sábado, 14 de diciembre de 2024

Cuento de primavera


La Primavera ha llegado a estos campos, mustios y pardos, y los recorre al despuntar el día.
La Primavera sonríe; su sonrisa, llena de luz, da nueva vida a la tierra.
Volando sobre el campo, la Primavera descubre un capullo, oscuro y grueso, que cuelga de la rama de un árbol, y que, con la brisa matinal, se mece como si fuera una campanita.
No era nada bonito el gusano que tejió ese capullo en otoño, y que desde entonces se metió allí para dormir.
Ahora la Primavera siente compasión por el gusano, pues piensa que no ha visto la tierra engalanada con el verdor de las hojas y el variado color de las flores. Por eso va diciendo a las semillas:
-Semillita, buena semillita, despierta; hay que hermosear la tierra para que el gusano, ¡pobrecito!, la conozca engalanada y se alegre. ¿Me quieres ayudar?
-Sí, sí -responden las semillas-. Ya hemos dormido demasiado; nuestras casitas están calientes y la lluvia ligera que tú trajiste las ha humedecido. Queremos salir; la fres- cura de la brisa nos acariciará.
Y las semillas, rompiendo su vestidura, echan hacia fuera las primeras hojitas, que son nuevas. Con ellas empieza el adorno de los campos.
Así, una alfombra tiñe de verde el llano y las colinas, y los perfuma.
Pero el gusano sigue durmiendo.
-Si duerme más, si no rompe su capullo a tiempo, morirá dice la Primavera. Arroyo, arroyito
saltarín, ¿quieres ayudarme a despertar al gusano?
-Sí, te ayudaré; aunque no me gustan los gusanos, sino las libélulas y las mariposas responde el arroyo y, haciendo un gran esfuerzo, rompe el hielo que lo aprisiona aún, y sus aguas corren y cantan.
Pero el gusano sigue durmiendo.
La Primavera, ansiosa, dice a los árboles y a las plantas:
-Árbol, echa brotes nuevos; planta, cúbrete de hojas. De este modo, los pájaros volverán y nos ayudarán a despertar al gusano.
Las plantas, la hierba y los árboles, presurosos, se visten de hojitas tiernas, y los pájaros, que habían emigrado huyendo del invierno, vuelven.
Un pajarito que todavía no sabe nada de las cosas del mundo, vuela y vuela, travieso y feliz, y así descubre el capullo que cuelga de la rama del árbol.
-¿Qué será? -se pregunta, y curioso, se acerca y lo golpea con el pico: toc, toc, toc...
Pero en seguida, temeroso, se aleja.
El gusano despierta, se mueve dentro de su estrecha morada, se estira, y advierte que durante su largo sueño ha estrenado nuevo vestido.
¡Hay que salir para que todos vean el traje nuevo! El capullo se rompe, y cuando el pajarito vuelve, lo encuentra vacío.
¿Quién habitaba allí?
Cerca, prendida de una rama, una bellísima mariposa, con movimientos lentos, suaves, delicados, empieza a extender sus alas, finas como la seda, y pronto se echa a volar.
Los pájaros, las plantas, la hierba, los árboles y el arroyo la contemplan con admiración.
-¡Qué hermosa! ¡Qué hermosa! -exclaman una y otra vez-. ¿De dónde ha venido?
-¿Nadie la conocía? -dice la Primavera. Es el gusano que estaba en el capullo oscuro y que entre todos hemos logrado despertar.
Sí, todos saben que ayudaron a sacar de su escondite aquella hermosura, y, contentos, sienten por eso honda felicidad.


(Autor anónimo)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario