sábado, 21 de septiembre de 2019

La abeja


Miniatura del bosque soberano 
y consentida del verjel y el viento, 
los campos cruza en busca de sustento 
sin perder nunca el colmenar lejano. 

De aquí a la cumbre, de la cumbre al llano, 
siempre en ágil, continuo movimiento, 
va y torna, como lo hace el pensamiento, 
de la colmena del cerebro humano. 

Lo que saca del cáliz de las flores 
lo conduce a su celda reducida, 
y sigue sin descanso sus labores. 

Sin saber, ¡ah!, que en su vaivén incierto 
lleva la miel para la amarga vida, 
y el blanco cirio para el pobre muerto. 


Enrique Alvarez Henao
“Cien Lecturas” pág. 239

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