miércoles, 28 de febrero de 2024

Bajo siete llaves

¿Para qué sirve una llave? Sirve para abrir o cerrar puertas, candados y otras cerraduras, corriendo o descorriendo el pestillo. Grandes o chicas, largas o cortitas, las colgamos de un llavero, las guardamos en cajitas o las escondemos en algún bolsillo del pantalón. Pero ellas siempre están listas para descubrir secretos u ocultar tesoros con una simple vueltita y, a veces, con un pequeño tironcito.


La llave tiene un ojo por donde la sostenemos, una barra o cuerpo y un paletón donde están los dientes que se adaptan a la cerradura. Hay llaves maestras que abren todas las puertas y otras inglesas que ajustan o desajustan tornillos, según la ocasión. A éstas las consideramos herramientas. Dime qué llaves usas y te diré qué quieres abrir tal como el dicho.


Las llaves son más antiguas que las puertas. Los egipcios ya las conocían y los griegos, allá por el siglo V a. C., fabricaban llaves de madera que llamaban laconias. Los romanos también tenían llaves de ojos muy trabajados. Algunas eran tan chiquitas que las llevaban colgando de sus brazaletes. Eran verdaderas joyas. ¿Qué abrirían con ellas?



Dicen que San Pedro, tiene un manojo inmenso de llaves para abrir las puertas del Cielo. Los alcaldes tienen una llave gigante que obsequian a ciertas personalidades: es la llave de la ciudad. El que la obtiene, será siempre bienvenido y tendrá las puertas abiertas.

Revista Anteojito N°1564, pp.32
28 febrero 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1564/page/n31/mode/1up

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