martes, 19 de julio de 2022

Soledades

I
¿Qué pudo haber sido? Tanta
locura de vuelo en aire
limpio y caer, así, de pronto,
muerto en el agua.
Y el viento
estaba manso, y el sol
alegre y la primavera
desnuda.
Era vuelo, trino
y nada más: vuelo y trino.
¿Qué pudo haber sido, Amiga?
Tus ojos no eran los tuyos;
pero mi angustia era mía.
¿Qué pudo haber sido?
Solos
tú y yo, en la tarde y el pájaro
muerto en el agua florida.

II
Debe estar loco ese pájaro,
Amiga.
Desde la aurora
que está cantando en un largo
desangre de trinos.
Pienso
que en cada rama del árbol
cuelgan doradas racimos
de cascabeles.
El pájaro
está loco: ríe, canta,
se desespera... Está loco.
Y yo aquí, solo, escuchando
su fiesta, envidioso, con
algo de celo y de envidia.
Su música me hace daño...
Y el árbol no sabe en su
gloria de cristalería
nada de tu ausencia, nada
de tu recuerdo...
Y el pájaro
cada vez más loco, Amiga.

III
Solo un arroyo y la estrella...
Este es el paisaje mío
que está en mí, para regalo
de tu soledad, Amiga.
Una corriente que deja
ver hasta el lecho de piedra
de tan transparente. Apenas
si sufre un peso de pájaro
o de una nube y la sombra
del sauce que es todo un sueño
del arroyo.
(Y una ausencia
de grillos y de cigarras.)
Asómate a mi tristeza:
el agua se va cantando
y no le sigue la estrella.

IV
La senda, la misma senda:
la de siempre...
Ayer, Amiga,
se me llenaron las sienes
de cigarras. Hoy regresa
con una calandria herida
en las manos.
¿Y mañana?
Contigo o sin ti, la senda
siempre es la misma. No cambia.
Ni la emociona tu paso
sobre el césped. Ni mi canto
que se pierde, en hilo de oro,
con el arroyo, agua abajo.
¿Quizás un misterio? Acaso...
Pero hay que andar. La distancia
de tu pañuelo a mis ojos,
de mi ternura a tus hombros
en esta senda, la misma,
la de siempre.
Aunque mañana
tengamos que ir sobre alfombras
de lirios agonizantes.

Gaspar L. Benavento
En: Boletín de Cultura Intelectual Piscis. Febrero de 1939, año I, N° 9, p.70

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