Lo que hoy te puede parecer algo muy común como cruzar los Andes en avión, fue, hace casi ochenta años, toda una proeza. ¿Querés conocer a la protagonista de esta hazaña?
Mendoza, 1º de abril de 1921. El biplano Caudron Le Rhone despega de un campo llamado "Los Tamarindos" ante la expectativa de miles de personas. Su piloto: una mujer. Se llama Adrienne Bolland, una francesa de 25 años. Su experiencia con aeroplanos es mucha. De todos modos, en nuestro país no estamos acostumbrados a ver naves surcando nuestros cielos. Mucho menos conducidas por mujeres. Jorge Newbery y Florencio Parravicini son los pilotos más conocidos del país. Para mayor audacia, la señorita Bolland se propone nada menos que... ¡cruzar los Andes! Nadie lo ha intentado antes y, si logra lo que se propone, marcará un récord. La altura de los Andes es una de las dificultades que deberá superar.
Adrienne Bolland era una piloto de cierto renombre cuando llegó a nuestro país. Entre sus antecedentes se contaban varias pequeñas hazañas. Como por ejemplo, el cruce ida y vuelta del Canal de la Mancha (el brazo de océano que media entre Gran Bretaña y Francia), y un viaje en el que unió de un tirón las ciudades de Londres (Inglaterra), Bruselas, Amberes (ambas en Bélgica), y Calais (Francia). Además, había alcanzado una altura considerable en aeroplano: 4.500 metros de elevación. Adrienne llegó a Buenos Aires el 20 de diciembre de 1920, provista de dos biplanos y un pequeño grupo de asistentes y mecánicos especializados. Lógicamente, su llegada a nuestro país causó muchas expectativas.
Para mayor seguridad, Adrienne trajo consigo cartas de presentación firmadas por autoridades francesas que presentó ante el gobierno argentino. Necesitaba un permiso oficial para realizar su propósito. Este era, como pronto se informó, el cruce de los Andes en biplano. El biplano era un aeroplano con cuatro alas, dispuestas paralelamente dos a dos a cada lado del cuerpo de la máquina. El aeroplano había nacido de los célebres experimentos que los hermanos Orville y Wilbur Wright efectuaron desde 1903 en los Estados Unidos, aunque tiene antecedentes en los ensayos del francés Ader (1897). En Europa, los Wright dieron a conocer sus aeroplanos recién en 1908.
La nave de Adrienne sorteó los picos andinos sin ninguna dificultad. El segundo obstáculo era la longitud de la travesía, que duró tres horas y media. El viaje concluyó, como su piloto lo esperaba, exitosamente, en el Aeródromo Militar de Santiago de Chile. Adrienne Bolland había unido así, por primera vez, las ciudades de Mendoza y Santiago de Chile por aire, en su frágil biplano de tan sólo 80 HP. El Aero Club Argentino la premió en una ceremonia realizada en Buenos Aires. Su proeza pasó a formar parte de la crónica histórica de la aviación, por su osadía, sobre todo. Porque hasta entonces, a nadie se le había ocurrido pasar los picos andinos. Hasta que llego esta mujer.
Posdatas...
Rememorando el cruce del Canal de la Mancha, Adrienne Bolland se propuso realizar en nuestro país un vuelo más: el cruce del río de la Plata, partiendo de Buenos Aires y llegando a suelo uruguayo. Efectivamente lo hizo, y tardo dos horas y veinticinco minutos.
El récord de altura en aeroplano había sido establecido en diciembre de 1913 por el piloto Blériot, en Francia, al alcanzar los 6.120 metros de altura.
Revista Anteojito N°1692, pp.31-32
1 de agosto 1997
https://archive.org/details/RevistaAnteojito1692/page/n31/mode/2up
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