jueves, 31 de octubre de 2024

Moda en el campo


La mayoría de los relatos de viajeros, escritos en el siglo pasado, coinciden en afirmar que, a diferencia de los gauchos, las paisanas se vestían de modo sencillo aunque prolijo y elegante. Ante todo ninguna usaba maquillaje y mucho menos cremas humectantes. Se lavaban el rostro con agua pura y fría que sacaban del aljibe. Algunas andaban descalzas, pero otros lucían zapatos de cuero livianos o raso, sin taco o con taco muy bajo.

La ropa de todos los días consistía en una camisa de algodón muy fina, con bordados y
puntillas. Se prendia a la espalda con botones o cintas. el escote era redondo y fruncido. Las mangas podrían llegar hasta el codo o hasta el puño y terminaban con borda dos y puntillas. También había camisas de escote cuadrado, pero en este caso se prendían por delante.

La camisa quedó sujeta a la cintura. con un cinturón de tela o cuero. Debajo de la camisa, de la cintura hacia abajo, usaban enaguas de algodón muy almidonadas. Cuando hacía frío, sobre la camisa colocaban una pollera colorida y de tela gruesa que no sobrepasaba la media pierna. Los vestidos de fiesta eran negros, incluso ¡los trajes de novia!

Las paisanas usaban el cabello con una o dos trenzas. A veces, sueltas y otras, sujetas en
rodetes. Eso sí, siempre se peinaban con raya al medio. La mayoría lucía peinetas o peinetones. Las más pobres alegraban su cabello con una cinta de color y, en ocasiones especiales, con una flor. Si tenían frío se abrigaban con una chalina o ponchitos tejidos en telar de colores azul o verde. Si salieran a cabalgar se ponían sombreros de hombre adorable dos con plumas de pavo real o avestruz.

Revista Anteojito N°1705, pp.20
31 octubre 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1705/page/n20/mode/1up

El ombú

¡El ombú! - Ninguno sabe
en qué tiempo ni en qué mano
en el centro de aquel llano
su semilla derramó,
mas su tronco, tan nudoso,
su corteza tan roída,
bien indica que su vida
cien inviernos resistió.

(…)
A su pie trazan sus planes,
haciendo círculo al fuego
los que van a salir luego
a cazar al avestruz...
Y quizás para recuerdo
que allí murió un cristiano,
levantó piadosa mano
bajo su copa una cruz.

Y si en pos de largo ausencia
vuelve el gaucho a su partido,
echa penas al olvido
cuando alcanza a divisar
al ombú solemne, aislado,
de gallarda, airosa planta,
que a las nubes se levanta
como faro de aquel mar.

Luis L. Domínguez
Revista Anteojito N°1705, pp.3
31 octubre 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1705/page/4/mode/1up

Los Gauchos: una historia de lazos y boleadoras

¿Quiénes son? ¿De dónde vienen estos "hijos de la Pampa"? EI gaucho es una silueta inconfundible de nuestra llanura pampeana. Su historia es la historia de la sangre blanca y de la sangre indígena corriendo por las mismas venas. Por muchos años, su vida estuvo unida a la de su caballo y a la de una tierra infinita sin otro límite que el horizonte...

MÁRQUEZ: EL PRIMER GAUCHO
Durante la Primera Invasión Inglesa, allá por 1806, hizo su aparición el primer gaucho que registra la historia argentina. ¿Quién era? Un paisano moreno, habilísimo jinete, que combatía junto a los soldados voluntarios de Juan Martin de Pueyrredón contra las tropas invasoras. En medio de un combate cerca de la actual ciudad de Moreno provincia de Buenos Aires, el caballo de Pueyrredón fue muerto por los ingleses. El gaucho giró su caballo y "presentó ancas al general, que montando junto al paisano se puso inmediatamente a salvo de las balas inglesas. La destreza y valentía del gaucho le valieron una medalla de oro y un "puente". Si, el puente de Márquez, que fue bautizado con el apellido de este "primer gaucho".

