miércoles, 25 de septiembre de 2019

Ocaso

I
Como un interrogante o una esfinge, 
la mirada perdida
en el misterio de la gran llanura
altanero y sombrío
está el gaucho clavado
sobre el potro bravío.

La bárbara figura
se destaca atrevida,
sirviéndole de marco majestuoso
el azul esplendente de la altura
y el verde de la pampa, victorioso.

-¿Dónde está mi camino-
parece preguntar con la mirada:-
¿Dónde la huella, dónde el derrotero?-
¿Es un héroe o es un loco
este altivo guerrero
de la noche de América triunfante
parado frente a frente del destino
como una esfinge o un interrogante?

-¡El pueblo que ha contado con mi brazo
me arroja de su seno como escoria
-resaca de la mar, barro de río-
después que con mi brazo hice su historia!
Y la férrea figura
curtida de los soles el semblante
y el alma de amargura, 
con gesto de amenaza
deja de ser esfinge
para ser la Sibila de su raza.


II
-Odio y resignación llevo escondidos
en los hondos repliegues de mi alma
y hay rencor en mi acento
porque sufro el desprecio del hermano,
¡el mismo a quien mi aliento
en la ruda contienda
ayudó a libertar de su tirano!

En cruz los brazos, la mirada al viento,
con la actitud del fuerte
que nada busca ya, que nada espera,
porque todo lo tuvo y lo dió todo,
marchó solo y triunfante
llevando por bandera
mi dolor arrogante…
¡Mi dolor, que es mi fuerza y es mi escudo,
mi dolor, que es mi cumbre y es mi gloria!
¡Dolor que está en mi frente
grabado por el sol de la victoria!
¡Cúbranse de vergüenza
todos los que han querido
colocar bajo el taco de sus botas,
como a un puma dormido,
el orgullo del gaucho americano!
¡Libre soy, libre he sido,
libre debo morir!...
-En el desierto
se hizo débil la voz como un gemido.
¡Cerró el gaucho los ojos
y en su propio caballo quedó muerto!

Alberto Ghiraldo 
“Letras” pág. 158-160

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