viernes, 5 de septiembre de 2025

A mal tiempo... Buena cara

Por un motivo a por otro, siempre queremos saber qué tiempo hará mañana. A través de la historia, el hombre va logrando pronosticarlo cada vez con más precisión.

El hombre prehistórico, recolector y cazador, necesitaba observar los cambios del clima para saber si le convenía salir o no de caza, salir o no de pesca. Cuando se volvió agricultor... ¡más todavía! Precisaba saber si se avecinaban sequias o temporales que pudieran afectar sus sembrados. Pero, ¿cómo hacía? Con instrumentos no contaba. Sólo podía observar las señales de la Naturaleza: el comportamiento de algunos animales, el aspecto de algunas plantas...

El hombre primitivo buscaba indicios. Y así se las arregló durante miles de años. Hubo que esperar hasta el Renacimiento (hace de esto unos 500 años) para que aparecieran varios personajes geniales: Leonardo da Vinci (italiano, 1542-1619), Nicolás Copérnico (polaco, 1473-1543), Galileo Galilei (italiano, 1564-1642). Este último, construyó el primer termómetro. Evangelista Torricelli (italiano, 1608-1647) invento el barómetro, que mide la presión atmosférica.

El barómetro pasó a ser esencial para anticipar los cambios del tiempo. Así, las técnicas para predecirlos avanzaron en forma impresionante. Un siglo después, los observatorios meteorológicos se unieron a través de una red internacional. Otro siglo más y Edmundo Halley (inglés, 1656-1742) -de quien tomó su nombre el famoso cometa- publicó por primera vez un mapa que indicaba las altas y bajas presiones. Pero fue a principios de nuestro siglo cuando se intentó pronosticar a largo plazo.

La mayor preocupación eran las sequías y las inundaciones. Se imponía dar un paso importante... y se dio. Cuando en 1957 con el lanzamiento del satélite Sputnik comenzó la era espacial, ese paso fue impresionante para la Meteorología. Ahora se puede estudiar la atmósfera ya no desde dentro de ella misma, como se venía haciendo, sino desde afuera. ¿Cómo? Se estudia el clima desde el espacio por medio de satélites meteorológicos.

Si se aproxima un huracán ya es posible avisar con tiempo a la población para que evacue el lugar. Y también predecir si un cultivo rendirá mucho, poquito o nada de acuerdo con las condiciones climáticas que le tocará enfrentar. Los satélites también obtienen información de los océanos y pueden anticipar si una tormenta va a cambiar de dirección o de intensidad y si los vientos serán más fuertes, suaves o moderados. Pero, si algo más revolucionario les faltaba a los meteorólogos, en este momento ya lo tienen.








La aparición de las computadoras era la revolución que faltaba. Ellas procesan millones de datos que envían los satélites, observatorios, barcos o globos meteorológicos. Y lo hacen en segundos por más que se requieran millones de cálculos. La Organización Meteorológica Mundial coordina todo. Son 155 países conectados a través de una red informática. En fin, lo que sabe esta gente es lo mismo que sospechaban los cavernícolas: "Muchachos, al mal tiempo, más vale ponerle buena cara".

Revista Anteojito N°1591, pp. 34-35
5 de septiembre 1995

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