BALAS CONTRA BOLEADORAS
La Reconquista de Buenos Aires fue el “bautismo de fuego” de los primeros gauchos. En los últimos días de julio de 1806, cientos de jinetes armados de coraje, lazos y boleadoras enfrentaron con éxito las balas de los invasores ingleses. Usaban chaqueta corta, camisa blanca, pañuelo al cuello, pantalón hasta la rodilla, calzoncillo de hilo con largos flecos, poncho doblado sobre el brazo y botas de potro. Llevaban la cara afeitada y el pelo largo atado por detrás o trenzado. Habituados a vivir sobre el caballo, lucieron sus increíbles habilidades como jinetes en los ejércitos de San Martín y Belgrano. Y además de su valentía y generosidad, fueron famosos por sus versos y los contrapuntos de sus payadas. En estos primeros gauchos se Inspiró José Hemández para escribir su obra "Martín Fierro".

EL GAUCHO "PUNZÓ"
Pasaron algunos años y al gaucho primitivo siguió un nuevo tipo, más acorde con los tiempos que corrían: el gaucho “punzó”. Este color rojo muy, vivo identificaba a los gauchos "federales", que simpatizaban con Juan Manuel de Rosas (1793-1877). gobernador durante casi 30 años de la provincia de Buenos Aires. Una ancha divisa "punzó" era la parte más importante de su vestuario. El pantalón de los gauchos primitivos fue reemplazado por el chiripá de paño o lana -una manta pasada entre los muslos y sujeta en la cintura-. Al cuello usaban un pañuelo punzó y el tirador -faja ancha de cuero curtido- suplía al viejo ceñidor simple correa a modo de cinturón. Las boleadoras fueron sustituidas por un filoso facón.

EL GAUCHO UNITARIO
Enfrentados a los federales, los gauchos “unitarios” simpatizaban con el general cordobés José María Paz (1791-1854), enemigo de Rosas. Como los federales, estos gauchos usaban el pelo corto, lucían barba y bigote, y sombrero en forma de cono. Claro que los unitarios no usaban divisa ni prendas color punzó, para no ser confundidos con los federales. Los hombres de Rosas los perseguían y obligaban a vagar por la infinita llanura. Comían y dormían donde podían, tal vez sobre el lomo del infaltable caballo, fiel compañero. Tanto federales como unitarios gustaban del canto y el baile. Muchos de estos gauchos eran excelentes intérpretes de huellas, gatos, pericones, triunfos, medias cañas y otras danzas de moda.





GAUCHO HAY UNO SOLO
Los federales y los unitarios saldaron sus diferencias y dieron, con el tiempo, origen al
gaucho que conocemos hoy en día, y que dio sus primeros "galopes" en 1852 -año de la caída del gobierno federal- Usaba el chambergo -sombrero- con el ala levantada hacia adelante y prefería las bombachas al chiripa. Sus pies estaban inclinados hacia adentro y las piernas arqueadas de tanto vivir sobre el caballo. Estos gauchos "si" conocían otro límite para sus cabalgatas: el alambrado. Durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento (1868-1874) se generalizó su uso para delimitar los campos. Antes “nómadas” de la llanura, la mayoría de los gauchos optó por emplearse en las estancias, para realizar las faenas campestres

¡QUIERO RETRUCO!
Aún hoy en día se ven gauchos en los bares de los pueblos chicos, en mangas de camisa, pañuelo al cuello, poncho y bombachas, ejercitándose en una de sus distracciones favoritas: el truco. El monte, la brisca, el siete y el punto son otros de sus juegos de naipes preferidos. Suelen, además, jugar a las bochas, juego introducido por los inmigrantes vascos, mientras el mate corre de mano en mano. Los días de fiesta realizan carreras de caballos o juegos de sortija. Al tirador lo adornan con monedas de plata y lucen sus mejores calzoncillos "flecados", recuerdo de sus antepasados. De ellos conservan también el carácter alegre y festivo, honrado y hospitalario, unido a una sencilla y auténtica generosidad. La guitarra "sabe" reunirlos en tomo a un fogón, donde resuenan los viejos ritmos del gato, la dé cima y el estilo, y cuentos ingeniosos y divertidos... ¡Qué bueno sería participar en uno de estos "fogones artísticos"!


