domingo, 19 de diciembre de 2021

Estructura de "El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha"



de de Caso Ward, Stella M. L. El Espíritu del Barroco: Miguel de Cervantes Saavedra. El "Quijote" de 1615 (pp.281-283) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cia. S.A.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Estructura de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha"


de de Caso Ward, Stella M. L. El Espíritu del Barroco: Miguel de Cervantes Saavedra. La estructura del "Quijote" (pp.279-280) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cia. S.A. 

viernes, 17 de diciembre de 2021

Nueva Escuela 17: Guía tentativa para la corrección de trabajos escritos

GUÍA TENTATIVA PARA LA CORRECCIÓN DE TRABAJOS ESCRITOS

Los textos son el producto del entramado de DIMENSIONES y NIVELES. Los elementos que conforman cada uno de estos componentes pueden servir como guía para la corrección de textos.
Por ser el contenido del texto lo primero que convoca la atención del oyente o del lector, se describen en primer lugar los NIVELES.

  1. Superestructuras: ¿Qué tipo de texto se ha elegido? ¿Considera que es el más efectivo para su intención comunicativa? Verifique si ha desarrollado todos los componentes del esquema que corresponde al tipo de texto elegido. ¿Responde el modelo elegido a lo que la audiencia espera que se desarrolle? ¿Es armónico el desarrollo de las partes que componen el esquema o ha dado preeminencia a alguna de las partes? Verifique la coherencia entre las partes que desarrolló.
  2. Macroestructura: ¿Ha respetado a lo largo del texto el tema elegido? Si ha incorporado más temas, ¿cómo se relacionan entre sí? ¿Se han utilizado los elementos de coherencia necesarios como para que las oraciones formen un todo significativo? ¿Las relaciones lógicas entre los enunciados han sido expresadas por los conectores correspondientes (por ej.: relaciones de causa-efecto, de condición, temporales, restrictivas, etc.). Verifique si no falta establecer alguna de estas relaciones.
  3. Macroestructua: ¿Se ha establecido bien la coherencia local? Revise en su trabajo cómo ha mantenido la ilación temática. ¿Conforma cada microestructura la progresión textual?
  4. Estilístico: Revise su elección del nivel de lengua y del registro (general/especifico, objetivo/subjetivo); del léxico correspondiente (estándar, familiar, de jerga profesional). Relacione esta elección con el ámbito de producción, el rol de los participantes y la intención comunicativa: ¿su elección es adecuada?
  5. Retórico: ¿Se ha sacado el mejor partido de los enunciados para persuadir al receptor? ¿Se planteó la eficacia de su texto? Verifique si su texto es apropiado para los fines que persigue. ¿Se corresponden las formas de persuasión con el tipo de texto elegido, pro ej.: una carta para solicitar empleo, un aviso publicitario, un discurso político, etc.? ¿Ha hecho totalmente conscientes los mecanismos que la lengua posee para el convencimiento del receptor?

DIMENSIONES
  1. Pragmática: ¿El texto muestra que, como emisor, se ha tomado en cuenta a quién se dirige, con qué motivo? El formato elegido, ¿es el más apropiado? ¿Cree que su texto podrá cumplir el efecto que se ha propuesto? ¿Tuvo en cuenta la competencia de conocimientos de su receptor? Revise cómo ha sido su elección dentro de las posibilidades que brinda la lengua para que la comunicación se exitosa.
  2. Semántica: ¿La información que se brinda es pertinente? ¿Se establecen en el texto contradicciones que no se aclararan? ¿Se ha utilizado un vocabulario preciso y adecuado al tema y al tipo de texto elegido? ¿Ha cuidado la cohesión del texto?
  3. Sintáctico: La combinación de palabras en las oraciones, ¿es inteligible? Si alguna de las oraciones no se organiza según el orden lineal, ¿puede reflexionar sobre las razones del cambio? ¿Es distractora la organización de su oración, por ej.: por exceso de inclusiones, por ser muy extensa, con elementos paratácticos (en coordinación), porque el verbo principal sólo se lo encuntra casi al final? Verifique la fluidez de las oraciones. La organización de los constituyentes de la oración, ¿puede inducir a una mala interpretación o a la ambigüedad? Verifique si todos los verbos tienen su sujeto correspondiente o si no ha olvidado desarrollar el predicado: esto sucede en oraciones extensas muy a menudo.
  4. Morfológicos: ¿La selección de palabras se corresponde con la intención comunicativa? Controle la concordancia entre los elementos. ¿La elección de persona (1ª, 2ª o 3ª), de tiempo y modo verbal, de adjetivos (objetivos o subjetivos afectivos/valorativos) se corresponde con el tipo de texto elegido? ¿Cuidó no zigzaguear entre el tiempo pasado y el tiempo presente si su texto se trata de una narración? Preste atención a las formas irregulares, sobre todo de los verbos.
  5. Notacional: ¿Ha cuidado que la puntuación del texto no se contradiga con lo que ha deseado expresar? ¿La puntuación colabora con el lector para la captación del significado del texto? ¿Revisó cuidadosamente la ortografía? ¿Se preocupó por la tildación de las palabras para que no se produzcan confusiones o ambigüedades? Verifique si utilizó los signos auxiliares que correspondan. ¿Recordó señalar con sangría el comienzo de sus párrafos? Controle el uso de mayúsculas. Observe la utilización del espacio. Recuerde que esta dimensión colabora activamente en la construcción del significado del texto.

martes, 14 de diciembre de 2021

Nueva Escuela 17: Lengua Como ayudar al alumno para que mejore sus textos

COMO AYUDAR AL ALUMNO PARA QUE MEJORE SUS TEXTOS
El trabajo con el error

Como ya se ha desarrollo a lo largo de este documento, la producción lingüística no es considerada en sí un objeto de estudio, ni un producto terminado que se basta a sí mismo sino como un proceso comunicativo.
Es un proceso en el que la re-lectura, la re-visión son estrategias fundamentales para el aprendizaje. Ningún escritor puede presuponer que el texto está logrado, acabado, en el primer intento. Se hace imprescindible volver sobre los pasos, reflexionar sobre lo producido y es en estar tarea de control en la que los errores no deben ser concebidos como fracasos sino como situaciones esperables –y corregibles– en toda tarea humana.
El trabajo escolar no siempre ha sabido sacar partido de esta realidad por varios motivos:
Porque se considera que el alumno debe producir contralando sistemáticamente su escritura, de modo tal que toda desviación debe ser advertida de inmediato y corregida;
Porque se presume que, una vez que se ha explicado conceptos lingüísticos o normativos, el alumno está en condiciones de utilizarlos;
Porque se cree que el alumno debe estar predispuesto a escribir toda vez que se le solicite y generalmente por elección del docente y que, sin más, pondrá en juego todos los conocimientos adquiridos sobre el código;
Porque se espera que –aun cuando en el trabajo del aula se privilegie fundamentalmente el texto literario– la exposición del alumno en su vida cotidiana a los distintos tipos de discursos ya lo habilita automáticamente para sortear las dificultades de la producción.
El alumno, además, está acostumbrado a producir para un solo receptor –el docente– y con una única finalidad: la nota.
Esto provoca que todo error sea considerado desde ambas partes involucradas como una desvalorización del trabajo, un desmerecimiento que para el estudiante funciona en muchos casos como intimidatorio porque no ha podido demostrar las capacidades que se suponía que poseía.

