el Papá sonrió y una pareja de jóvenes sentados cerca, miro al joven de 24 años con conducta infantil y murmuraron que ya estaba viejo como para andar diciendo eso, de pronto otra vez exclamó: ”¡Papá, mira las nubes están corriendo con nosotros!” “La pareja no pudo resistirse y le dijo al anciano: ” “¿Por qué no llevas a tu hijo a un buen médico?”

El anciano sonrió y dijo: "ya lo hice y apenas estamos viniendo del hospital, mi hijo era ciego de nacimiento, y hoy por primera vez puede ver", la pareja de jóvenes quisieron tragarse lo que habían dicho... Cada persona en el planeta tiene una historia. No juzgues a la gente antes de que realmente los conozcas. La verdad puede sorprenderte.

domingo, 7 de julio de 2013

Matar a un niño (Stig Dagerman)

Paisajes Costumbristas de Gabriel Nieto (pintura al óleo) 
Es un día suave y el sol está oblicuo sobre la llanura. Pronto sonarán las campanas, porque es domingo. Entre dos campos de centeno, dos jóvenes han hallado una senda por la que nunca fueron antes, y en los tres pueblos de la planicie resplandecen los vidrios de las ventanas. Algunos hombres se afeitan ante los espejos, en las mesas de las cocinas las mujeres cortan pan para el café, canturreando, y los niños están sentados en el suelo y abrochan sus blusas. Es la mañana feliz de un día desgraciado, porque en este día un niño será muerto, en el tercer pueblo, por un hombre feliz. Todavía el niño está sentado en el suelo y abrocha su blusa, y el hombre que se afeita dice que hoy harán un paseo en bote por el riachuelo, y la mujer canturrea y coloca el pan, recién cortado, en un plato azul.
Ninguna sombra atraviesa la cocina y sin embargo, el hombre que matará al niño está al lado del surtidor rojo, en el primer pueblo. Es un hombre feliz que mira en una cámara, y en el cristal ve un pequeño auto azul, y a su lado a una muchacha que ríe. Mientras la muchacha ríe y el hombre toma la hermosa fotografía, el vendedor de gasolina ajusta la tapa del tanque y asegura que tendrán un bonito día. La muchacha se sienta en el auto, y el hombre que matará a un niño saca su billetera del bolsillo y comenta que viajarán hasta el mar, y en el mar pederán prestado un bote y remarán lejos, muy lejos. A través de los vidrios bajados, oye la muchacha en el asiento delantero lo que él habla; ella cierra los ojos, ve el mar y al hombre junto a sí en el bote. No es ningún hombre malo, es alegre y feliz, y antes de entrar en el auto se detiene un instante frente al radiador que centella al sol, y goza del brillo y del olor a gasolina y a ciruelo silvestre. No cae ninguna sombra sobre el auto, y el refulgente paragolpes no tiene ninguna abolladura y no está rojo de sangre.
Pero, al mismo tiempo que, en el primer pueblo, el hombre cierra la puerta izquierda del auto y tira del botón de arranque, en el tercer pueblo, la mujer abre su alacena, en la cocina, y no encuentra el azúcar. El niño que ha abrochado su blusa y que ha amarrado los cordones de sus zapatos, está de rodillas en el sofá y contempla el riachuelo que serpentea entre los alisos, y el negro bote que está medio varado sobre el pasto. El hombre que perderá a su hijo está recién afeitado, y en ese momento pliega el soporte del espejo. En la mesa, las tazas de café, el pan, la crema y las moscas. Sólo el azúcar falta, y la madre ordena a su hijo que corra donde los Larsson y pida prestados algunos terrones. Y mientras el niño abre la puerta, le grita el hombre que se dé prisa porque el bote espera en la ribera. Remarán tan lejos como nunca antes remaron. Cuando el niño corre a través del jardín, en todo momento piensa en el riachuelo y en los peces que saltan, y nadie le susurra que sólo le quedan ocho minutos para vivir y que el bote permanecerá allí todo el día y muchos otros días.