Revista Anteojito N°1599, pp.20-21
31 de octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1599/page/n19/mode/2up

¡Gaucho! (fragmento)

Gaucho que estás en todas partes,

en la tierra, en los árboles,
en toda pisada de caballo,
en todo vuelo de ave…
¡Gaucho de la Cruz del Sur
sobre la pampa grande!

José Pedroni











Revista Anteojito N°1599, pp.3
31 de octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1599

viernes, 25 de octubre de 2024

Cantos y bailes de guitarreros


Señoras bailarinas
salgan, bailemos,
que ya después del baile
conversaremos.

Esas dos parejitas
que andan bailando,
parecen picaflores
que andan picando.

Chacarera me has pedido,
chacarera te he de dar,
porque tengo de costumbre
el no hacerme de rogar.

El que baila el escondido
mucho tiene que bailar
unos bailan pa'delante,
otros bailan para atrás.

Para bailar el gato
preciso cuatro,
dos buenas mozas,
dos mozos guapos.

Ya cantaron los gallos,
ya viene el día,
es la hora de darnos
la despedida.


Revista Anteojito N°1546, pp.2
25 octubre 1994
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1546/page/n1/mode/1up

jueves, 24 de octubre de 2024

El humo del volcán Fuyi


Un Hada, moradora de un palacio celestial, bajó con un permiso de su padre a la Tierra, en forma de niña. Se escondió en un campo de bambúes donde la halló un anciano plantador, que la recogió y la adoptó. Con el paso del tiempo la niña se convirtió en una joven bellísima, que atrajo a los moradores del lugar. Muchos fueron sus pretendientes. Su fama llegó a oídos del emperador quien quiso conocerla y la invitó a su palacio. Pero ella se negó a ir. En una carta dirigida al monarca le explicaba que su morada estaba muy lejos y se hallaba muy alta, en la Luna, pues ella era un Hada. Ella no pertenecía al mundo de los hombres y en el próximo otoño debería regresar al palacio de su padre. El emperador, deseoso de retenerla, envió a sus más valientes y fieles soldados para que vigilaran la casa de la joven. Pero por la noche, un espeso manto de nubes lo cubrió todo, mientras estallaba una intensa luminosidad. Los soldados quedaron paralizados, por lo que les fue imposible levantar sus armas. El hechizo del Hada tocaba a su fin y debía volver a su morada. Pero no había olvidado al emperador, a quien dejó una carta de despedida y un cofre. Por orden del monarca, los soldados llevaron el cofre a lo alto del volcán Fuyi donde quemaron su contenido. Desde entonces, el volcán siempre envía hacia el cielo su suave penacho de humo como un claro mensaje de amor entre el emperador y su Hada inconquistable.

Tradición japonesa.
Revista Anteojito N°1863, pp.42
24 octubre 2000
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1863/page/n42/mode/1up

Farolito mágico (calabaza de Halloween)


Revista Anteojito N°1704, pp.34
24 octubre 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1704/page/n34/mode/1up

Noche de Brujas

UNA PALABRA DIFÍCIL
Halloween (jálouin) es el nombre de una de las fiestas populares más esperadas por los chicos en los Estados Unidos. En castellano se llama Noche de Brujas. Según la tradición, la noche del 31 de octubre (día anterior al Día de Todos los Santos) las brujas y los fantasmas tienen luz verde para andar haciendo de las suyas.









EN BUSCA DE GOLOSINAS
Esa noche, los más chicos aprovechan para recorrer el barrio. Disfraza dos con máscaras, sombreros o dientes postizos preguntan: “Trick or treat?" (trik o trid, truco o trato), cada vez que llaman a una puerta.
Esto significa algo así como “¿nos das algo o te hacemos travesuras?” Los vecinos ya tienen preparadas varias golosinas y manzanas también para repartirás a los “brujitos”. Otra costumbre muy común en Noche de Brujas es reunirse en las casas a contar cuentos de miedo.