Construyendo desde el error
Sin embargo, estos errores pueden y deben ser interpretados como momentos de aprendizajes de suma importancia. El docente transforma así su rol de evaluador para convertirse en el guía del crecimiento en la competencia lingüística y comunicativa de sus alumnos.
Para ello, es necesario cambiar las estrategias de producción y recepción de los trabajos. La producción del aula deberá tener como primeros receptores al grupo de trabajo, lo que permite socializar las intervenciones. Los compañeros colaboran con sugerencias y correcciones que no sólo sirven para el autor del texto sino que agudizan el sentido crítico de cada uno de los intervinientes.
Reflexionar sobre las sugerencias, poner en común las correcciones, establecer situaciones problemáticas a las que se debe volver una y otra vez, advertir que las lesiones en el plano gráfico –ortografía, puntuación, etc.–, complican seriamente la comprensión del texto, son instrumentos de motivación de aprendizajes más ricos y oportunos que la enseñanza de reglas gramaticales o de normativa, generalmente divorciadas de un uso real.

El hábito de leer al grupo la producción de cada uno de sus integrantes (no quiere decir que todos deban leer su trabajo en todas las oportunidades) genera, por un lado, el sentimiento de “autor” de quien ley por otro, el desarrollo en quienes escuchan de un oído atento y de un juicio crítico.
Esta dinámica, además, obliga a la reescritura que cobra así su total sentido y en esta reelaboración el alumno deberá replantarse más de una cuestión que el simple hecho de introducir cambios aconsejados para su texto.
Para la organización de esta tarea, el docente puede ya haber hecho anticipación del tipo: ¿Creen que el texto está completo? ¿Qué les parece si revisas cómo han hilvanado las partes? o ¿Controlaron la puntuación del texto? etc.
No siempre estas preguntas que pueden ser contestadas afirmativamente se verán felizmente concretadas en el texto presentado y así, luego de la intervención de los integrantes del grupo, el docente puede reiterar estás interrogantes que deberán provocar las búsquedas necesarias para la superación de los errores.
Lo cierto es que la experiencia propia y docente nos dice que todo escritor que aprende a esperar errores y que, con ayuda o luego sin ella, los reconoce, aprender a controlar con mayor rigor su producción. Lo mismo sucede con el grupo que interactúa con el autor: escuchar atentamente, advertir y corregir errores, sugerir cambios generan crecimiento y madurez para la propia escritura.
Así también cambia el trabajo del docente. No se verá abatido por ser el único lector, el único responsable en la corrección y no sentirá el regusto de ver cómo sus alumnos reciben la hoja de trabajo sin prestar atención a las correcciones –que tantas horas de valioso tiempo le han consumido–, solo se interesan por la nota y guardan con placer o con disgusto, según sea el caso, la hoja en la carpeta.
De nada han valido, en término generales, las notas al margen, las advertencias sobre puntuación, ortografía o sintaxis, porque estas correcciones NO son constructivas sino meras indicaciones de error.
La práctica en la escritura como de la lectura deber ser constante en el aula de modo tal que su evaluación, corrección y rescritura generen estrategias de dominio conscientes.
Esta tarea no sólo debe realizarse en las clases de Lengua sino que debe ser un compromiso de todo el grupo docente, de modo que, luego de acordadas estrategias de intervención, todas las áreas colaboren para lograr que el alumno se convierta en un eficaz productor.
El alumno debe sentir que la corrección de los errores no la sindican como incompetente, no debe sentirse frustrado por cometerlos. Es tarea del docente advertir constantemente que imposible producir textos sin errores –incluso para él–, que pensar que es posible entregar un trabajo de primera mano no conduce a ningún tipo de crecimiento. cuando el alumno aprende a esperar errores, a aceptar correcciones, a no molestarse por tener que revisar y reescribir, en ese momento podrá estar seguro de que comienza a apropiarse de la escritura, uno de los instrumentos más dificultosos de la comunicación.
En el apartado 2 se han descrito los componentes textuales la DIMENSIONES (notacional, morfológica, sintácticas, semántica, pragmática) y los NIVELES (superestructural, macroestructural, microestructural, estilístico y retórico). Esta descripción de los elementos permite al docente proponer a sus alumnos la revisión de las producciones a partir de las exigencias de cada uno de estos constituyentes.


La concepción del texto como un todo significante
Las investigaciones realizadas en psicología cognitiva proveen de información acerca de cómo se produce el proceso de adquisición. Parece ser que ésta se produce cuando nos fijamos sobre todo en el contenido del texto más que en su forma. Por lo tanto, seguramente será en la conformación de ese contenido (cómo se establece el tema y, si hay varios, cómo se los relaciona o se los jerarquiza -macroestructura-: cómo se van a desarrollar las partes y de qué manera se las integrará en un todo significativo -microestructuras-), que el alumno-escritor deberá centrar su atención. Si no planifica –aunque más no sea mentalmente texto, podrán esperarse muchas más dificultades en la conformación de la estructura semántica textual.
Veamos un ejemplo. Se trata de un texto producido por un alumno de primer año del nivel terciario. Esto presupone doce años de formación sistemática. Se había compartido la lectura de un texto cuyo tema era las diferencias entre la generación precedente y la suya actual. Se trata de un texto de opinión para el cual no vamos a hacer consideraciones, aun cuando evidentemente las necesita, sobre errores de ortografía, puntuación o estructura sintáctica sino que vamos a observar cómo planificó el texto.

La juventud de nuestros días cambió mucho a la de 15 años aproximadamente.
Es una época difícil por la que estamos pasando ya que nos encontramos con el Tema del sida y la droga q´ en nuestra sociedad es un Tema complicado pero si cada uno de nosotros estamos bien informados tanto sea por medios de difusión, centro especializados o por nuestros padres y Tratemos de cuidarnos y saber con que clase de gente frecuentamos, es muy difícil q´ nos ocurre algo.
No creo que la juventud de hace años atrás era la ideal porque las cosas que se hablan ahora antes no se sabían públicamente cosa que ahora es un problema de Todos, esto existía anteriormente, no estaba al alcance de cualquiera sino a la gente de fama la que se drogaba etc. A pesar de los problemas existentes la juventud de ahora es mejor hay más libertad somos más audaces antes se pensaba y creía diferente a lo de ahora.
Con esto no quiero decir que seamos mejores o peores pero a medida que el tiempo pasa las épocas tan cambiando tanto sea para mejor o peor.