No es lejos lo de los Larsson: únicamente cruzar el camino, y mientras el niño corre atravesándolo, el pequeño auto azul entra en el otro pueblo. Es un pueblo con pequeñas casa rojas, con gente que acaba de despertar, que está en su cocina con las tazas de té levantadas y observan el auto venir por el otro lado del seto con grandes nubes de polvo detrás de sí. Va muy rápido, y el hombre en el auto ve cómo los álamos y los postes de telégrafo, recién alquitranados, pasan como sombras grises.
Sopla verano por la ventanilla. Salen velozmente del pueblo. El auto se mantiene seguro en medio del camino. Estándolo todavía. Es placentero viajar completamente solos por un liso y ancho camino, y a campo abierto es mucho mejor aún. El hombre es feliz y fuerte y en el codo derecho siente el cuerpo de su mujer. No es ningún hombre malo. Tiene prisa por alcanzar el mar. No sería capaz de matar a una mosca, pero sin embargo pronto matará a un niño. Mientras avanzan hacia el tercer pueblo, cierra la muchacha otra vez los ojos y juega a que no los abrirá hasta que no puedan ver el mar, y al compás de los muelles tumbos del auto, sueño en lo terso que estará.
¿Por qué la vida está construida con tanta crueldad que un minuto antes de que un hombre feliz mate a un niño, todavía es feliz, y un minuto antes de que una mujer grite de horror, puede cerrar los ojos y soñar en el ancho mar, y durante el último minuto de la vida de un niño pueden sus padres estar sentados en una cocina y esperar el azúcar y hablar sobre los dientes blancos de su hijo y sobre un paseo en bote, y el niño mismo puede cerrar una verja y empezar atravesar un camino con algunos terrones en la mano derecha envueltos en papel blanco; y durante este último minuto no ver otra cosa que un largo y brillante riachuelo con grandes peces y un ancho bote con callados remos?
Después, todo es demasiado tarde. Después, está un auto azul al sesgo del camino, y una mujer que grita retira la mano de la boca y la mano sangra. Después, un hombre abre la puerta de un coche y trata de mantenerse en pie, aunque tiene un abismo de terror dentro de sí. Después, hay algunos terrones de azúcar blanca desparramados absurdamente entre la sangre y la arenilla, y un niño yace inmóvil boca abajo, con la cara duramente apretada el camino. Después, llegan dos lívidas personas que no han podido beber su café, que salen corriendo desde la verja y ven en el camino en espectáculo que jamás olvidarán.
Porque es verdad que el tiempo cure todas las heridas. El tiempo no cura la herida de un niño muerto y cura muy mal el dolor de una madre que olvidó comprar azúcar y mandó a su hijo a través del camino para pedirla prestada; e igualmente mal cura la congoja del hombre antes feliz, que lo mató.
Porque el que ha muerto a un niño, no va al mar. El que ha muerto a un niño vuelve lentamente a casa en medio del silencio y junto a sí lleva una mujer muda con la mano vendada; y en todos los pueblos por los que pasan ven que no hay ni una sola persona alegre. Todas las sombras son más oscuras, y cuando se separan todavía es en silencio; y el hombre que ha matado a un niño sabe que este silencio es su enemigo, y que va tener que necesitar años de su vida para vencerlo, gritando que no fu su culpa. Pero sabe que esto es mentira, y en sus sueños de las noches deseará en cambio tener un solo minuto de su vida pasada para hacer este solo minuto diferente.
Pero tan cruel es la vida para el que ha muerto a un niño, que después todo es demasiado tarde.
Stig Dagerman

sábado, 6 de julio de 2013

Belleza a la romana...

Las termas romanas eran baños públicos con estancias dedicadas a actividades gimnásticas y de tipo lúdico, por lo que se consideraban al mismo tiempo centros de reunión para la gente que no podía permitirse tener baño en casa. Eran tan populares que en Roma se edificaron los de Caracalla, con capacidad para 1.600 personas, y los baños termales de Diocleciano, que podían albergar a 3.000. En el siglo IV había 900 en la ciudad.