ORIGEN DE LA ONU DISCUTIDO
Nadie conoce muy bien el origen de esta celebración. Para mucha gente, se iniciado hace más de 2.000 años entre los antiguos celtas (pueblo que ocupaba parte de las actuales Alemania, Francia y Gran Bretaña).




FAROLITOS MÁGICOS
Los típicos farolitos de Noche de Brujas (Halloween) se llaman Jack-o´-lantern (chak- ou- lánten). Los chicos los fabrican con zapallos ahuecados y los colocan en las puertas de sus casas. Según la tradición, ahuyentan a los espíritus malignos. Y además,... ¡son superdecorativos!


Revista Anteojito N°1704, pp.34
24 octubre 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1704/page/n34/mode/1up

La luna en mi cuarto

Necesitas:
Recortes de tela, tijera, guata o algodón, hilo y aguja o una abuela que esté dispuesta a coser a máquina, hilo de nailon, tiza y papel.
Dibujá sobre un papel una luna del tamaño que prefieras (puede ser alrededor de 35 cm de punta a punta). Doblá la tela por la mitad con el dibujo hacia adentro.



Recortá el molde de la luna y sujetalo con alfileres al revés de la tela que elegiste. Marcá el contorno con tiza, pero ¡ojo! dejá 1 1/2 cm para el dobladillo. Al cortar con la tijera, quedarán dos lunas.








Ahora estirá la trompita y preparate para dar un beso porque tenés que convencer a la abuela de que no hay nada más importante que ayudarte a coser las dos lunas por el revés, dejando una pequeña abertura.


Da vuelta la luna al derecho y rellenala con la guata o algodón. Cosé la abertura.


Cosé un hilo de nailon en cada punta y buscá un lugar de tu cuarto adonde puedas colgarla como si fuera un móvil.








Cosé un hilo de nailon en cada punta y buscá un lugar de tu cuarto adonde puedas colgarla como si fuera un móvil.
Ahora corré a buscar tu muñeco preferido y montalo en la luna como si ésta fuera un caballito volador.









¿Y ahora?... ¡Ahora a hacer más lunas y lunitas para el resto de los juguetes!

Revista Anteojito N°1598, pp.18
24 octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1598/page/n17/mode/1up

El duende Copete

Montado en un fino
rayito de luna,
el duende Copete
bajó a la laguna.
Saltando en un pie
sobre el agua quieta,
sin mojarse el gorro
dio tres volteretas.
A un niño sin sueño
sopló en las pestañas,
a un pájaro herido
remendó las alas.
Llevó hasta la cueva
a un topo perdido,
y aceitó la rueda
del viejo molino.
Después, al compás
de su cascabel,
se perdió en las rosas
del amanecer.

Haydeé Maya
Revista Anteojito N°1598, pp.3
24 octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1598/page/n2/mode/1up

viernes, 18 de octubre de 2024

¿Quién inventó el tornillo?

Los físicos de la Antigüedad ya conocían las cinco máquinas simples: el plano inclinado, la cuña, el tornillo, la rueda y la palanca. Pero el primero que sistematizó las máquinas simples y expuso su teoría de funcionamiento fue Arquimedes de Siracusa (Sicilia), quién vivió entre los años 287 y 212 antes de Cristo. Arquimedes creó un tornillo elevador de agua que fue utilizado en tareas de riego. El tornillo de mayor precisión apareció a fines del siglo XVI por obra del astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601).

Revista Anteojito N°1545, pp.34
18 octubre 1994
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1545/page/n34/mode/1up

Tiempo al Tiempo

¿Qué hora es?, repetimos muchas veces en el día. Pero aunque miramos pronto el reloj pocos sabemos su historia. Ahora, con tiempo y sin prisa, te la contamos...

