Cantan los senderos, cantan los pinares
cantan los chañares y albaricoqueros,
y los durazneros de los olivares
y los azahares de los limoneros.
De limpios verdores se cubren las parras
del huerto querido. La siesta
ya afina su orquesta
de agudos zorzales y roncas chicharras.
Mi verso se viste de pámpano y pino:
se lleva a los labios su flauta de rama de higuera,
se va por el pardo camino
danzando la danza de la primavera.
Alfredo R. Bufano
Revista Anteojito N°1488, p.3
15 de septiembre 1993
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