La señorita Silvia entró al aula, pero nadie se dio cuenta.
Joaquín y Ariel se estaban peleando por la milanesa de Javi, quien trataba de
recuperarla de las manos de Juampi, que se la quería regalar a la dulce Julieta
para ver si ella quería ser su novia, aunque Guada y Macarena le habían avisado
que nunca iba a lograr que Juli fuera su novia dándole una milanesa robada…
–Pero yo no se la robé, Javi me pidió que se la tenga para
que no se la sacaran
Joaquín y Ariel. ¡Él me la dio, y lo que se da no se quita!
–Pero vos se la quitaste! –dijo Florcita.
–No –insistió Juampi–. Yo hice uso de mis derechos, acá hay
libertad de culto… “Yo creo en la milanesa, y la quiero tener cerca para que me
ayude a conseguir novia!”.
–¿No era que se la querías dar a Juli, la milanesa?
–Justamente, porque creo en ella, la milanesa me iba a
ayudar a que Juli sea mi novia, yo le iba a cambiar la milanesa por un beso!
¿No oyeron hablar de la campaña “Una milanesa por un beso”?
–¡Es “Una golosina por un beso”, Juampi! ¡Y aparte, no tenés
derecho a darle esa milanesa, porque no es tuya!
–¡Ustedes siempre censurándome! ¡Déjenme ejercer la libertad
de prensa!
–¿Qué?
–¡De expresar mis ideas por medio de una milanesa!!! Yo
tengo derecho a expresarme y no puede ser que, porque Javi tenga una milanesa y
yo no, Julieta no quiera ser mi novia! ¡¡¡Eso es discriminación, están
impidiéndome ser libre de tener la novia que yo quiera!
–Mirá, Juampi –este fue Ariel, que es muy bueno en matemáticas,
y por eso siempre está en los detalles–, nome parece que la milanesa sea un
buen sistema… yo si quisiera que Julieta fuera mi novia, le traería una lechuga
de mi huerta!
–¡Vos sabés mucho de matemáticas, pero no sabés nada de
amor! –le gritó Ramón–. Yo a Juli le regalaría un kilo de zanahorias, de esas
que cultivamos en mi casa…
–¿Y por qué, Ramón? –preguntó Florcita.
–¡Ay, Florcita! ¡Es obvio!!! Un kilo de zanahorias de la
huerta, es mucho más romántico! –se metió Guada.
–No, mucho más romántico sería un tomate, o una cebolla de
mi huerta –saltó Lautaro–; mi abuelito las cultiva, y hace unas ensaladas
exquisitas!
–¡Qué va a ser romántica la cebolla! –le dijo Lucas.
–Sí, es romántica… mi abuelito cada vez que corta una, se
pone a llorar de la emoción!
–No, mucho más romántica es una milanesa…– siguió Juampi– y
enmi casa cultivamos milanesas!
–Jajajajaá! –este fue Ariel, que es muy bueno en
matemáticas, y por eso sabe mucho de milanesas–, las milanesas no se cultivan,
Juampi!
–Ah, ¿no? Bueno, ¡debe ser por eso que no tenemos ninguna…!
–A mí me parece que para una novia, lo mejor es la rúcula
–dijo Javi.
–¡No seas rudículo!!!
–¿Rudículo?
–Sí, es un injerto de “rúcula y “ridículo”.
–Y vos no seas “zapatonto”, mezcla de zapallo y tonto.
–¡A mí me encantaría que me regalaran una endivia! –dijo
Macarena.
–¡No seas endiviosa! –dijo Guada.
–Nosotros, en el jardín tenemos “albaca” –dijo Lucas.
–Es “albahaca”, con hache –lo corrigió Ariel.
–¡Para que sepas, en mi jardín tenemos albahaca de las dos
clases, con hache y sin hache!
–¿Y cuál es la diferencia? –preguntó Florcita.
–Que la hache es muda –dijo Lucas.
–Bueno, digan lo que quieran, pero yo tengo derecho a
pedirle a Julieta que sea mi novia a cambio de una milanesa –siguió Juampi.
–Y yo, a ofrecerle un kilo de zanahorias de mi huerta.
–Y yo... me siento con la libertad de ofrecerle un montón de
verduras distintas cultivadas por mí, y que ella elija la que más le gusta
–dijo Ramón.
La señorita Silvia decidió intervenir:
–Chicos, ¡veo que están hablando de derechos
y libertades!
–Claro, seño… –siguió Juampi–, porque tenemos derecho y
libertad de hablar, escuchar, y ¡comer milanesas!
–Sí, Juampi, pero Javi también tiene derecho a comerse su
milanesa sin que nadie se la quite. Y todos ustedes tienen derecho a aprender
¡y eso también es usar la libertad, porque cuanto más sepan, más libres van a
ser!
–¿Cómo es eso, seño?, ¿qué tiene que ver “saber” con ser
libre?
–Bueno, por ejemplo, es muy importante, para ser libre,
saber que uno es libre, que tiene derechos…
–Claro, derecho a comerte una milanesa, derecho a tener
novia, derecho a preguntarle a tu novia si quiere una milanesa.
–O preguntarle a una milanesa si quiere ser tu novia.
–¡O si la milanesa quiere ser la novia de un tomate de mi
huerta!
–O a preguntarle a un amigo si te daría una milanesa para
que vos puedas preguntarle a una chica si aceptaría ser tu novia a cambio de
una milanesa.
–Y si uno sabe hacer una milanesa, ni siquiera tiene que
pedirle a un amigo.
–Ya veo –dijo Juampi–, saber hacer milanesas es bueno para
conseguir novia.
–No sé, Juampi –dijo la señorita–, porque puede ser que Juli
no quiera ser tu novia aunque hagas milanesas, o que quiera serlo igual, si no
las hacés. Ella también es libre de ser tu novia o no.
–Uy, seño, pero entonces, pormás libre que sea y
pormásmilanesas que tenga Juampi, se va a quedar sin novia –dijo Lucas.
–Bueno, esa es otra cosa que hay que saber: que la libertad
es de todos y todas.
–Menos de las milanesas, seño, ¡ellas no pueden elegir que
uno las coma o no!
–¡¡¡Libertad a las milanesas, libertad a las milanesas!!!
–gritaron Ezequiel y Leandro –, ¡las milanesas tienen derecho a saber y a tener
novia!
–¡Libertad a las zanahorias! –se sumó Lucas.
–¡Rúcula libre e independiente! –gritó Javi.
–Uhhh… ¡no digan más pavadas!!! –este fue Ramón.
–No, Ramón, ellos tienen derecho y libertad de pedir lo que
quieran, aunque algunas cosas sean imposibles.
–Claro, es imposible que las milanesas sean libres, ¡porque
son muy ricas y la gente se tienta!
–Seño, usted dijo que si uno sabe, es más libre, pero ¿y si
uno no sabe? –otra vez Lucas.
–Si uno no sabe, pregunta; Lucas preguntá –le dijo
suavemente Guada.
–¿Qué cosa preguntá?
–Preguntá a Juli si quiere ser tu novia, preguntá a tu mamá,
a tu papá, a tu abuelo, a la maestra o a un amigo cómo se hacen las milanesas;
pregunta cualquier cosa, lo que uno quiere preguntar –dijo Guada–, ¿entendés,
Juampi?
–Sí, Guada, creo que entiendo… la libertad es poder
preguntar lo que uno quiera.
Libertad, Rudy e Iñaki
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