Evidentemente, dos situaciones cruciales han ocupado buena parte de su texto: el Sida y la droga. Pero no parte de ellos para establecer las diferencias generacionales, salvo en la generalización del uso de la droga. No logra caracterizar las diferencias: “la juventud de ahora es mejor”, “somos más audaces” (¿en qué, para qué, cuándo?). Su oración final resulta incoherente “no quiero decir que seamos mejores.”
El texto muestra la falta de planificación para el desarrollo del tema, de modo que en el plano microestructural los enfoques pecan por parciales, acotados, superficiales y poco consistente en relación con el tema propuesto. Solo puede recurrir a generalizaciones: “no creó que la juventud de hace años atrás era la ideal”, “antes se pensaba y creía diferente a lo de ahora”.
Época difícil, las cosas se hablan, hay más libertad son las únicas características que, por confrontación u omisión, son utilizadas como únicos caracterizadores de las generaciones.
Una realidad hace pensar en la necesidad de meditar sistemáticamente, a lo largo de los años de formación, sobre las inconvenientes de escribir de un plumazo, sobre la importancia de tomarse el tiempo necesario para la planificación del texto antes de redactarlo, para hacer esquemas, para tomar notas y pensar un tiempo antes de escribir. La escritura necesita, por sus intrínsecas exigencias, de mayor tiempo para estas etapas previas. Esto previene al docente acerca de no imponer tiempos muy acotados para la entrega de material. Nada mejor que no tomar en cuenta esto para conducir al fracaso a los alumnos que, por varias razones, no pueden responder con rapidez a los requerimientos.
Tiempo para pensar, tiempo para elegir, tiempo para experimentar, tiempo para borrar, tiempo para corregir, tiempo para rearmar. Todo texto, sin excepción, imprescindiblemente, requiere de reescritura.
Señala Cassany, Daniel (1989), en Describir el escribir:
“… los experimentos demuestran que los buenos escritores han desarrollado una amplia y variada gama de estrategias que les permite expresar inteligiblemente sus ideas; hacen esquemas, escriben borradores previos, releen, etc. En cambio, los escritores incompetentes no han llegado a dominar estas microhabilidades y creen que la operación de escribir un texto consiste simplemente en anotarlo en un papel a medida que se les va ocurriendo. Creen que un texto escrito es espontáneo como uno oral, que no hace falta reelaborarlo ni revisarlo. En definitiva, no han aprendido a regenerar ideas, a enriquecerlas, a organizarlas para un lector y a traducirlas al código escritor”.

Otro de los tipos más solicitados durante la enseñanza escolar es el texto narrativo. La narración oral es una estrategia cotidiana; todos narramos a lo largo de la vida ya sea cronicando nuestras experiencias o contando un suceso especial. Pero la narración escrita implica aceptar ciertas convenciones que el género impone, desde la lejanía del receptor hasta las categorías del modelo de superestructura: el marco introductorio, la complicación y su desarrollo, la resolución y la evaluación (optativa).
El siguiente texto pertenece a un alumno de 6° grado.

Sucedió en la esquina
(copia fiel del original)
En la esquina de la zapateria hubo un tiroteo la policía intervino. era de noche fue a la una de la madrugada yo estaba en la puerta de mi casa porque hacia mucho calor. Cuando escuche el tiro me meti a dentro corriendo eran ocho contrabandistas contra tres patrulleros. despues de que paso eso salio toda la gente vinieron del Comando radioeléctrico y como pucieron la bomba la esplotaron vino el noticiero y salimos en la tele.

Evidentemente, el niño a producido un germen de narración. Texto despojado, sin desarrollo narrativo. No basta plantear el marco “En la esquina de la zapateria”, ¿Cuál esquina?, ¿Qué zapatería? Evidentemente, el niño supone que el receptor –en este caso su maestra– comarte su conocimiento y por esa razón no explaya lingüísticamente su referente (lo da por conocido con el uso del articulo definido “la”).
El suceso es apenas enunciado “contrabandista vs policía” y luego engarza sin solución de continuidad otro suceso “la bomba” que tampoco se dasarrolla.
Son notorias las dificultades para establecer el marco espacial y temporal en los que se ubican los sucesos; la relación que los liga; el desarrollo de cada uno de ellos; la resolución para cada uno de ellos; etc.


Los textos polifónicos
Son aquellos en los que además de la voz del emisor se incorporan otras, es decir, el emisor recupera en su texto los enunciados de otros emisores. El ámbito de la correlación temporal que más dificultades propone al incipiente escritor es éste: el de la referencia de la voz. Introducir en el texto las voces de otros implica dominar varias estrategias.
Si el alumno decide incorporarlas como voces directas, la marcación del diálogo no es una técnica sencilla. El docente tiene que proveer a su grupo la información necesaria. Puede hacerlo una vez que se ha presentado esta situación, revisando con los alumnos textos en los cuales se han incluido diálogos marcados según las normas del español (ya que difieren de la marcación de los textos anglosajones que lo hacen encomillando las voces directas).
Señalará únicamente los casos más generales y hará observar la importancia del verbo de referencia que expresa el acto del habla del emisor (cfr. Apartado 1).
Veamos un caso en que una alumna de 7° grado ha deseado incorporar las voces de sus personajes y las dificultades con que se han encontrado.

Travesura inolvidable
Un día mi Papá me dijo: yo mañana voya a trabajar. Se van a quedar solos vos y Matías. Por que Angel va a ir a entrenar a independiente. ¡No quiero que vajen abajo ni que entre nadie a casa asta que Angel no venga!. yo no le hice caso, viajé igual, fui a bajo a jugar con unas amigas al bate, jugamos mucho, después nos agarro mucha sed, yo les deje vamos a tomar agua a mi casa, todas dijieron que si. Subimos tomamos agua, les dije me ayudan a limpiar, rodas dijieron que si. Limpiamos, después de limpiar les dije que mi papá me dijo que no quería que entre nadie a mi casa asta que mi hermano no venga que se ballan a las seis imedia por que mi papá viene a las ciete. Y despues me dijeron si tomamos mate les dije que si, fuimos a tomar mate al balcón. Se paso la hora eran las cinco levantamos todo, lo llevamos a la cosina. Se paso la hora, ya eran las seis, les dije me voy a bañar vueno dijeron. Cuando me estaba secando me dicen nos vamos por que viene tu papá. Yo creía que me estaban aciendo una broma. Despues sentí la puerta, era mi papá, me dicé sali del baño. Yo salí, me dice que estaban haciendo esas nenas aca, yo me quede callada, me dice ¡que acian aca!, yo le dije nada ¡cómo nada! ¡yo te dije que no entre andie astra que yo no venga no! si le digo, ¿entonces por que no me ases caso?, me pego, me dijo que se la primera, ultima ves, me pego y me mando a mi pieza.
(Es copia fiel)

La niña ha incorporado a su narración voces en estilo directo y también en estilo indirecto. Como no ha echado mano a ningún tipo de marcación, el lector ve dificultada la tarea de comprensión porque la escritora no ha podido colaborar con él.
Si la pequeña hubiese tenido que leer su texto al grupo, seguramente también hubiese tenido dificultades para señalar a su auditorio, con los cambios de entonación necesarios, las distintas voces que incorporaba a su texto.
Observamos la diferencia que se produce en parte del texto convenientemente marcado:
(…)
-Me voy a bañar- les dije.
-Bueno.
Cuando me estaba secando me dicen:
-Nos vamos por que viene tu papá.
Yo creía que me estaban aciendo una broma. Despues sentí la puerta, era mi papá. Me dice:
-Salí del baño.
Yo sali, me dice:
-Que estaban haciendo esas nenas aca.
Yo me quede callada, me dice:
-¿Qué acian aca?
Yo le dije que nada.
-¡Como nada! Yo te dije que no entre nadie asta que yo no venga no!

