No hay noticias. La anciana
inútilmente espera en la ventana.
¡Pasan días y meses!
En este año los campos no han producido mieses.
No hay pan. En lontananza,
la pobre madrecita cultiva su esperanza:
-“Cuando vuelva, sin duda
traerá puesta la cruz; sobre su frente ruda
brillará la aureola de aquel primer encuentro…
¡Ha de volver, es claro, mi buen batallador!
Lo esperaré aquí dentro,
para llorar en lo íntimo mi dolor y mi amor.”
No hay noticias, no hay pan. La madrecita anciana
inútilmente espera en la ventana…
Mucho tiempo después, por la calle desierta
regresaba un soldado;
vió el ventanal vacío, el postigo cerrado,
y un crespón en el tosco llamador de la puerta…
Mario Bravo
“Cien Lecturas” pág. 117
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