
Como el sol es muy ardiente
llega todo acalorado,
madurando la cosecha
con su rostro bronceado.
Hay promesa de frescura
en las frutas deliciosas,
para aliviar el sopor
de las siestas calurosas.
Echa a andar por los caminos
alocada la cigarra;
va cantándole al verano
al compás de su guitarra.
Las ranas junto al arroyo
ensayan un nuevo canto
y en la orilla alborotada
los juncos trenzan un manto.
La Luna empolva su cara
y usa un vestido liviano;
es más blanca y más desnuda
en las noches de verano.
Elsa Echauri
Revista Anteojito N°1608, pp.2
2 enero 1996
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1608/page/n2/mode/1up
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