A pesar de que el texto no ha sido totalmente normalizado es notorio como se ha facilitado su comprensión.


La referencia indirecta
Es común en el texto polifónico que todos o parte de los enunciados referidos se realicen a través del estilo indirecto. Este requiere también de la reflexión con el grupo, ya que es una técnica no siempre accesible al usuario. En la referencia indirecta se produce una correlación verbal y un cambio en las indicaciones temporales, de lugar y de personas, temas que no ha sido común que se los incorporara al contenido de los programas en lengua castellana pero si han sido contenidos habituales en la enseñanza del inglés y del francés.
En el relato de la niña encontramos esta anomalía en el uso de la referencia: “… después de limpiar les dije que mi papa me dijo que no quería que entre nadie a mi casa asta que mi hermano no venga, que se ballan a las seis y media por que mi papá viene a las ciete”.
Al ser el pasado el tiempo de la narración obliga a que otro hecho pasado con anterioridad a él deba ser referido mediante el pretérito pluscuamperfecto, es decir, el pasado del pasado: “…les dije que mi papá me había dicho que…”. Lo mismo sucede con el modo subjuntivo regido en la voz del padre por un presente: “No quiero que entre nadie” que debe trasladarse al pretérito imperfecto del subjuntivo: “…no quería que entrase nadie…” mientras que la acción posterior del hermano, al ser futura, no puede trasladarse por el presente del subjuntivo: “…hasta que mi hermano no venga…”, que debe corregirse por: “…mi hermano no viniese…” o su propio pedido “…les dije que se ballan…” por “… les dije que se fueran…”
Véase a continuación un esquema sobre las exigencias que impone la referencia de la voz:


Relación de la gramática y la normativa con la escritura
Quien lea estas consideraciones acerca de cómo trabajar sobre el error quizá advierta con algo de sorpresa que aún no hemos hecho consideraciones acerca de la ortografía. No es porque no consideremos su importancia. El dominio de la grafía indica a primera vista si el escritor ha llegado o no a una buena competencia, es esta convención. Quien lee un texto con faltas en este campo, inmediatamente tiene una imagen desvalorizada del productor y automáticamente tiende a trasladar esta incompetencia a otras áreas y dictamina que esa persona no posee una buena formación intelectual.
Sin quitar la importancia que el tema merece, es bueno advertir que, cuando en el proceso de adquisición-aprendizaje, se hace excesivo hincapié en este tema suele producir el efecto contrario al que se busca. La ortografía es una adquisición que sólo resulta exitosa cuando se la siente importante pero no por la evaluación del docente –que puede ser dolorosa pero no demasiado constructiva– sino por la conciencia de autor de quien escribe. Y esta situación está profundamente ligada a qué ha ocupado el centro de atención en la formación lingüística de los alumnos.
Las investigaciones desarrolladas a partir de los cambios de mira realizados en las teorías tanto lingüísticas como cognitivas y del aprendizaje han mostrado que una preocupación temprana por la gramática o la normativa –entendidas como una mirada teórica sobre las reglas más generales del sistema– es perjudicial para la adquisición de las reglas de composición textual. Se ha observado que saber las conjugaciones de memoria, poder realizar hasta intrincados análisis sintácticos, recordar reglas ortográficas o de tildación no acredita que estos conocimientos puedan ser utilizados. Los alumnos, en términos generales, son expuestos en la clase de lengua más a conocimientos teóricos que a prácticas comunicativas reales. Saber gramática y usar la lengua son dos cosas bien distintas. Los hablantes competentes tienen ciertos conocimientos de gramática que son estrictamente necesarios: concordancia, irregularidad verbal más común, organización elemental de la oración, pero deben poseer otros conocimientos que no contempla la gramática y que son absolutamente necesarios para que pueda desempeñarse competentemente en la comunicación: advertir cuándo debe usar determinado nivel de lengua, adecuarse a su receptor, reconocer las convenciones del canal oral o escrito, saber cuál es el propósito comunicativo perseguido, el tipo de información que manejará., etc. Esa competencia de la adecuación no está descripta en ninguna gramática (ver apartado 1)

Estas consideraciones no significan que deban descartarse sin más los conocimientos fundamentales de gramática; no son conocimientos superfluos sino que deben desempeñar un papel relevante en el proceso de corrección al revisar los escritos.
Cuando en las clases de lengua se coloca como centro para la adquisición del sistema o del código a la gramática, esa tiende a interferir en el proceso global de la planificación del texto.
Por esto es que buena parte de los investigadores recomiendan posponer la corrección formal del texto hasta el final del proceso de composición.

“La enorme complejidad de la gramática de cualquier lengua es otro poderoso argumento para la hipótesis según la cual la competencia lingüística debe ser adquirida y el aprendizaje consciente, en el mejor de los casos, sólo puede facilitarle una pequeña contribución. Los lingüistas –con su permiso– solamente han descrito fragmentos de la lengua natural mejor descrita, el inglés, y los profesores de lengua solo conocen una parte de esos fragmentos. Además, los profesores no enseñan toda la gramática que saben y los mejores estudiantes no aprenden todas las reglas que se les enseñan. Finalmente, los mejores estudiantes no pueden recordar ni usar todas las reglas que aprenden. Así pues, el usuario sólo puede utilizar una pequeña parte de la gramática de la lengua”. Opina Krashe, (1984), citado por Cassany, (1989).

Proceso de composición textual
Cuando el alumno se ve abocado a la redacción de un texto, su mente tiene que estar ocupada en la generación de ideas, en la planificación del texto, en la elección del tipo textual, en el formato, en el propósito comunicativo y en muchos etcéteras más. Si al mismo tiempo, en las primeras etapas de su formación, se ve obligado a controlar estrictamente la corrección del texto en su primera versión –bastante común esta pretensión en el trabajo del aula– tiene que ocupar buena parte de su atención en las reglas gramaticales, ortográficas u de normativa.
De este modo, algunas de las informaciones se pierden: los errores del texto serán de uno u otro tipo. Si el control gramatical prevalece, se obtendrá un texto deficiente desde el punto de vista de su significado: pobreza de ideas, escaso desarrollo de las que han quedado, estructura pobre, desorganizada.
Si la perdida es de información del campo gramatical, es decir, en el aspecto formal del texto, este presentará problemas ortográficos, de puntuación o de sintaxis. De una u otra manera el escritor quedará decepcionado.
Por ello, en el momento de la revisión debe aparecer la corrección de los errores gramaticales. La puerta en común de errores que en su mayoría afectan a casi todo el grupo propenderá a una adquisición significativa de todas las competencias lingüísticas imprescindibles, porque le hará ver al estudiante cuándo ayuda esa corrección para una buena comunicación, de modo tal que ese conocimiento gramatical no queda desasido del uso.


