y las manos gastadas
¡hace tanto que vivo
una vida prestada!
Se cansaron los ojos
de mirar hacia el cielo
y la voz se hizo añicos
en la puerta cerrada
¡hace tanto que vivo
una vida prestada!
Se gastaron las sendas,
envejeció el camino
y agostó el horizonte
sus estrellas pintadas
¡hace tanto que vivo
una vida prestada!
Marta Diaz Torrente
Revista La Diligencia, Noviembre-Diciembre de 1960, Año 1, Viajes 6 y 7, pág.21
No hay comentarios.:
Publicar un comentario