La escritura es la ampliación de la palabra; es la palabra misma triunfando del espacio y del tiempo. Con la escritura no hay distancias. Un hombre retirado en un rincón del mundo concibe una idea y hace unos signos en una hoja de papel. El hombre muere desconocido, y, sin embargo, la idea vuela por toda la redondez del globo, y se conserva intacta a través de la corriente de los siglos, entre las revoluciones de los imperios, entre las catástrofes en que se hunden los palacios de los monarcas, en que perecen las familias más ilustres, en que pueblos enteros son borrados de la faz de la tierra, en que pasan sin dejar memoria de si tantas cosas que parecen grandes.
Y el pensamiento del mortal desconocido se conserva aún; el signo se perpetúa; los pedazos de la débil hoja se salvan, y en ella está el misterioso signo donde la mano del obscuro mortal envolvió su idea y la transmitió al mundo ¡Cuan grandes somos en medio de nuestra debilidad!
Jaime Balmes
En“El hogar de todos” p. 135
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