A MODO DE CIERRE
Vuelta al punto de partida
A partir de los conceptos trabajados es posible volver al punto de partida para pensar qué significa enseñar lengua desde un enfoque comunicativo.
En primer lugar, la oración no podrá seguir siendo la unidad de sentido con que se trabaje. Habrá que hablar del uso de la lengua, de las situaciones comunicativas reales Proceso de composición textual –entre emisores y receptores reales–, de los enunciados (textos) producidos, de las competencias desarrolladas para producir o para comprender, de lo que quiere decir el que habla o escribe, de lo que en realidad dice y de lo que entiende el receptor.
En segundo lugar, este nuevo enfoque va a requerir una nueva didáctica, que tendrá que construir una metodología de trabajo que proponga a los alumnos una práctica lingüística en situaciones comunicativas concretas y que lleve, a través de la reflexión, al desarrollo de los conceptos necesarios para el mejoramiento del uso de la lengua.
El objetivo fundamental de un trabajo de estas características será, pues, el desarrollo de las competencias del alumno y es esperable que la didáctica que se inscriba en este marco tenga como ejes la lectura y la producción de textos.


BIBLIOGRAFÍA
Ø CASSANY, Daniel: Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir, Paidós, Comunicaciones Barcelona, 1989.
Ø GRAVES, Donald: Estructura un aula donde se lea y se escriba, Aique, Buenos Aires, 1992.
Ø MC CORMICK CALKINS, Lucy: Didáctica de la escritura en la escuela primaria y secundaria, Aique, Buenos Aires, 1992.
Ø MARRO, M., DELLAMEA, A.: Producción de textos. Estrategias del escritor y recursos del idioma, Docencia, Buenos Aires, 1993.
Ø MARRO, Mabel: Los modelos procesales y la enseñanza de la redacción, en Lectura y vida, Año 8, n°4, diciembre de 1987.
Ø TOLCHINSKY LANDSMANN, L. y SANDSBANKA A.: Producción y reflexión textual: procesos evolutivos e influencias educativas, en Lectura y vida, Año 11, N°4, diciembre 1990.

viernes, 10 de diciembre de 2021

El canto

Siempre que Ernesto trabaja lo hace cantando.
-¿Por qué cantas? –le pregunta Alcides.
-¡Como si tú no lo supieras! Canto porque me gusta.
-Es ya una razón.
-Y porque es lindo cantar. A ti ni te oigo nunca, a no ser cuando hacemos ronda.
-Sin embargo, me agrada; pero más me agrada oír cantar.
-Por eso quieres tanto a los pájaros.
-Y no sólo a los pájaros… Quién más, quién menos tiene su cantar.
-¿Sabes que no te entiendo?
-También el agua canta: cuando cae en la lluvia, cuando escapa del grifo, cuando desciende en manantial por la montaña. Canta el árbol cuando lo acuna el viento; y el viento canta y silba en los cañaverales. El sol es un canto de luz; un canto de color, el arco iris; y un canto de perfume, el jazmín.
-¡Qué cosas bonitas se te ocurren! Cuando yo canto me acompaño con el trabajo. ¡Y es tan hermoso cantar y trabajar! ¿No has visto con qué entusiasmo realiza el labrador su faena, cuando, desde la horqueta de algún árbol, le acompaña el cardenal con su canto?

viernes, 3 de diciembre de 2021

Estructura de "Libro de Buen Amor"

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. Estructura de la obra (p.71) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. La Introducción (p.73) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. Primer núcleo de aventuras autobiográficas (p.74) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. Primer episodio alegórico: pelea con don Amor (p.76) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. Segundo núcleo de aventuras autobiográficas (p.77-78) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”Segundo episodio alegórico: batalla de don Carnal y doña Cuaresma (p.79-80) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. Tercer núcleo de aventuras autobiográficas (p.81) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

Serrano Redonnet, María Luisa O. de La Edad Media: El “Libro de buen amor” o “Libro del Arcipreste”. El epílogo (p.82) En Serrano Redonnet, María Luisa O. de; de López Olaciregui, Alicia Ch.; de Caso Ward, Stella M. L. de & Zorrilla, Alicia M. (1991) Literatura IV España en sus letras. Buenos Aires: Ángel Estrada y Cía. S.A.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Un cementerio original

Yendo de Córdoba hacia el antiguo convento de los Mercedarios, sobre la orilla derecha del río Primero, se nos ocurrió torcer por un atajo para visitar el arrabal de San Vicente.
Algo más que un arrabal de la docta ciudad, un pueblecito semejante a lo que son Flores, Belgrano y Barracas para Buenos Aires, eso es San Vicente. Como ellos, no surgió a consecuencia de la extensión de la ciudad, sino más bien como un conjunto aislado, que en el andar del tiempo ira soldándose a ella de una manera más digna de lo que hoy está.
En efecto, compóne San Vicente de dos barrios: el más vecino a Córdoba es un rancherío pobrísimo, pasado el cual se entra en la parte moderna, adelantada, de tendencias tanto más aristocráticas cuanto humilde es el rancherío.
Es, por otra parte, igual a cualquier barrio moderno de cualquier parte del país, pero tiene una nota sumamente pintoresca: el cementerio.
Traspone uno los umbrales de aquella mansión y desde el primer momento siéntese invadido por un hálito de paz y bienestar. Estamos en la casa de la muerte y, sin embargo, desearíamos permanecer en ella mucho tiempo; formulamos quizás, íntimamente, el deseo de dormir allí el último y más tranquilo de los sueños.
No existen en aquella necrópolis monumentos de esos que demuestran riqueza u opulencia, que impresionan por la delicada labor artística… En cambio hay allí algo tan humano y tierno que conmueve hasta las fibras más recónditas del alma.
Pasado el patio encuéntrase uno en una huerta, en un jardín de crucecitas multicolores: las hay blancas, rosadas, celestes, verdes, todas brillantes de limpieza, todas muy próximas unas a otras, como que allí entierran casi de pie a los muertos.
Es la parte dedicada a los niños: los pequeños inocentes descansan allí entre flores, unos vecinos a los otros, bajo la sombra de sus crucecitas que a lo lejos lucen también como flores.
Las coronas de flores artificiales desteñidas por la intemperie, el verde fresco del césped, los macizos de flores, sobre que se levantan las vistosas crucecitas, nos dicen que el amor a los que no existen tiene un templo en el corazón de los deudos que visitan y cuidan las sencillas tumbas. Pero, hay algo más: cada cruz lleva en su parte alta una cajita con tapa de vidrio dentro de la cual están guardados los juguetes que prefirió el pequeño.
Se ven allí muñequitas, lamparillas, caballitos, muñecos a caballo o en burrito, muñecas de porcelana, de celuloide y hasta de trapo. Ninguna tumba de niño carece de ellos; las pobres madres piensan seguramente que allá, entre los bienaventurados, ha de sonreír feliz su hijito al contemplar los objetos que alegraron sus juegos.

