El tiempo es como la Esfinge griega, que mataba a los que no sabían interpretar el enigma de la vida. Y para indicar que el tiempo que se va inaprovechado no vuelve, los griegos tenían una estatua, que se ha perdido, pero cuya descripción se conoce por esta conversación que tuvo con un viajero:
“-¿Cómo te llamas?”
“-Me llamo la Oportunidad.”
“-¿Por qué estás sobre la punta de los pies?”
“-Para advertir que solo me detengo un momento.”
“-¿Por qué tienes alas en los pies?”
“-Para advertir que pasó rápidamente.”
“-¿Por qué tienes el pelo tan largo sobre la frente?”
“-Para que los hombres puedan atraparme cuando me encuentran.”
“-¿Por qué, entonces, eres tan calva en la nuca?”
“-Para manifestar que cuando he pasado ya no pueden agarrarme.”
La oportunidad es el presente, que se va estéril al pasado, sin agregar nada a la vida del indolente o del incapaz de mejorar su ser, su valer o su haber…
Agustín Alvarez
“Letras” pág. 202
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