Cuando Julio César regresó de sus campañas y trajo consigo unos esclavos que causaron sensación en Roma debido al color de su piel y sus cabellos, entre las romanas se puso de moda ser rubia. Pronto comenzaron a circular toda clase de fórmulas y ungüentos para aclarar la piel y teñir el cabello, algo que anteriormente solo hacían las prostitutas. Las romanas más acaudaladas rociaban sus cabellos con oro en polvo, o se teñían con un cosmético que importaban de la Galia, mientras que las clases más humildes tenían que conformarse con agua de potasio, flores amarillas y otros mejunjes bastante abrasivos. Una solución era el empleo de pelucas elaboradas a base del cabello que se les cortaba a los esclavos galos. 
Los hombres llevaban el cabello corto y solían sujetarlo con una cinta. Las mujeres elegían entre una amplia variedad de peinados: podían dejar caer su cabello rizado, en forma de tirabuzón o ligeramente ondulado, o bien recogerlo en moños sobre la nuca, envueltos con redecillas y cintas. Cuando las romanas salían, debían llevar la cabeza cubierta. Hay una historia sobre un romano excesivamente conservador en tiempos de la República que se divorció de su esposa porque había sido vista en público con la cabeza descubierta. Alegó que su belleza era para contemplarla él, y no todo el mundo. 
Quitarse demasiado vello se consideraba afeminado, pero lucirlo en todo su esplendor resultaba demasiado rústico para el gusto romano. Había que encontrar, pues, un término medio. Para la depilación se utilizaba pasta de resina o piedra pómez. Las ancianas, por cierto, no se depilaban: esto se hubiera considerado ridículo, puesto que se veía fundamentalmente como una preparación con connotaciones sexuales. 
En el siglo III a. C. algunos romanos comenzaron a afeitarse la barba, aunque la práctica no se generalizó hasta que Escipión el Africano lo puso de moda a comienzos del siglo II a. C. Las clases más humildes no siempre seguían la moda. Esto era lógico teniendo en cuenta que un romano consideraba muy difícil afeitarse por sí mismo, y lo normal era acudir a las barberías que podían encontrarse por toda la ciudad. En el Imperio Romano, los servicios de peluquería corrían a cargo del tonsor, entre cuyos cometidos figuraba el corte del pelo, la barba y el afeitado. La tonstrina, es decir la habitación del barbero, era un auténtico centro de cotilleo. 
Había multitud de demandas judiciales contra los barberos a causa de accidentes causados en el ejercicio de su profesión. Marcial recuerda a los transeúntes el peligro que un tensor puede entrañar: 
“Aquel que aún no quiera descender al mundo de los muertos, que evite al barbero Antíoco… estas cicatrices en mi barbilla, si podéis contarlas, pueden parecer las de la cara de un boxeador, pero no se produjeron así, ni tampoco por las garras de una esposa enfurecida, sino por la maldita navaja y la mano de Antíoco. La cabra es el único animal sensato: al conservar su barba, consigue vivir escapando a Antíoco”. 
Para el afeitado se empleaban jabones rudimentarios o de aceite, pero al acabar el trabajo solo se aplicaba agua, servida en aguamaniles de plata. El propio Marcial menciona también a una mujer que ejercía el oficio de barbero, aunque no tenía buena reputación. 
Llevar pantalones, por supuesto, era una vergüenza, algo propio de los bárbaros. En el año 397 el emperador Honorio decretó penas muy severas para los hombres que osaran aparecen en pantalones en la “venerable ciudad”de Roma. 
El uso de cosméticos en la antigua Roma no era exclusivamente femenino. También los hombres recurrían a ellos para mejorar su aspecto, si bien la sociedad más conservadora solo consideraba aceptable el empleo de perfumes y la depilación. Un esfuerzo excesivo por mejorar el aspecto, habría provocado que un hombre cayera en el ridículo durante la época de la República. No obstante, eran muchos los que se maquillaban, se peinaban y cuidaban su cuerpo con baños y masajes, preocupados por la estética casi hasta la obsesión. 
Para las romanas era muy importante tener la piel blanca y suave, aunque con las mejillas un poco sonrosadas. A tal efecto usaban extractos de limón, rosa y jazmín, y para las arruga, cera de abejas, aceite de oliva y agua de rosas, o bien grasa de cisne o goma arábiga. Para el colorete empleaban diversas sustancias, sin importarles el peligro que entrañaba que algunas de ellas fueran venenosas. La más cara y apreciada era un ocre rojo importado de Bélgica. Además blanqueaban sus dientes con piedra pómez en polvo, y los había postizos, hechos de hueso, pasta y marfil. 