E. Correa Morales
Hojas Sueltas, págs. 158-159

Huellas

I
Huellas del sol que doran
la serranía
y disipan las nubes
en pleno día.

Huellas de las carretas
en el sendero
que con su helado soplo
barre el pampero.

Huella, huellita, huella
del alma mía
que ni la misma muerte
la borraría.


II
Huella de los fogones
–humo y cenizas–
que dispersan al aire
las leves brisas.

Huellas de los luceros
que resplandecen
y que al rayar el alba
desaparecen.

Huella, huellita, huella
del alma mía
que ni la misma muerte
la borraría.
Ricardo del Campo
Hojas Sueltas, pág. 104

jueves, 25 de noviembre de 2021

El Yassí-Yateré

Lía, la gordita, sentada a la puerta del rancho, mecía con si para ternura a su muñeca de trapo, a su Rorro. En vano el Paraná murmuraba allí cerca; en vano las hojas cenicientas de las cecropias se destacan plateadas sobre el verde obscuro de los mirtos; en vano los helechos balancean al viento el encaje de sus frondas a los sensitivas pliegan sus foliolos para substraerse al beso de la fugitiva mariposa; todas las bellezas que el trópico brinda al pobre albergue para su ornato, no tienen para la gordita el encanto supremo de los ojos de Rorro, bordados con hilo negro sobre fondo blanco, aquellos ojitos que no pestañean, que la miran siempre.
Los rizos de la niña brillan bajo el sol de Misiones, formando aureola al rostro angelical y sonriente.
Juana, la madre de Lía, ocupada en las faenas caseras no oyó le siniestro silbido de Yassí-Yateré, el enano que sale del bosque a robar niños.
Entre tanto la rubiecita cantaba:

Duerme hijo mío, mira, entre las ramas
Está dormido el viento;
El tigre en el flotante camalote,
Y en el nido los pájaros pequeños.

Ya no se ven los montes de las islas;
También están durmiendo.
Han salido las nutrias de sus cuevas;
Se oye apenas la voz del teru-tero.[1]

Y cantando para adormecer a Rorro, dobló ella cabecita, los cabellos rubios cayeron desordenados sobre la carita rosada, y cubrieron los azorados ojos de la muñeca dormida.
Escondido detrás de un laurel secular, el Yassí-Yateré, precioso enano rubio, cubierta la cabeza con un gran sombrero de paja y un bastón de oro en la mano, espiaba el momento propicio para apoderarse de aquella hermosa criatura.
En cuanto la madre se alejó, Yassí, sonriendo maliciosamente, se aproximó con sigilo, tomó a Lía en sus robustos brazos y corrió al bosque.
El grito lanzado por la niña al despertar, atrajo a la madre asustada; pero sólo fue para ver al enano alejarse con su hijita en brazos, y penetrar presuroso en el intricado ramaje, sin que le detuvieran lianas, ni tacuarembós, porque todas las ramas y malezas se apartaban al acercarse Yateré, y, cuando pasaba, volvían a cerrarse, de modo que pronto se perdió de vista.
Empero Juana, como madre que era, y como madre valerosa, se propuso arrancar su hijita de manos del ladrón, y sin reflexionar en los peligros de la selva, penetró resueltamente en su inhospitalaria espesura.
Árboles enormes, atados por tacuarembós y lianas, le cerraban el paso y extraviaban su camino; millones de mirines cubrían su rostro chupando con rapidez el sudor que lo inundaba; de pronto se detuvo paralizada por el terror: un yaguareté había lanzado formidable rugido.
–Si retrocedo –pensó Juana– pierdo mi gordita: ¡no; adelante! – y siguió caminando hasta que se detuvo de nuevo, helada y temblando: el cascabel del Crótalo sonaba rápidamente, como si la serpiente estuviera furiosa; desafiarla era morir. Se detuvo, pues, sin hacer movimiento, hasta que el reptil, aquietado, siguió su camino, haciendo sonar más lentamente sus cascabeles.
El día se había apagado casi por completo cuando, en una rama de mirto, divisó a Rorro que la miraba con sus ojos redondos y estrávicos; su boquita preludiaba un puchero, en tanto que su brazo informe se dirigía hacia la derecha.
¡Oh, adorable pequeñita! Estaba pálida de miedo, pero tenía valor para señalar, con su manecita sin dedos, el camino que llevara el raptor.
Siguió Juana la dirección indicada, llegó a un claro del bosque, y mirando con precaución desde un matorral, vio al Yassí, tendido sobre el musgo, contemplando a la niña robada.
Lía, acostada sobre una camita de isipós, fabricada por el enano, jugaba con el tesoro del bosque, con el Isondú.
El Isundú es la larva más hermosa que existe en América; su cabeza de rubí brilla con espléndido fulgor; muchos rayos de luna se alojaron en sus anillos, de modo que, al moverse en la oscuridad, produce una luz más intensa que la de las luciérnagas.
Y la niña, cuando veía aquel lindo animalito moverse sobre su ropa, palmoteaba y reía de contento.
–Mira, Yassí –dijo una vez– si Rorro viera este Isondú, cómo abriría los ojos. ¿Por qué no me traes a Rorro, enano?
–Se quedó a dormir en un mirto –dijo Yassí. – Mañana lo buscaremos, ahora duerme tú.
Cuando la niña se durmió envolvióla con isipós, y cansado del juguete que había robado, el Yassí-Yateré se alejó para ir a espiar a unos tapiros que había visto al pasar.
Entonces Juana, guiada por el resplandor del Isondú, se acercó a su hijita, la tomó en brazos y emprendió con ella y Rorro el regreso a su rancho, al cual llegó cuando empezaba a clarear.

E. Correa Morales
Isondú, pág. 152-156

[1] J. Zorrilla de San Martín

lunes, 22 de noviembre de 2021

La calle


María Ester, al regreso de la escuela, ha venido deshojando, sin querer o sin pensar, una flor. En el zaguán de la casa cayeron los últimos pétalos…
Cuando el padre entró ya había visto el reguero de hojitas. A la hora de la mesa, preguntó:
-¿Quién se dedica a deshojar flores? Porque he visto…
Como los chicos no acostumbran a mentir, María Ester ha interrumpido:
-He sido yo, papá.
-¿Tú? Ya me lo parecía.
La niña bajó la cabeza como temiendo un reproche.
-Vamos, alza esa cabeza. Si no te reñiré. Solo quiero decirte unas palabras… Tu calle es la de todos. La quieres, ¿verdad? Como que por ella vas a la escuela, al parque, a la casa de tus amigas. Es la calle por donde transita papá cuando va al trabajo o viene de él. Sus piedras y sus árboles guardan tu paso, conservan tu recuerdo. No la cambiarías por ninguna otra; lo sé. Entonces, cuida tu calle; trata de conservarla limpia, alegre. No le tires papeles ni basuras. Llénala de risas, pero no de gritos; de simpatía, pero no de actitudes descompuestas. Y, te repito, no eches sobre ella ni siquiera una flor.