VIEJECITO COMO EL TIEMPO
Nadie sabe exactamente cuándo se construyó el primer reloj pero todos los historiadores coinciden en señalar el de sol como el primero. Los chinos, 2.500 años antes de Cristo, inventaron los gnomoms. ¡Cuidado! No eran relojes duendes, sino torres elevadas que proyectaban su sombra sobre un circulo graduado. Los babilonios (800 a.C.) y los caldeos (600 a. C.) fueron perfeccionando el primitivo reloj de sol pero sin alterar su esencia. En la plaza de San Pedro (Roma) se conserva un obelisco egipcio que gracias al sol te permite saber la hora.
OTRA VEZ LOS CHINOS
Pero los relojes de sol (junto con los de agua y los de arena) no resultaban muy cómodos para que las personas supieran la hora. Entonces, según se cree, un bonzo chino llamado Matán construyó un reloj mecánico cuya cuerda duraba ¡un año!
El primer reloj europeo lo construyó el monje Gerberto en el año 947. Después comenzaron a aparecer los relojes de torre. El primero se instaló en el palacio del Louvre (Francia) en 1328. Pero el más famoso es el de la catedral de Estrasburgo que funcionó desde el año 1532 hasta el 1798 ¡Sin parar!

PARA EL BOLSILLO DEL CABALLERO
Pero, claro, un reloj de campanario no es muy cómodo para llevar en el bolsillo. Estos comenzaron a fabricarse en el siglo XV. Pero en sus comienzos eran muy imprecisos ya que adelantaban o atrasaban una hora diaria. Poco a poco se fueron perfeccionando. Comenzaron a fabricarse modelos para usar en las paredes y sobre los armarios de las casas. Los franceses eran los mejores relojeros del mundo. En 1850 las fábricas de relojes Besançon tenían 6.000 empleados. Pero en 1870. los alemanes también comenzaron a fabricar relojes.
AHORA
La industria relojera se fue perfeccionando y los costos de producción se abarataron. En este siglo los relojes de cuarzo y atómicos ocuparon el lugar de los de cuerda. Alemanes, suizos y japoneses son -además de pueblos puntuales- grandes constructores de relojes. Sin embargo, el oficio de relojero fue desapareciendo. A nuestros abuelos les regalaban un reloj cuando cumplían 18 años y a nosotros antes de aprender los números. Ahora existen los relojes descartables. Todo es cuestión de tiempo...

Revista Anteojito N°1545, pp.3-4
18 octubre 1994
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1545/page/n3/mode/1up

jueves, 17 de octubre de 2024

¿Qué se celebra la noche de WALPURGIS?

Los celtas se extendieron por gran parte de Europa a partir del año 2000 a. de C. Su momento de mayor esplendor corresponde al siglo III a. de C. La noche del 30 de abril, los celtas celebraban el regreso del verano encendiendo grandes fogatas. Los alemanes y los escandinavos festejan aún hoy esa ceremonia en la misma fecha. Se llama "Noche de Walpurgis". Este nombre viene del de Santa Walburge, abadesa anglosajona que evangelizó Alemania en el siglo VIII. Se supone, además. que las grandes fogatas de la "Noche de Walpurgis" purifican el aire, pues se cree que ese día las brujas se reúnen para celebrar su aquelarre o "reunión de brujas".

Revista Anteojito N°1703, pp.33
17 octubre 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1703/page/n33/mode/1up

Otoño

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
¡Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello, que deshojas
tus flores; oh agua, fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! ¡Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
a la excelsitud de su verdad divina.

Juan Ramón Jiménez
Revista Anteojito N°1597, pp.12
17 octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1595/page/n11/mode/1up

Primavera

Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas, aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.
Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recondita ladera.
¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!
Mi corazón recogerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...

Juan Ramón Jiménez
Revista Anteojito N°1597, pp.12
17 octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1595/page/n11/mode/1up

martes, 15 de octubre de 2024

La torre más alta

La torre, madre, más alta
es la torre de aquel pueblo.
La torre de aquella iglesia
hunde su cruz en el cielo.