Las mujeres se aplicaban los cosméticos en privado, normalmente en una pequeña habitación cuya entrada estaba vedada a los hombres. Había esclavos cuyo cometido era ocuparse de las cuestiones de tocador. Eran los llamados cosmetriae, mientras que las ornatrices eran esclavas y libertas que ejercían como camareras o doncellas especializadas en el peinado y aderezo personal. La formación de los cosmetraiae corría a cargo de maestros cualificados. 
Los cosméticos, o más propiamente el uso excesivo de los mismos, se consideraba inmoral y estaba especialmente asociado a las prostitutas. Según Juvenal, “una mujer compra perfumes y lociones con el adulterio en mente”. Lo correcto era utilizar poco maquillaje, justo lo necesario para realzar la belleza natural, pues el uso de cosméticos se veía como unamaniobra para engañar y manipular a los hombres. Las vestales, por supuesto, no debían utilizar maquillaje, puesto que tenían que parecer siempre castas. 
Frecuentemente se aplicaban mascarillas de belleza antes del maquillaje. Los baños en leche de burra eran un tratamiento muy caro que funcionaba como exfoliante y fueron utilizados por Cleopatra y Popea Sabina. Después del baño se aplicaban un blanqueador facial, como por ejemplo polvo de tiza, estiércol de cocodrilo o albayalde. También era popular la cera de abeja, el aceite de oliva, agua de rosas o azafrán. No les gustaban las pecas, que trataban con ceniza de caracol, y detestaban cualquier clase de marca en la piel. 
Ya se conocía la cirugía estética. Intentaban minimizar y ocultar las cicatrices con parches de alumbre, pero contaban con un método quirúrgico para eliminarlas. Para un hombre eran especialmente vergonzosas las de la espalda, por sugerir que había dado la espalda en batalla o que había recibido azotes como esclavo. En el siglo I se operaba la nariz, ojos, labios y dentadura. La operación de nariz era demandada por mujeres adúlteras y ladrones que habían sufrido como castigo la amputación del apéndice nasal. 
Las mujeres utilizaban abundantes cantidades de perfume, puesto que se creía que oler bien era señal de buena salud, protegiendo contra la fiebre y la indigestión. En los hombres se consideraba impropio, aunque algunos también se perfumaban. Contaban incluso con desodorantes elaborados a base de alumbre, lirios y pétalos de rosa. 
Los espejos en la Antigua Roma eran sobre todo de mano y de metal pulido, aunque también los había más grandes para colocar en la pared. Pero pasar demasiado tiempo delante del espejo denotaba debilidad de carácter. 
Los ojos considerados hermosos tenían que ser grandes y bordeados de largas pestañas. Plinio el Viejo escribió que las pestañas se caían con el abuso del sexo, de modo que era importante para una mujer mantenerlas largas para demostrar su castidad. Se aplicaban kohl con un palillo redondo de marfil, hueso o madera. Este palillo se mojaba en aceite o en agua antes de utilizarlo para aplicarse el kohl, que venía en tubos con compartimentos para almacenar varios colores. También podían sombrear los párpados con la venenosa malaquita para obtener el color verde o laazurita para el azul. 
Las cejas más apreciadas eran oscuras y muy juntas, casi unidas. Las maquillaban para conseguir ese efecto, pero en el siglo I a. C. comenzaron a depilarlas. No hay pruebas de que demuestren el uso del la pintura labial, pero sí de un tinte rojo para las uñas. 
El maquillaje solía venir en tabletas y se vendía en los mercados. Existían también tiendas especializadas en la venta de cosméticos que recibían el nombre del vendedor. Una de las más populares era la del pigmentarius, pero también estaba el ungüentarius y el farmacopola. 
Las romanas más acaudaladas compraban unos cosméticos muy caros que venían en recipientes de oro, madera, cristal o hueso. De hecho, algunos productos tenían precios tan prohibitivos que la Lex Oppia intentó limitar su uso en el 189 a. C. El tocador de una mujer elegante estaba lleno de hileras de pequeños frascos contenedores de toda clase de remedios de belleza que a veces no resistían el calor o la lluvia. Encontramos al respecto estas poco galantes palabras de Marcial: “el colorete de Sabella teme al sol”. 
Algunas señoras se cargaban de una enorme cantidad de joyas, fuera apropiado o no a la ocasión. Se apreciaban especialmente las perlas y las esmeraldas, pero no los diamantes, puesto que aún no se había descubierto el modo de tallarlos y pulirlos. 
Como curiosidad, el sudor de los gladiadores se consideraba un poderoso afrodisíaco además de un tratamiento de belleza para mejorar la piel, y se vendía como souvenir en puestos situados en el exterior del circo. ¡Era carísimo! 

