Quiero presentarme. Soy la Mulita. Pero debo aclararte que no soy una mula chiquita. No. Me llaman así porque tengo la cabeza alargada como ella. Pero, en realidad, yo pertenezco a la familia de los armadillos. Te cuento.
BIEN "ARMADA"
Te preguntarás por qué soy un armadillo. Porque mi cuerpo está cubierto por un caparazón que recuerda a las armaduras que usaban los antiguos caballeros. Es oscuro y está formado por un montón de placas óseas y rígidas. Seguro que querés saber ¿cómo hago para moverme? Muy simple. Todos en mi familia tenemos en el centro del caparazón unas bandas movibles que nos permiten hacer interesantes ejercicios físicos. Algunos pueden arquearse y hasta tienen un truco para engañar a los que los persiguen por la rica carne.
EN EL SUBTERRÁNEO
Tengo mucho trabajo porque he decidido construir un nuevo hogar. Aquí en la llanura pampeana la tierra es muy apropiada para esta tarea. No necesito materiales de construcción, como los humanos. Lo único que me hace falta son útiles de trabajo y tampoco tengo que comprarlos. ¿Sabés cuáles son? Mis propias uñas. Son muy fuertes y con ellas excavo una cueva bien profunda. Dicen que mis patitas cortas y ágiles se mueven con una rapidez extraordinaria cuando estoy entregada a esta bella tarea.
ARMA DEFENSIVA
¿Querés que te cuente lo que le pasó la otra noche a mi primo "el mataco"? Estaba paseando al trotecito, como es su costumbre, con una ligera sacudida a uno y otro lado. De pronto se dio cuenta de que alguien lo seguía. Se asustó mucho porque la luna llena iluminaba todo como si fuera de día. Y entonces recordó el consejo que le daba su papá: "Cuando te veas acorralado enroscate sin pérdida de tiempo.” Así lo hizo. Seguro que el cazador debió creer que se hallaba ante una extraña pelota perdida en la inmensidad del campo y se alejó desilusionado. ¡Ja, Ja!
VIVIR EN PAZ
Tengo muchos parientes en todo el país. Uno de los más famosos es el tatú carreta. Vive en el Chaco. ¡Si vieras qué grandote es! Mide hasta un metro de largo sin incluir su cola. Es inofensivo como todos nosotros. Se alimenta de bichitos, gusanos y raíces. Pero sus antepasados han sido tan perseguidos que actualmente quedan muy pocos tatú carreta en la Argentina. ¡Ojalá que los que destruyen la vida de las plantas y de los animales tomen conciencia del daño que nos causan a todos! Y ahora me despido con un... ¡hasta siempre!
Revista Anteojito N°1561, pp.12-13
8 febrero 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1561/page/n11/mode/1up
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