un poco de paja mustia
y, en la arbolada, la angustia
de un pájaro fiel que llama.
Cielo arriba y senda abajo,
no halla tregua a su dolor,
y se para en cada gajo
preguntando por su amor.
Ya remonta con su queja,
ya pía por el camino
donde deja en el espino
su blanda lana la oveja.
Pobre pájaro afligido
que solo sabe cantar
y, cantando, llora al nido
que ya nunca ha de encontrar.
Leopoldo Lugones
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