Fuentes:
  • El trabajo en la Hispania romana - Juan Francisco Rodríguez Neila 
  • alasparavivir.com.ar/notas/bellezanatural012.php
  • Life in ancient Rome - Frank Richard Cowell 
  • en.wikipedia.org/wiki/Cosmetics_in_Ancient_Rome
  • ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1289586/pdf/jrsocmed00212-0059.pdf
  • refineriadecaballeros.wordpress.com/2008/10/20/imperio-romano-la-barberia-i-2/
  • refineriadecaballeros.wordpress.com/2008/10/21/imperio-romano-la-barberia-iv/ 
  • /lasmilrespuestas.blogspot.com/2009/11/curiosidades-sobre-la-cirugia-plastica.html
  • fr.wikipedia.org/wiki/Histoire_de_la_chirurgie 
  • legionxxiv.org/gladiatorarena/
  • telva.com/2008/04/23/estarguapaespeciales/1208942444.html

viernes, 5 de julio de 2013

Cadejo

Un cadejo es un animal legendario de la región mesoamericana extendida entre las zonas
rurales e incluso urbanas de Centroamérica. Se dice que es un mítico perro (o dos perros) que generalmente se le aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche y al cual se le atribuyen poderes misteriosos.
Las diferentes versiones de la leyenda en Centroamérica describen a un cadejo blanco y uno negro (generalmente benigno y maligno respectivamente), o simplemente un solo cadejo negro (generalmente beningo). 

La leyenda del Cadejo es el vestigio de una antigua creencia que supone que todo humano posee un animal de compañía. Este mítico animal es el doble del hombre, de tal manera que la enfermedad o la muerte del primero conllevan la enfermedad o la muerte del segundo.  La creencia supone la existencia de un animal compañero para cada hombre. Ese animal es el Cadejo blanco. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienhechor guardián de los caminos. Dicho animal acompaña al hombre en todos sus viajes solitarios por la noche; y en la versión de dos cadejos, el blanco lo protege y lo defiende contra los malos espíritus encarnados en El Cadejo negro, color tenebroso que simboliza la muerte, o sea, el mal en todas sus manifestaciones.
En la actualidad, se puede establecer comparaciones de lo anterior con el pensamiento cristiano, que expresa que el hombre tiene un ángel guardián que lo protege de los peligros.