Dime, madre, ¿hay otra torre
más alta en el mundo entero?
…Esa torre sólo es alta,
hijo mio, en tu recuerdo.

Tu brazo de siete años
alcanzaba sin esfuerzo
una piedra a sus campanas.

¿Te acuerdas, hijo? …Me acuerdo;
pero la torre más alta
del mundo, es la de aquel pueblo.

B. Fernández Moreno.

Revista Anteojito N° 2,
15 Octubre 1964
https://archive.org/details/anteojiton215octubre1964

domingo, 13 de octubre de 2024

Las manos

El niño tiende la mano;
su mano aferra mamá...
Dos manos entrelazadas
¡cuánto nos hacen pensar!

Pensamos en el amor,
en la unión, en la amistad,
en el trabajo, en la ayuda,
en el mañana... en la paz.

Cuando dos manos se estrechan,
la sonrisa echa a volar
y sueñan sueños los niños
en brazos de sus mamás.

Estrechemos nuestras manos,
que ya es hora de empezar
a transformar a la Tierra
en un verdadero hogar.

Publio A. Cordero
Revista Anteojito N°1492, pp.2
13 octubre 1993
https://archive.org/details/23a_20230103_20230103/03.jpg

jueves, 10 de octubre de 2024

Los duendes del campo

La fresca lluvia cae 
sobre los maizales
y por entre los surcos
pequeñas sombras salen.

Juguemos a chapotear
en los charquitos solitarios,
exclama el duendecito temerario.

Juguemos a trabajar
ensilando el grano,
sugiere el duende más anciano.

Pequeños seres,
trabajadores del campo,
dejen de jugar -gruñe el trueno-
que se avecina el señor relámpago.



María Alejandra D'Alessandria
Revista Anteojito N°1596, pp.2
10 octubre 1995
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1596/page/n2/mode/1up

martes, 8 de octubre de 2024

El hueco del gato manco

Recuerdo que en aquel tiempo aún había muchos terrenos baldíos en los barrios de Buenos Aires. Los llamaban "huecos", con diferentes sobrenombres según sus características: el del pozo, el del arbolito, los tachos, etcétera. En ellos solíamos penetrar en nuestras correrías de pequeños traviesos, buscando "huevitos de gallo". Así llamábamos a unas plantas que crecían entre yuyos y malezas, y cuyo fruto semejante a un huevecillo de color marfil, tenía un gusto dulzón muy particular.
Una tarde, con dos compañeritos de aventuras, penetramos en uno de esos huecos, el que llevaría luego el nombre de nuestra historia. Andábamos en busca de frutos cuando vimos en un rincón, junto al muro, acobardado y mirando con ojos lastimeros, a un gato manco. Aún le sangraba la patita. Quién sabe qué extraño accidente habría sufrido. Compadecidos de él fuimos en busca de alimentos, y luego de tranquilizarlo con nuestras caricias, le construimos con ramas y lata un pequeño refugio.
Todos los días, hiciera o no buen tiempo, le llevábamos de comer, y allí lo hallábamos casi siempre en la precaria cuevita, atento a nuestra llegada.
Una tarde lluviosa que jugábamos en el zaguán de casa, nos acordamos del pobre gato y, a pesar del tiempo y la mojadura, fuimos a verlo. Al llegar nos sorprendió encontrarlo fuera de la casilla, mojándose con la fina llovizna. Al acercarnos oímos débiles maullidos. Enseguida comprobamos que el animalito había cedido su refugio a alguien más desgraciado que él: una pobre gatita con dos hijitos recién nacidos, abandonada y huérfana de todo afecto.
Siempre recuerdo a aquel pobre gato manco, con su mirada triste, mojándose bajo la lluvia.
Ricardo L. Castaño (Capital)

Revista Anteojito N°1, pp. 18
8 Octubre 1964
https://archive.org/details/anteojiton18octubre1964/page/n17/mode/2up