Gracias a su caparazón protector las tortugas han logrado perdurar a través del tiempo. La parte externa está compuesta por placas cómeas. Por debajo de esta delgada capa tienen otra, mucho más gruesa. Adentro se encuentra el cuerpo. La cabeza y las patas salen fuera del caparazón.
Durante el sueño invernal, o cuando se encuentra en peligro, la tortuga retrae su cabeza y sus miembros, y queda prácticamente aislada del mundo exterior. En esa época deja de consumir alimento. Pero la tortuga de agua dulce si se mantiene activa, aunque se esconde en el barro del fondo.
La tortuga de río, de caparazón chato y pardo oscuro y de largo cuello, se distribuye a lo largo de todos los ríos ubicados en la Argentina, desde la provincia de Buenos Aires hacia el Norte. Algunas tortugas son muy viajeras: pueden cruzar ¡todo un océano a nado!
Manuelita vivía en Pehuajo, pero un día se marchó, nadie supo bien por qué: a Paris ella se fue un poquito caminando y otro poquitito a pie. Así dicen los versos de Maria Elena Walsh refiriéndose a la tortuga Manuelita.
Cuando las tortuguitas recién salen del huevo no tienen a su mamá al lado. Ella puso el huevo, lo enterró y se marchó. En general los nacimientos se producen por la noche, y las pequeñas buscan un escondrijo o el agua, para no ser presa de otras especies. Revista Anteojito N°1551, pp.30
29 noviembre 1994
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1551/page/n29/mode/1up
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