Variaciones en:
Argentina: específicamente en las zonas rurales de las provincias norteñas, existe la creencia que en ocasiones un espíritu familiar, puede tomar la forma de un Cadejo llamado "El Perro Familiar". Es un perro mítico de pelaje negro, de tamaño fuera de lo normal, con ojos color rojo sangre, y cadenas colgadas al cuello. Aparece después de la medianoche, hace notar su presencia arrastrando cadenas y haciendo llorar a los perros. Se dice que es el perro del Diablo y que cuando come a una persona no para hasta comer toda la familia. En esta leyenda a diferencia de las leyendas del cadejo de Centroamérica, no existe la presencia de otro animal blanco o de alguien que sea su contrario, para evitar que éste no ataque.
México: se presenta también la leyenda de este ser sobrenatural, generalmente en la región Soconusco, en el estado de Chiapas. Se asemeja definitivamente a un perro negro con abundante pelaje ojos rojos y pezuñas.
Según cuenta esta versión de leyenda originalmente también fue un ser humano, un joven es maldecido por su progenitor a volverse un alma en pena con la figura de un perro negro de gran tamaño y cubierto de cadenas. La misión del Cadejo es advertir a la gente que se da a beber y a enfiestarse que sigan el camino de la virtud, mediante el miedo que causa su aparición en las noches.
El Cadejo suele aparecer por las noches y es muy fácil saber si se encuentra cerca ya que los perros empiezan a aullar desesperados y los animales domésticos corren inmediatamente a ocultarse. Como si ello no fuera suficiente, a su paso deja un intenso olor a putrefacción. En caso de que alguien tenga una perra que todavía tenga a sus cachorros, rápidamente debe esconderlos porque, de lo contrario, esta bestia los devorará.
Para hacer amistad con él, es necesario cuando uno lo encuentre, caminar cerrado, con los pies juntos, pues esto evitará que el ser se meta en medio y nos lleve con él. 
Cuando este cerca hay que dar un escupitajo en nuestra palma de la mano, y dársela.
El Salvador: la leyenda dice que tras observar todos los males que aquejaban al pueblo, Dios decidió crear una figura que atemorizara al humano pero con el fin de protegerle. De allí surgió un ser con morfología de perro, con los ojos rojos y de color blanco como las nubes que se encargaría de protegerle. El demonio, enojado por la acción del Padre, formó una copia idéntica pero de color negro, que provoca pavor en aquel que le observa. Existen por tanto dos cadejos: el blanco y el negro; el primero representa la bondad y a quien se lo encuentre lo cuida. El negro, por el contrario, de ser molestado atacará a quien lo perturbe. Incluso el cadejo blanco eventualmente.
Guatemala: según las leyendas, es un animal fantasmagórico que aparece en suelo guatemalteco. La versión más conocida de este animal es la de forma de un perro de color negro y ojos rojos que pareciera tienen fuego. Se cree que cuida a aquellos que se embriagan y deambulan por las noches ayudándoles a encontrar el camino a casa o bien durmiendo cerca de ellos para evitar les roben o dañen. Las otras versiones refieren que este ser tiene dualidad, el negro y blanco, este último cuida de mujeres en el mismo estado físico, sin embargo éstos son rivales y no pierden oportunidad de agredirse, aunque se narra que se han unido para salvaguardar a sus protegidos de otro espectro como La Llorona, Siguanaba o de algún maleante. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienhechor guardián de los caminos. 
Nicaragua: en las altas horas de la noche, cuando los hombres van de regreso para sus posadas, un perro grande y fuerte de color blanco, los acompaña a poca distancia, custodiándolos, hasta dejarlos en sus casas. Este perro es el Cadejo, el amigo del hombre trasnochador; quien se siente garantizado cuando se da cuenta que es seguido por dicho animal. Todos los peligros desaparecen: el perro blanco lucha y vence siempre defendiendo al hombre, a quien resguarda al encontrar el cadejo negro en su camino, trabándose entre los dos una fiera lucha. 
Costa Rica: dice que fue en otro tiempo un sacerdote, el cual deformó el sentido religioso de la comunidad en la que era cura párroco. Por ello, Dios lo castigó condenándole a permanecer cien años en la figura de un animal. Pasados los cien años, el Cadejos se suicidó arrojándose al cráter del volcán Poás. Pero se dice que no murió y que es él quien provoca los estremecimientos del coloso. La leyenda afirma que el Cadejos es un espectro con forma de perro negro cargado de cadenas. Sus ojos refulgen en la noche y su cola es larga y mechuda. Tiene patas de cabra y dientes de jaguar. 
Se dice que es eterno aliado del hombre. Cuida a los borrachos al volver a sus casas, y amedrenta a los niños desobedientes. 

http://www.friki.net/informes/37497-perros-mitologicos-o-de-leyenda.html