débiles retazos de luz innecesaria,
hacia el estímulo de las calles desiertas
rompiendo la chatura de los techos
las costumbres recíprocas y el gesto repetido
la monotonía sin aristas de espacios precisos
la noche pesada de veredas abiertas
con un cielo demasiado grande
y una muralla de campo enemiga del asfalto
una luna abandonada de miradas
y una indefinida zona donde no canta el grillo
ni pasa el automóvil
y un sueño arrastrado
y una esperanza inevitable de un amanecer sin aurora,
sólo el campanario con el reloj iluminado
líneas verticales con raíces de tierra
conjugadas de estrellas y campanas en al cruz de la veleta.
Allí está,
socorrida presencia de mis ojos
sobre territorios sin espacio y sin tiempo
sobre días iguales
duro metal, dura voz espaciosa
apetencia de aires, apetito de sombras.
No pueden conjugarse la estrella y la campana
impedida de ladrillos y una savia de costumbres...
cuanto silencio para que yo lo oiga,
me aferro como un agonizante a esta altitud única,
espero el repique de las campanas
pero será de nuevo un amanecer sin aurora.
Santa Fe, agosto 1958
Jorge Vázquez Rossi
Revista Arte Litoral, N°4, Septiembre-Octubre de 1958, Año 1, pág. 1
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