sábado, 20 de noviembre de 2021

En el jardín


-Toda palabra es un gorjeo; tiene su música…
Rosa repite la expresión de su maestra, mientras riega las violetas de sus canteros y aparta la seroja amarillenta.
-¿Y por qué no, su perfume? ¡La palabra también tiene perfume!
Sonríe ante su hallazgo. Le crecen alas como a las mariposas. Y como las mariposas corre de flor en flor para dejarlas un beso.
-¡Chiquilla! –exclama la mamá, al sorprenderla en tan dulce actitud. Rosa se avergüenza un poco.
-No, no te pongas así; que lo que tú haces es una forma de exteriorizar tu bondad. ¿Hay algo más parecido a ti que una flor? Cuídalas siempre. Quiérelas bien. Cada una de ellas es una vida respetable. Son como un ejemplo de generosidad. Nada te piden y, en cambio, se te dan enteras… Y si no, ¿de dónde el ramo de nomeolvides para la abuelita?, ¿de dónde los nardos para la maestra?, ¿de dónde el clavel vistoso y perfumado para papá? Ellas son la alegría de tus ojos, la belleza de tus manos y la frescura de tus besos.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Lluvia

Como a pesar de la hora temprana sintiéramos primeras gotas sonaron de un modo opaco y precipitado.
Los nubarrones amontonados en el horizonte habían recubierto el cielo y, cuando el arreo en marcha volvía a la angostura del callejón, la calor, fue más bien un goce aquel tamborileo fresco. Algunos empezaron a acomodar sus ponchos; yo esperé.
La tierra se había puesto a despedir perfumes intensamente. El pasto y los cardos esperaban con pasión segura. El campo entero escuchaba.
Pronto, un nuevo crepitar de gotas alzó al ras de callejón una sutil polvareda. Parecía que nuestro camino se hubiese iluminado de un tenue resplandor.
Esa vez me acomode el “calamaco” preparándome a resistir el chubasco.
La lluvia se precipito interceptándonos el horizonte, los campos y hasta las cosas más cercanas. Los troperos se distribuyeron a lo largo de la novillada para cerrar de más cerca la marcha.
-¡Agua! –gritó Valerio entreverándose a pechadas entre los brutos.
Por mi parte me entretuve en sentir sobre mi cuerpo el cerrado martilleo de las gotas, preguntándome si el poncho me defendería de ellas. Mi chambergo sonaba hueco y pronto de sus bordes empezaron a formarse goteras. Para que estas no me cayeran en el pescuezo, requinté sobre la frente el ala, bajándola de atrás a fin de que el chorrito se me escurrieses por la espalda.
La primera reacción ante la lluvia, según más tarde pudo argumentar mi experiencia, es reír aunque muchas veces nada bueno traiga consigo la perspectiva de una mojadura.
Riendo, pues, aguanté aquel primer ataque. Pero tuve muy pronto que dejar de pensar en mí, porque la tropa, disgustada por aquel aguacero que los cegaba de frente, quería darle el anca y se hacía rebelde a la marcha. Como los demás, tuve que meterme entre ellos. Con los movimientos me di cuenta de que mi ponchito era corto, lo cual me proporciono el primer disgusto.
A la media hora, tenía las rodillas empapadas y las botas como aljibe.

Bajo la Lluvia de Luis Fernando Rodas Marroquin, 

Guatemala.

Empecé a sentir frío, aunque luchara aun ventajosamente con él. El pañuelo que llevaba al cuello ya no hacía de esponja y, tanto por el pecho como por el espinazo, sentí que me corrían dos huellitas de frío.
Así, pronto estuve hecho una sopa.
El viento que traíamos de cara arreció, haciendo más duro el castigo, y a pesar de que a su impulso el aire se volviéndose más despejado, no fue tanto el alivio como para que no deseáramos un próximo fin.
Acobardado miré a mis compañeros, pensando encontrar en ellos un eco de mis tribulaciones. ¿Sufrirían? En sus rostros indiferentes el agua resbalaba como sobre el ñandubay de los postes, y no parecían más heridos que el campo mismo.
El callejón que había sido una nota clara con relación a los prados, estaba lóbrego. Por delante de la tropa, la huella rebrillaba acerada; atrás todo iba quedando trillado por dos mil patas, cuyas pisadas sonaban en el barreal como masticación de rumiante. Los pasos de mi petizo resbalaban dando mayor molicie a su tranco. Por trechos la tierra dura parecía tan barnizada, que reflejaba el cielo un arroyo.
Dos horas pasé así, mirando el torno mío el campo hostil y bruñido.
Tiritaba continuamente, sacudido por violentos tirones musculares, y me decía que si fuera mujer lloraría desconsoladamente.
De pronto, una abertura se hizo en el cielo. La lluvia se desmenuzó en un sutil polvillo de agua y, como cediendo a mi angustioso deseo, un rayo de sol cayó sobre el campo, corrió quebrándose en los montes, perdiéndose en las hondonadas, encaramándose en las lomas.
Aquello fue el primer anuncio de mejora que, al cabo de una breve duda, vino a caer en benéfico derroche solar. Los postes, los alambrados, los cardos, lloraron de alegría. El cielo se hizo inmenso y la luz se calcó fuertemente sobre el llano.
Los novillos parecían haber vestido ropas nuevas, como nuestros caballos, y nosotros mismos habíamos perdido las arrugas, creadas por el calor y la fatiga, para ostentar una piel tirante y lustrada.
El sol pronto creo un vaho de evaporación sobre nuestras ropas. Me saqué el poncho, abrí mi blusa y mi camisa y me eché en la nuca el chambergo.
La tropa olfateando el campo se hizo más difícil de cuidar. Iniciamos algunas corridas arriesgando la costalada.
Una vida poderosa vibraba en todo y me sentí nuevo, fresco, capaz de sobrellevar todas las penurias que me impusiera la suerte.
Entretanto, la vitalidad sobrante quedo agazapada en nuestros cuerpos, y sin desparramarnos en inútiles bullangas, volvimos a caer en nuestro ritmo contenido y voluntarioso.
Caminar, caminar, caminar.

Ricardo Güiraldes
Hojas Sueltas, pág.. 48-51.

martes, 16 de noviembre de 2021

Los churrinches

Bastó una chispa pequeñísima para incendiar el árbol.
La trajo el viento. La incrustó en el tronco y el árbol solitario del camino se sintió herido. Sufrió en silencio. Retorció sus ramas. Quiso desprenderse de la tierra, huir… ¡Imposible! El fuego siguió horadando el tronco, aprovechando la corteza sin vida para prender con más fuerza.
Brotó una llama, después otra, y otra más. Las lenguas de fuego tomaron cuerpo, incendiaron las ramas, las hojas… Parecía un árbol de fuego clamando al cielo, desesperadamente, por la lluvia salvadora. Sufría por él, por los insectos, por lo pichones que clamaban en el nido.

