informes por bajo la mesa y mujeres acostadas sin quitarse las medias.
Cariacontecidos asesinando los días
esperan futuros astrológicos y gente de velorios;
la gente que trae las suerte,
los empleos frecuentes saliendo por el otro agujero,
las oportunidades entregándose
y fortunas incansables para los fracasados sin horca a mano.
Esperados pacientes cuando la luna se caiga de madura.
La perra vieja llegará al trote,
la perra de los huevos de oro al extremo un hombre comprometedor.
Por aquí vendrá porque yace en los brazos de las bodas
aquel dejó su angustia estorbando al otro señor
pero los anteojos son anhelantes de por sí,
y cualquiera puede mostrar sus tripas de honesto.
De manera que ahí estaban ellos
y las paredes que mojó Florencio Sánchez de tantos
cuente conmigo
sin hacer la digestión digo mil veces entidades.
Y medianoches duras con grillos helados
un sobretodo metido en ustedes mismo como atormentados
y arrepentidos en ruina buscando la demencia.
La perra.
Ahí
en Rioja y Mitre qué hacían. Un estremecimiento
en suma, los han llenado de peines y cucharitas de café.
Inciertos rufianes fingieron sur huéspedes que hablan
porque usted miraba el caballo que fuma y pasó la perra;
vaya con lamentosos en enjambre llevando signos convenidos.
Detrás del morocho de gris, la moneda de sus mujeres
y visitas a las cinco de la mañana.
Esta es la calle del arte y la rabia siguiendo no vale la pena,
garroneros con ojos de madera:
“Desde las 24 puchero a la española 80 ctvs.”
Alucinados exentos de todo pecado
entre dolorosos cielos muriendo con desgracias y perros corridos
por donde todas las cosas bailan olvidadas.
Hombres definitivamente despiertos
y sollozando sin espectadores en sus telarañas,
aislando esqueletos duros exigiendo como empujones insensatos
seguir.
Facundo Marull
Del libro en prensa “Ciudades en Sábado”
Revista Nun, N°1 Rosario 1941, p.23
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