¿Quién avisó a los padres de los pichones, el riesgo de muerte que corrían sus pequeños? ¿El viento? ¿El cielo?… Regresaron apresuradamente. Y arriesgándolo todo, se metieron entre las llamas, buscaron su nido y alcanzaron a sacar sus pichones y llevarlos en el pico hasta ponerlos a salvo. Pero de allí salieron encendidos como brasas.
Y así andan ahora por la vida, vestidos de héroes, los churrinches, a quienes los guaraníes llamaban “cuarahiyaras”, los dueños del sol.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Como en un libro nuevo

En el jardín soleado todo invita a cantar. ¡Cómo lucen sus flores los geranios y cómo cuchichean los gorriones!
Un picaflor se acerca a la corola abierta de un floripón, se adentra en ella quizá buscando néctar, pero su movimiento ha sido tan rápido que ya está afuera otra vez. Y se aleja en busca de una nueva corola.
-¡Qué hermoso!, ¿verdad?
-¡Hermosísimo! Mira, mira… Vuela hacia atrás… ¡Qué maravilla! Nunca me había dado cuenta de ello… ¿Habrá otro pájaro que vuele hacia atrás?… Yo no lo sé… ¿Lo sabes tú?
-No, no lo sé.
Ambas quedan pensando. De pronto, María Emilia, que todo lo observa, advierte:
-¡Cómo trabaja esta araña! Ahora mismo se le ha cortado el hilo que teje. Pero busca otra vez la punta. Trabaja para unirlo… Ya lo hace… ¡Y qué cosa! No se conoce dónde ha sido la unión… Continúa… ¡Ésta sí que es una tejedora hábil y prolija! No hay una sola falla en la tela… ¡Cuánto se aprende en la naturaleza!
-¿Qué me dices? ¿No te advertí que hasta en la música del chingolito encontrarías sabiduría?

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Ronda de los cuatro vientos

El gallo de la veleta 
gira de allá para acá.
Ronda de los cuatro vientos 
que no se cansan de andar.

Tiemblan las ramas de frío, 
de frío muere la luz.
Viene ahuyentando a las aves 
el viento blanco del Sur.

El viento del Este viste 
de rosa como un rosal.
Danzan las rosas alegres 
su danza primaveral.

Ronda de los cuatro vientos 
que no se cansan de andar.

Rojo de ardor y de fuego 
el viento Norte llegó.
¡Cómo canta la cigarra!
¡Cómo se agosta la flor!

Y el viento azul del Oeste 
no cesa de acariciar 
a las espigas de lino 
y a las cañas del maizal.

Ronda de los cuatro vientos 
que no se casan de andar.

Gaspar L. Benavento

jueves, 16 de septiembre de 2021

Vuelta de paseo

Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene de cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto cada día.

¡Asesinado por el cielo! 

Federico García Lorca
Poeta en Nueva York

jueves, 2 de septiembre de 2021

Por culpa de los números

Por culpa de los números
estuve siempre mal en todo cálculo.
Por no poder usar los logaritmos
la cuenta de mi vida se fue al suelo.
Jamás hallé mi siete
ni pude poner cifras a mis letras.
No supe el porcentaje de mis fraudes.
Tal vez por eso mismo
no tuve nada exacto.
Por no poder restar decimales
me fui llenando de humo,
de vientos y palomas
y nunca pude ser un tres resuelto.
Se me quedó en la nada
mi signo con tu máxima potencia.
mi signo con tu máxima potencia.
las gélidas fracciones del olvido.
Por culpa de los números
no me entendieron nunca
Por culpa de esas plagas
jamás hallé la ruta de la lógica,
jamás un mar tranquilo,
jamás un tiempo eterno.

Violeta Luna

martes, 31 de agosto de 2021

Nueva Escuela 17: Lengua Protocolo

PROTOCOLO
“Sin duda, la mayor manera de analizar la composición del texto escrito, así como de construir un modelo teórico, es observando el proceso en acción, o sea ver autores que escriben textos.
Pero una buena parte del proceso de composición ocurre en el cerebro del escritor y, por lo tanto, es interno y no observable.” (Cassany, 1987).
El instrumento que usan Hayes y Flower para obtener datos acerca de las acciones que realiza, las estrategias que usa, las dudas que se le presentan, las elecciones que hace cualquier escritor mientras escribe, se llama protocolo. Los autores, a medida que escriben, van verbalizando lo que hacen y piensan. Lo que dicen los escritores se graba y luego la grabación se transcribe y se analiza. A esa transcripción se le llama protocolo y resulta un material riquísimo para el análisis de los procesos redaccionales.
Un resultado similar puede lograrse a través de un trabajo grupal. Si se registran las discusiones del grupo antes, durante y después de la producción del texto, podrá analizarse el proceso de escritura realizado por el grupo.
El siguiente es un fragmento de un protocolo elaborado a partir del registro de un ejercicio de escritura grupal. Hay que aclarar que la propuesta de escritura hecha al grupo (un grupo de estudiantes recién ingresado a la universidad) era la siguiente: había que escribir un relato policial, pero el texto tenía que producirse como reelaboración de la novela El amante, de Marguerite Duras, leída por el grupo.

“El grupo sabe que el tipo de texto a producir es un texto narrativo literario que debe pertenecer al género policial y se preocupa por definirlo. Uno de los integrantes del gripo dice:
“En un relato policial tiene que haber un elemento violento”
Hay que decidir entonces cuál va a ser ese elemento. “El chino no mata al padre.” O: “El hermano mayor mata al chino.”
El hecho de que el texto a producir sea literario genera preocupación en algunos integrantes del grupo por los recursos a usar. “Me gusta escribir en primera persona, y desde el final.”
“Se podría mezclar con saltos temporales.” “Puede ser interesante contar desde el final.” El grupo sabe que va a tener que hacer ciertas elecciones discursivas; se abren posibilidades. Después habrá que elegir. Pero aparece también la preocupación acerca de cómo va a empezar el texto; se trata de encontrar su organización.
En medio de la discusión alguien recuerda un texto leído (que puede llegar a funcionar como modelo) en el que un personaje, ya muerto, cuenta su historia desde el cajón. Alguien conecta el recurso con otro usado por García Márquez en un cuento en que el que cuenta siente, mientras lo hace, que se está pudriendo. Aparecen, pues, diferentes posibilidades que el grupo tendrá que determinar si toma o no.
Antes de que el grupo decida empezar a escribir, volverá a la cuestión de cómo empezar el texto: “¿Empezamos en el barco”
“¿A quién va a matar?” Todavía no está definida la historia que se va a contar pero igual se necesita empezar.

Lo que registra el fragmento de protocolo es la etapa de planificación del texto. En él se ven, a partir de lo verbalizan los integrantes del grupo, las innumerables cuestiones que tiene que resolver un escritor antes de empezar a escribir. Lo que aquí aparece verbalizado por el grupo, en un trabajo individual de escritura se da en el cerebro del escritor. Hay dudas que pueden resolverse (por ejemplo, el grupo se plantea qué es un relato policial y logra acercarse a su definición) y otras que no (por ejemplo, no llega a acordarse la organización del texto).
Después de esta etapa de planificación que registra el fragmento de protocolo, el grupo comenzó a escribir el relato, aun sin haber definido ni la organización del texto ni los recursos a usar.